
Escena del Supremo Tribunal Federal después de las explosiones. Imagen: arte de Global Voices sobre foto de Bruno Peres/Agência Brasil. Usada con autorización.
El 13 de noviembre, alrededor de las 19:30 horas, la diputada Erika Hilton estaba dando una conferencia de prensa sobre las novedades sobre una propuesta que podría reducir la jornada laboral a los brasileños en el salón del Palacio de Planalto, lugar de trabajo del presidente, cuando se oyeron dos explosiones. A solo 500 metros, una persona murió frente al Tribunal Supremo en Brasilia, capital federal de Brasil.
La primera explosión llegó de un auto estacionado cerca de la Cámara de Diputados que estaba lleno de fuegos artificiales, ladrillos y explosivos. Unos 20 segundos después, hubo una segunda explosión frente al Tribunal Supremo, que dejó un muerto. Los jueces estaban terminando una sesión y los hicieron salir del edificio como medids de seguridad.
El fallecido fue identificado como Francisco Wanderley Luiz, de 59 años. La Policía Civil lo mencionó como el propietario del auto. Estaba vestido con ropa con imágenes de palos de cartas, probablemente una referencia al archienemigo de Batman, Joker.
Para muchos en Brasilia, el incidente les hizo recordar cuando una multitud invadió y destrozó el edificio del Tribunal Supremo hace menos de dos años, el 8 de enero de 2023, en un intento de golpe de Estado una semana después de Luiz Inácio Lula da Silva asumió para un tercer mandato como presidente de Brasil.
Los ataques de 2023, junto con un segundo atentado con bomba, fueron la culminación de meses de protestas después de que Lula venciera al entonces presidente Jair Bolsonaro en las elecciones de 2022, y de que este se negara a reconocer los resultados.
Después de los ataques, se arrestó a más de 2000 bolsonaristas, como se conoce a los seguidores de Bolsonaro en Brasil. Algunos fueron sentenciados a 17 años de prisión por invadir y dañar edificios públicos de los Tres Poderes, el palacio presidencial, el Tribunal Supremo y el Congreso Nacional. El propio Bolsonaro, que se fue a Estados Unidos para no tener que ir a la toma de mando de Lula, actualmente está bajo investigación por promover actos antidemocráticos.
La Policía Federal inició una investigación oficial sobre este último ataque. Las conclusiones aún no se han publicado.
¿Quién es Francisco Wanderley Luiz?
Las autoridades siguen investigando a Francisco Wanderley Luiz y su posible motivación en los atentados. Es cerrajero de oficio, y en 2020, postuló como concejal de la ciudad de Rio do Sul, de apenas 72 500 habitnates en el estado sureño de Santa Catarina. Luiz, que se identificaba como Tiü França, estaba afiliado al Partido Liberal, al que Bolsonaro se unió un año después, en 2021.
Los medios brasileños, como ICL, han estado informando que Luiz estuvo publicando amenazas en sus medios sociales meses antes del atentado. El 24 de agosto, Luiz publicó un selfie desde el plenario del Supremo Tribunal con la leyenda: “Dejaron que el zorro entrara al gallinero” y “Están advertidos”.
Ese mismo día, visitó la oficina del diputado Jorge Goetten, político afiliado al partido Republicano y parte de las bases de Bolsonaro. El diputado, que dijo que no estaba en su oficina cuando Luiz intentó visitarlo, dijo al diario Folha de S. Paulo que conocía a Luiz desde hace más de 30 años, y cada vez que se encontraron en el último año, Luiz parecía “emocionalmente sacudido”.
ICL también menciona capturas de pantalla de mensajes de WhatsApp que el hombre se envió a él mismo. En uno escribe: “¿¿¿Jugamos??? Policía Federal, tienen 72 horas para desarmar la bomba en la casa de asquerosos comunistas”.
Al día siguiente del ataque, la Policía Federal dijo en conferencia de prensa que había estado viviendo em Brasilia desde hacía tres o cuatros meses y que los explosivos eran hechos a mano, pero con un alto potencial para causar daño. Un video muestra al hombre que arroja lo que parecen pequeños explosivos a la estatua de la Justicia frente al Tribunal Supremo y pone la mano en la cabeza de otra, lo que causó su muerte.
