
Peter Ngugi recorre Shillongm India, en bicicleta. Foto cortesía de Bird, usada con autorización.
Esta historia se publicó originalmente en la agencia de noticias Bird el 21 de octubre de 2024. Reproducimos una versión resumida como parte de un acuerdo para compartir contenido.
En 2016, el invierno de Delhi, India, lo que empezó como un altercado menor iniciado por el racismo terminó con la muerte de un africano.
Dos indios, aparentemente con prisa, se acercaron a un rickshaw que querían abordar, pero no había suficiente espacio en el vehículo de transporte público. Su solución fue pedirle a un africano que ya estaba adentro que se bajara para darles espacio.
Como podría esperarse, el africano se sintió que se lo pedían por el color de su piel, y no estaba dispuesto a salir sin pelear. Vino una acalorada discusión que pronto pasó a un altercado físico. Los indios eran más fuertes que el africano, lo empujaron al suelo, y luego le arrojaron una piedra a la cabeza. ¡El africano murió!
Olivier Masonda era un maestro congolés de 23 años que salió de República Democrática del Congo en 2012 para estudiar en India. El asesinato fue captado en una cámara de circuito cerrado de televisión y desató un clamor que resonó en toda India: ¿fue un asesinato racial? La Policía de Delhi arrestó a los dos sospechosos e inició una cacería humana de un tercero. Esta muerte generó dolor colectivo y un grito de justicia de africanos que viven en India.
El impactante asesinato abierto en las calles de India fue también la última gota para Peter Ngugi, keniano que en ese momento vivía en India. Tomó su bicicleta y recorrió el país para combatir al racismo, y en el proceso «irrumpió en internet» y se convirtió en noticia en los días siguientes al asesinato. Pero la historia de Ngugi no empezó ahí. Empezó en Kenia.
La sociedad financia el viaje a India
Regresemos a 2013, a Mikindani, Mombasa, Kenia. Había vivía un hombre humilde, Peter Ngugi, que había terminado su educación secundaria, y no estaba interesado en una educación universitaria. ¿Por qué, si tenía pasión por los computadores y un cerebro al que le encantaban los negocios, un cerebro que podía darle una carrera como emprendedor? Estaba determinado a maximizar su talento, así que montó una pequeña tienda de películas que además era un taller de reparación electrónica y de hardware. La llamó Stunners Inc.
Un amigo notó su amor por los computadores, y pese a la falta de interés de Ngugi en lo académico, le sugirió considerar estudiar para un título en India, por la excelente ofertada de cursos relacionados con la computación.
Aunque al comienzo Ngugi descartó la idea, lo atormentó. Lo pensó por mucho tiempo, y luego, en 2013, decidió postular a un curso de ciencias de la computación en el Instituto KSR para Ingeniería y Tecnología de india.
Al comienzo no podía pagar las cuotas ni los gastos de viaje, pero el universo se puso en acción, y conspiró como hace a veces para ayudar a alguien en una misión. Esta vez fue bajo la forma de una sociedad local. Ngugi dijo que fue mama Mboga, los dueños de tiendas y otros pequeños negocios, con sus amigos y familia, se unieron para financiar su viaje y gastos.
Llegada a India
Después de mudarse a India, estaba decidido a esforzarse al máximo y regresar con un título de ciencias de la computación.
Pero lo que planeamos y lo que ocurre suelen a estar a mundos de distancia, y así lo aprendió Ngugi de primera mano.
Apenas un semestre de haber empezado sus clases, Ngugi se dio cuenta de que todo lo que había soñado era solo un espejismo. A la realidad de los cursos, como explicó, «les faltaba la marca publicitaria que le habían dado». Además, su sociedad en Kenia solo financió su primer semestre, y Ngugi debía trabajar para pagar sus cuotas. Estresado y presionado, dejó los estudios.
Pero con las expectativas de toda su sociedad sobre sus hombros, Ngugi no estaba listo para volver a casa. Decidió seguir en India, aguantar y resistir.
