
Planta solar de Uarzazat vista desde el espacio, 20 de marzo de 2019, por ESA / Copernicus Sentinel-2A . Fuente: Wikimedia Commons (CC BY-SA 3.0 IGO).
La planta solar de Nur de Marruecos, ubicada cerca de la pequeña localidad de Uarzazat, en el centro-sur del país, es la mayor planta de energía solar concentrada del mundo y es una pieza central en la intención del país por convertirse en un líder mundial en energías renovables. Este ambicioso proyecto tiene el apoyo de inversiones europeas, y ha ganado reconocimiento internacional gracias a su potencial para reducir las emisiones de carbono y generar energía sostenible.
Pese a que la exitosa historia de energía renovable de Marruecos se celebra internacionalmente, crecen las preocupaciones sobre el impacto social de proyectos de gran escala, como Nur. Las comunidades rurales han sido desplazadas y los trabajadores enfrentan duras condiciones. Estas preocupaciones sobre los derechos humanos plantean interrogantes sobre la responsabilidad que tienen los inversionistas europeos y el Gobierno marroquí de asegurar que los beneficios de la energía renovable no se generen a costa de las poblaciones locales.
Ambiciones en materia de energía renovable
Marruecos ha establecido la ambiciosa meta de generar el 52% de su electricidad a partir de fuentes de energía renovable para 2030, y proyectos como Nur tienen un papel fundamental. Nur, que comenzó a funcionar en 2016, es parte del Plan Solar de Marruecos y abarca más de 3000 hectáreas de tierra. La planta utiliza innovadoras tecnologías de energía solar concentrada, que permiten almacenar energía y continuar produciéndola aun después de la puesta del sol.
El proyecto ha atraído fondos de miles de millones de dólares provenientes de países europeos, como Alemania, España y Francia, junto con instituciones financieras internacionales, como el Banco Europeo de Inversiones. Se considera que estas inversiones forman parte de una estrategia mayor de Europa, que busca combatir el cambio climático mediante el apoyo al desarrollo de las energías renovables en los países en desarrollo.
Sin embargo, mientras que estos proyectos son fundamentales para reducir las emisiones de carbono, el impacto social que genera en las comunidades locales suele pasarse por alto.
Desplazamiento de las comunidades locales
Una de las preocupaciones más acuciantes en torno a la planta solar de Nur es el desplazamiento de las comunidades locales. Por la gran extensión de la planta, hubo que adquirir tierras que las comunidades rurales han utilizado durante generaciones para la agricultura y el pastoreo. Aunque el Gobierno marroquí sostiene que lo consultó con la población local y haber ofrecido compensaciones, en un informe de 2019 de Wuppertal Institut, se sugiere que tales procesos no siempre fueron adecuados.

Nur 2 – Planta solar de Uarzazat. Foto de Richard Allaway, fuente: Flickr (CC BY 2.0).
El informe indicaba que muchas de las familias afectadas por el proyecto Nur sentían que no habían tenido elección y que la compensación recibida no cubría los impactos a largo plazo de la pérdida de sus tierras y su medio de subsistencia. Las organizaciones de derechos humanos han planteado asuntos similares y sostienen que se necesita hacer más para proteger los derechos de esas comunidades y para asegurar que los proyectos de desarrollo beneficien a todos, no solo a los inversionistas.
Derechos y condiciones laborales
Además del desplazamiento, las violaciones a los derechos laborales han sido otro punto de preocupación. Las leyes laborales de Marruecos, aunque en teoría son relativamente fuertes, no siempre se aplican de forma efectiva, en particular cuando se trata de proyectos de gran infraestructura, como Nur. Los trabajadores contratados por subcontratistas para construir y hacer el mantenimiento de la planta han dado cuenta de que enfrentan condiciones laborales precarias, como largas jornadas laborales, salarios bajos y medidas de seguridad inadecuadas.
Los inversionistas europeos, aunque se comprometieron a seguir las directrices éticas, han enfrentado críticas por no asegurar que se cumplan las normas en la práctica. Sin mecanismos de aplicación más estrictos, tanto en Marruecos como en las propias compañías, los trabajadores continúan siendo vulnerables a la explotación.
Responsabilidad europea e inversiones éticas
Los países y las instituciones europeas han sido promotores clave de los proyectos de energía renovable de Marruecos, ya que los consideran esenciales para alcanzar los objetivos climáticos mundiales. La proximidad geográfica entre Marruecos y Europa, y el potencial de exportación de energía del país lo convierte en un socio estratégico en la lucha contra el cambio climático.