La Policía Federal dijo que Luiz estaba en Brasilia en enero de 2023, pero aún debe confirmar si participó en los ataques del 8 de enero. La casa alquilada en la que estuvo viviendo, en las afuera de Brasilia, contenía más explosivos y estaba lleno de grafiti que hacían referencia al acontecimiento.
¿Lobo solitario o asunto sistémico?
Aunque algunos ven los ataques como la acción de un “lobo solitario”, la historia es parte de un contexto mayor que se ha estado gestando en Brasil en los últimos años. El director general de la Policía Federal, Andrei Passos Rodrigues, confirmó que grupos extremistas siguen activos en Brasil:
Não descartamos nenhuma hipótese. Eu tenho algumas ressalvas com essa expressão do lobo solitário. Ainda que a ação visível seja individual, por trás dessa ação, nunca há só uma pessoa, há sempre um grupo ou ideias de um grupo ou extremismos e radicalismos que levam ao cometimento desses delitos.
No descartamos ninguna hipótesis. Tengo algunas reservas con esa expresión del lobo solitario. Aunque la acción visible sea individual, atrás de esa acción, nunca hay una sola persona, siempre hay un grupo o ideas de un grupo o extremismos y radicalismos que los llevan a cometer esos delitos.
Casi dos años después de los ataques del 8 de enero y con el expresidente Bolsonaro a punto de ser denunciado por su participación, políticos que lo apoyan han estado tratando de dar amnistía a todos los involucrados en los ataques. Han intentado negociar esto en las recientes elecciones para la presidencia de la Cámara de Diputados.
El propio Bolsonaro no puede postular a ningún puesto públicos hasta 2030 después de que lo acusaron por una reunión en la que ataco al sistema electoral y lo acusó de fraude sin presentar evidencia alguna frente a un grupo de embajadores justo antes de las elecciones de 2022. Su pasaporte también fue retenido por la Policía Federal por otras investigaciones vinculadas a él.
Durante toda su presidencia, el expresidente daba discursos frecuentes que describe al Tribunal Supremo y sus jueces como enemigos. Un día después de este último ataque, el 14 de noviembre 14th, publicó un comunicado en el que lo llamó “un episodio triste” y un “hecho aislado”, y dijo que “ya es momento de que Brasil cultive un ambiente adecuado para que las diferentes ideas puedan confrontarse pacíficamente”.
El juez Alexandre de Moraes, a cargo de la investigación sobre milicias digitales, los ataques del 8 de enero y ahora de las explosiones, dijo que el contexto que llevó a este último ataque empezó cuando el infame gabinete de odio incitó discurso de odio contra instituciones brasileños, sus servidores y sus familias. En 2023, el propio juez fue atacado por bolsonaristas en un aeropuerto en Rome, cuando viajaba con su familia.
Isso foi se avolumando sob o falso manto de uma criminosa utilização da liberdade de expressão. Ofender, ameaçar, coagir, em nenhum lugar do mundo isso é liberdade de expressão, isso é crime. Isso foi se agigantando e resultou, a partir da tentativa de descrédito das instituições, no 8 de janeiro.
Eso aumentó con el falso manto de un uso criminal de la libertad de expresión. Ofender, amenazar, coaccionar. en ningún lugar del mundo eso es libertad de expresión, eso es un delito. Eso fue creciendo y resultó, a partir de la tentativa de desacreditar las instituciones, el 8 de enero.
Moraes también se opuso firmemente a la posibilidad de un acuerdo de amnistía. Sostuvo que una amnistía para delincuentes no permitiría un proceso de paz y que un “delincuente amnistiado es un delincuente impune”.
A mediados de noviembre, el presidente Lula no ha dicho nada públicamente sobre el ataque. Estuvo en el palacio de Alvorada, la residencia presidencia, cuando empezaron las explosiones.
El 18 de noviembre, Brasil recibirá a líderes mundiales en Río de Janeiro para la cumbre del G-20, reunión anual de líderes e interesados internacionales. Tras los ataques, los funcionarios ya están evaluando cómo reforzar el plan de seguridad de la ciudad.