Gracias a la muy unida comunidad de kenianos en India, su amigo Munene Robert, albergó a Ngugi.
La competencia de hackathon
Con dinero equivalente a 20 000 chelines (180 dólares), que había ahorrado, Ngugi se inscribió en un instituto de codificación, y se convirtió en un de los mejores estudiantes.
Mientras aprendía a codificar, Ngugi entró a una competencia de hackathon de codificación organizada por IBM en India, y llegó al segundo puesto. Hasta salió en los diarios indios por su talento en codificación. A IBM también le interesaba escuchar sus ideas de negocios. Ngugi presentó Office Space Finder, plataforma para conectar a jóvenes emprendedores con empresas que tienen espacio que pueden rentar. A IBM le encantó la idea. La financiaron, le asignaron a Ngugi, de 21 años, un atractivo salario y una vida que antes solo había existido como una utopía soñada en los resquicios de su mente.
No solo tenía un presupuesto para contratar gente y pagarle bien, también tenía in chofer que lo llevaba en un auto de la empresa. Si dijeras que Ngugi lo tenía todo, acertarías. Pero eso estaba a punto de cambiar.
Mujeres. Alcohol. Una vida libertina que parecía atractiva para un amo del universo de 21 años.
Errores y vergüenza
No pasó mucho tiempo para que sus jefes de IBM notaran su comportamiento descarriado. En marzo de 2015, el joven Ngugi fue despedido. La caída fue dura y fue directo al abismo de la depresión.
La vergüenza. De rico a mendigo. La depresión la carcomió la mente.
En su breve paso por la opulencia, los africanos que vivían en India lo admiraban. Como no podía volver a enfrentarlos, recurrió a huir de la ciudad. En ese momento, aún tenía buenos ahorros. Entre los 27 estados en India, solo había uno que Ngugi no visitó en ese tiempo, en su intento de dejar atrás su vergüenza. Al final se instaló en Meghalaya, donde fue maestro voluntario de matemática y de inglés, y fue tutor de niños menores de 11 años. También enseñó en una escuela para niños discapacitados en Shillong.
En 2016, llegó el altercado entre los dos homicidas indios y un africano en un rickshaw, que cambiaría la vida de Peter Ngugi para siempre.
Pedalear por la paz
Cuando Ngugi supo del incidente, quedó impactado y triste. En una entrevista con el explorador y montañista indio Anindya Mukherjee, dijo: «Se siente como si alguien estuviera arrancando la dignidad de África y no solo a una persona. Cuando se ataca a un negro por su color, entonces no es un ataque a una persona, es es un ataque a toda África».
Agregó: «A esta persona la mataron en un simple desacuerdo en un rickshaw, un día antes de su cumpleaños. Dice que la vida de un africano no vale nada. Se puede descartar en cualquier momento».
Quería que los africanos vivieran en armonía con los indios. Así que pensó en crear una plataforma en la que pudiera haber conversaciones sobre racismo y sus soluciones.
Ahí fue que le llegó al idea de recorrer en bicicleta por India, de organizar actividades en escuelas y reunirse con líderes indios y la Policía para tener charlas abiertas para tener una comprensión del racismo y presentar soluciones. A sus amigos indios les encantó la idea y le dieron financiamiento.

Peter Ngugi fue recibido por ciclistas en Odisha, India. Foto cortesía de Bird, usada con autorización
Una mañana, armado solo con coraje e inspiración de Diarios de Motocicleta del Che Guevara, Ngugi empezó el recorrido que lo llevaría a viajar más de 5000 kilómetros (310 millas) por siete estados en India, la primera vez que recorría largas distancias en bicicleta.
La acción de Ngugi fue algo que los indios aceptaron, una manera de entablar conversaciones sobre raza, condición social e identidad que podría mejorar vida en India, y una acción que cambió la vida de Ngugi tal como la conocía.

Recibimiento a Peter Ngugi en Guhawati, India. Foto cortesía de Bird, usada con autorización.