La Unión Europea tiene marcos como el Pacto Verde y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que priorizan las inversiones éticas, pero los informes de organizaciones de la sociedad civil sugieren que esos compromisos no siempre se reflejan cuando los proyectos de gran escala se ponen en práctica. Las críticas sostienen que los inversionistas europeos deberían hacer algo más para asegurar que los derechos humanos se respeten y que las comunidades locales se beneficien de las oportunidades económicas que generan esas inversiones.

Complejo de la planta solar de Nur, detrás de la ciudad de Uarzazat. Foto de John Englart. Fuente: Flickr (CC BY-SA 2.0).
En una declaración de 2021, Amnistía Internacional solicitó mayor transparencia y responsabilidad de los Gobiernos europeos y de las compañías involucradas en los proyectos de energía renovable en el extranjero. Destacaron que la sostenibilidad ambiental debe ir de la mano con la responsabilidad social.
Desarrollo inclusivo
Las organizaciones de la sociedad civil en Marruecos se han pronunciado cada vez más con respecto al impacto social que genera los proyectos de energía renovable. Grupos como Germanwatch y la Fundación Heinrich Böll han solicitado una protección más integral para las comunidades desplazadas y los trabajadores involucrados en proyectos de gran infraestructura.
En el reporte de 2015 sobre la Conferencia sobre el Cambio Climático en Marruecos, en Rabat, se resaltó la necesidad de fomentar prácticas de desarrollo más inclusivas, que involucren a las comunidades locales desde el comienzo y que aseguren que no se las deje de lado en el apuro por construir recursos de energía renovable.
La necesidad de una transición justa
Mientras Marruecos continúa expandiendo el sector de energías renovables, proyectos como la planta solar de Nur son esenciales para los desafíos del cambio climático. Sin embargo, no pueden ignorarse los costos sociales de estas novedades. Los desplazamientos, las violaciones a los derechos laborales y la falta de compromiso significativo con las comunidades evidencian la necesidad de adoptar un planteamiento más equitativo en el desarrollo de las energías renovables.
Para los inversionistas europeos, el desafío consiste en asegurar que el apoyo que le dan a Marruecos para sus ambiciones en materia de energía renovable también promueva la responsabilidad social. Al hacerlos responsables, al igual que a sus socios, se puede ayudar a garantizar que la transición a las energías renovables sea realmente sostenible, para el ambiente como y para quienes viven en las comunidades afectadas por este tipo de proyectos.
1 comentario
La RAE define «Contexto» como «Entorno físico o de situación, ya sea político, histórico, cultural o de cualquier otra índole, en el cual se considera un hecho». Recalco el término y su significado porque es crucial e indispensable a la hora de ponerse a juzgar y generar opinión como se hace en este artículo.
Me explico: las plantas termosolares Noor de Ouazazate (y no «Nur» como se translitera castellanizando en esta traducción) están construidas en un tremendo secarral en el que ni había ninguna comunidad local ni ningún tipo de pastoreo de utilidad, al menos del mismo tipo que sigue habiendo en más de cincuenta kilómetros a la redonda.
Tampoco hay contexto en la relaciones laborales y económicas que sí han surgido en la comunidad. Véase por tales el enriquecimiento puntual que supuso para todo el entorno de Ouazazate la construcción de estas plantas durante muchos años. También ha de incluirse en ese contexto inexistente del artículo la generación de electricidad para la red nacional marroquí (ONEE) y los empleos estables que el secarral no daba.
Así que no entiendo el propósito del artículo y mucho menos los horrorosos y malintencionados titulares. A saber: «Inversiones europeas en Marruecos: ¿Energía renovable a costa de los derechos humanos?», «Desplazamiento de las comunidades locales», «Derechos y condiciones laborales», «Responsabilidad europea e inversiones éticas», «Desarrollo inclusivo», «La necesidad de una transición justa».
Dicho esto, te pediría, El Mehdi Boufaddi, que escribieras otro artículo rectificando ya que no encuentro en estos proyectos de energía renovable dónde no se respetan los derechos humanos ni las condiciones laborales ni se desplaza a ninguna comunidad ni se deja de lado con prácticas antiéticas a un pueblo que sólo ha agradecido que esto existiera y que daría palmas con las orejas si se hiciera otro proyecto igual.