
Montaje hecho por Global Voics mostrando una pintura sobre las castas étnicas durante la colonización española en México. Por: anónimo, siglo XVIII. Fuente: Wikimedia commons, archivio de dominio público.
Antes de la toma de posesión de la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum Pardo el 1 de octubre, ya había estallado su primer conflicto diplomático. Si bien a su toma de protesta invitó al presidente español, Pedro Sánchez, le negó la asistencia al rey Felipe IV de Borbón. Justificó sus acciones por la negativa del rey Felipe para responder a la carta diplomática escrita por el expresidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en 2019, donde le solicitaba al rey una disculpa en nombre de la corona española por la violencia y las masacres producidas en México durante la conquista y el periodo colonial.
Desde hace años, países europeos han ofrecido disculpas por su pasado colonial en África, fuese a través de una disculpa ofrecida por la corona belga por las masacres y mutilaciones hechas a la población congolesa por el rey Leopoldo II o disculpas por parte del presidente alemán Frank Walter Steinmeier por los abusos cometidos contra pueblos indígenas de Tanzania.
Incluso en el continente americano, el premier Justin Trudeau se disculpó con las naciones indígenas en Canadá por las escuelas de adoctrinamiento, incluso el Papa Francisco se disculpó en nombre de la Iglesia Católica por la violencia en la evangelización de México. Probablemente estas disculpas le dieron a AMLO la idea que podría conseguir una de la corona española, lo que pidió nuevamente en 2021.
En 2021, el expresidente AMLO se disculpó en nombre del estado mexicano con los indígenas Mayos y Yaquis en el norte del país por las masacres que el estado mexicano de Porfirio Díaz, el último dictador de México, realizó. También pidió disculpas a los nativos Mayas en el estado de Yucatán durante la cruenta guerra de castas, y Totziles por la masacre de indígenas en el Acetal. Las masacres de migrantes chinos durante la revolución mexicana también recibieron disculpas del gobierno de México.
Para España, el país que celebra su Fiesta Nacional (Día de la Hispanidad) el 12 de octubre –día en que Cristóbal Colón arribó al continente americano— el motivo de orgullo más grande de cualquier nacionalista y patriota, era la celebración del inicio de un proceso de colonización que llevaría a la creación del imperio español e inmortalizaría a España en la historia como un país conquistador. Sin embargo, dejaría una huella imborrable en los pueblos originarios.
Leyenda negra y leyenda dorada
Desde 1552, el controversial libro “Brevísima Relación de la Destrucción de las Indias” por parte del monje Fray Bartolomé de las Casas, mostraría los excesos cometidos por los conquistadores españoles en las encomiendas. Siglos después, en 1914, el historiador Julián Juderías difundiría el término de la “leyenda negra” alegando que la historia hispana en las Américas era sesgada y falsa con la intención de retratar como un enemigo a España más que como un aliado dador de cultura, “humanista” que le dio un trato igualitario a los indígenas en las Américas.
Sin embargo, fuentes primarias muestran códices aztecas evidenciando con brutalidad gráfica los castigos españoles a los indígenas como el emperramiento (prisioneros arrojados a los perros de guerra). Y pinturas virreinales mostrarían la división estratificada de la sociedad en colonias españolas en América Latina.
Sin embargo, para el patriota hispano Juderías, la historia de la colonización española fue pintada como “leyenda negra”. Una de las quejas comunes era que eran los países anglosajones –primero el imperio británico y luego los Estados Unidos— quienes incentivaron el odio a la madre patria, el odio al pasado hispano e incentivaron las rebeliones en Hispanoamérica.
Por supuesto los procesos de “Reconquista” del rey Fernando VII en el siglo XIX mostrarían otra cosa. En 1829, los españoles tratarían de reconquistar México sitiando la ciudad costera de Tampico, y en 1862 las fuerzas españolas se unirían a una expedición militar junto a Inglaterra y a Francia para cobrar las deudas a México. Históricamente hay razones para entender el sentimiento antiespañol durante el siglo XIX.
Hay una vanagloriada idea sobre el imperio español como otorgador de la cultura, valores católicos y civilización a las naciones mesoamericanas, cayendo en negaciones históricas como el quinto real (porcentaje del oro extraído de las colonias y llevado a España) y defendiendo la idea del uso de esa riqueza para incentivar las construcciones de ciudades, palacios, universidades y catedrales.
Se ve un pasado idílico donde el mestizaje fue consensuado, donde los indígenas tendrían una representación igualitaria ante la ley española, y donde la violencia hispana quedaría siempre en un segundo plano frente a los sacrificios humanos celebrados por el imperio azteca e inca. Donde la eliminación de indigenas al no llevarse acabo como en los Estados Unidos o en Canadá, eso les daría una justificación del proceso de colonización.
La nueva identidad Mexicana
México, a diferencia de otros países de la región, pasó por un proceso revolucionario del 1910 a 1920 que marcó un abrupto cambio de todas las instituciones y clases sociales. De pronto hacendados y magnates criollos que habían heredado fortunas desde la colonia lo habían perdido todo a inicios del siglo XX. Para el mexicano era más sencillo representarse en los sectores de campesinos y obreros que habían peleado en la revolución, que en los cuadros criollos que adornaban las haciendas y edificios públicos. Para México hacía más sentido acercarse a un pasado indígena que a un pasado español.
La Raza Cósmica (1925) de José Vasconcelos, primer secretario de educación pública, sería determinante en la elaboración de un modelo más homogéneo de la historia nacional, donde se mostraría al mexicano como la unión de dos sangres, de dos mundos. Un ser procedente de un pasado indígena y uno español, exaltando el nacionalismo mexicano, y nunca olvidando la crueldad de la fundación de México.
Hasta la década de los noventa, donde durante la administración del expresidente Salinas de Gortari, se utilizaría el término, “Encuentro de dos Mundos” para referirse a las interacciones entre conquistadores españoles e indígenas.
El conflicto diplomático
Desde el 2019 cuando mandó la carta AMLO, se esperaba una respuesta de la corona española. Dicha respuesta nunca llegó. Inversionistas españoles en México y la derecha española, liderada por el presidente de Vox, Santiago Abascal, y la diputada del Partido Popular (PP), Cateyana Alvarez de Toledo, comenzaron a ser críticos del gobierno de AMLO, lo que el expresidente vio como un acto de intervención a su gobierno.
Sheinbaum escribió en un tweet donde explica su negativa a invitar al rey de España no era por cuestión de un matiz ideológico, sino la negativa de un líder de estado a responder la carta del presidente de México. Ahora ella como presidenta de México le recordaría a España que las deudas no se olvidan.
Algunas actitudes de los reyes españoles son difíciles de olvidar, como la negativa del rey Felipe VI a levantarse de su asiento ante la Espada de Simón Bolívar en la ceremonia de investidura del presidente colombiano Gustavo Petro Urrego en 2022. O la el famoso “Por qué no te callas” de Juan Carlos I al entonces presidente venezolano Hugo Chávez.
Si a la corona española le interesa profundizar la relación con México, entonces una disculpa puede afianzar esos lazos. Sin embargo como el proyecto español va ligado a los intereses comunes europeos de la Unión Europea donde se busca afianzar su posición en el escenario europeo, no latinoamericano, pedir disculpas por un evento que ocurrió 700 años atrás parece ridículo para ellos y los inversionistas españoles no tienen problemas para continuar invirtiendo en México. Solo el futuro dirá si hay un cambio de pensamiento en la sociedad española para replantearse su rol con América Latina.