
presidente de Estados Unidos, Donald J. Trump, le da la bienvenida al entonces primer ministro de la República Islámica de Pakistán, Imran Khan, lunes 22 de julio de 2019, en la entrada del vestíbulo del Ala Oeste de la Casa Blanca. Foto oficial de la Casa Blanca por Joyce N. Boghosian. Imagen vía Flickr por Archivo de la Casa Blanca de Trump (dominio público).
Desde hace mucho tiempo, la compleja relación entre Estados Unidos y Pakistán ha estado marcada por la combinación entre la cooperación y una fuerte hostilidad por los conflictivos lazos diplomáticos, la política nuclear y los problemas regionales, como la guerra en Afganistán. Muchos pakistaníes ven a Estados Unidos como una fuerza extranjera que interviene en sus asuntos internos, una historia creada por décadas de agitación política, inestabilidad económica y operaciones militares, en particular durante la «Guerra contra el Terrorismo» estadounidense.
Esta historia se consolidó cuando el ex primer ministro Imran Khan fue destituido hace dos años, que culpó rápidamente a Estados Unidos por su destitución. Khan fue destituido en 2022 luego de una moción de censura del Parlamento de Pakistán. En enero de 2024, fue sentenciado a 10 años en prisión por corrupción, pocas semanas antes de las elecciones pakistaníes de febrero. Sin embargo, el ex jugador de críquet y ahora político Imran Khan, afirmó que los principales generales militares de su país y de Washington conspiraron en su contra para destituirlo de su puesto. Tal hecho nunca se confirmó, pero sus partidarios igualmente lo creyeron.
Ahora, luego de que Donald Trump logró una victoria decisiva sobre Kamala Harris en las elecciones presidenciales de 2024, los partidarios del encarcelado ex primer ministro pakistaní Imran Khan sostienen que Trump va a publicar un tuit que destaque la situación de Khan. Ambos líderes parecen compartir una estrecha relación, que comenzó cuando el entonces primer ministro Khan visitó la Casa Blanca en julio de 2019. La reunión se consideró una victoria diplomática para Khan, ya que elevó su prestigio internacional e insinuó una mejora de las relaciones entre Estados Unidos y Pakistán.
Teniendo en cuenta esos tiempos, los partidarios de Khan, incluidos muchos de los más de 625 000 miembros de la comunidad pakistaní-estadounidense tienen la esperanza de que Trump esté dispuesto a abogar por el ex primer ministro en su segundo mandato. Cuando Trump era presidente, se reunió varias veces con Khan, que era entonces primer ministro, e incluso lo recibió en la Casa Blanca. Cuando ambos líderes volvieron a encontrarse en 2020, con ocasión del Foro Económico Mundial de Davos en Suiza, Trump describió a Khan como un «muy buen amigo mío«.
La comunidad pakistaní-estadounidense de Estados Unidos ha entablado una estrecha relación con la campaña de Trump y se comprometió a apoyarlo y no a Kamala Harris, la candidata demócrata. Trump tiene una actitud no intervencionista y antibelicista y ha declarado que se opone a las «operaciones de cambio de régimen» en suelo extranjero.
El suspenso en torno al regreso de Trump se ve agravado por las promesas de su campaña, como la de abogar por la excarcelación de Khan. En un video que circula por las redes sociales se lo puede ver prometiendo accionar por la liberación de Khan; aunque resultó ser un viejo video modificado por los partidarios de Khan, y que en realidad nunca ocurrió.
Mientras Trump se prepara para tomar el mando en enero de 2025, una pregunta todavía permanece: ¿intervendrá Trump en la política pakistaní? Aunque los seguidores de Khan se sienten claramente optimistas al respecto, es fundamental considerar las ramificaciones de la política exterior de Estados Unidos en el sur de Asia, especialmente con un líder como Trump, que ha demostrado un enfoque transaccional de las relaciones internacionales. La política exterior de Trump ha priorizado a menudo las relaciones personales y las recompensas a corto plazo sobre los objetivos estratégicos a largo plazo.
Históricamente, el Gobierno estadounidense ha utilizado su autoridad para influir en los resultados de Pakistán, con frecuencia ha favorecido a los intereses geopolíticos por encima de las normas democráticas. No se puede exagerar la influencia militar sobre la política pakistaní; el estamento militar ejerce un poder significativo y dicta a menudo las decisiones de política exterior. Los analistas piensan que, sin importar quién ocupe la Casa Blanca, lo más probable es que Estados Unidos prefiera tratar con el Ejército pakistaní y no con sus políticos. Este hecho presenta grandes obstáculos para Khan, que se ha diferenciado de los sistemas de poder tradicionales tanto en Pakistán como en Estados Unidos.
El gobierno de Biden reanudó el apoyo militar y las inversiones en Pakistán, con atención en la tecnología y la energía renovable, rubros que Trump podría no priorizar, dado sus antecedentes. La idea de que Trump adopte una postura más indulgente con Khan no garantiza que ignore los intereses estratégicos de Estados Unidos en la zona, especialmente en lo que respecta a las relaciones con India y la lucha contra el dominio chino.
No obstante, la intervención de Trump, aunque fuera teóricamente solo para apoyar a Khan, sería arriesgada. Los antecedentes de Trump indican que sus decisiones en política exterior suelen estar influidas por vínculos personales e intereses financieros más que por una postura ideológica coherente, lo que genera dudas sobre su compromiso a largo plazo con cualquier resultado concreto en Pakistán. Además, el posible compromiso de Trump con Pakistán puede exacerbar las divisiones, sobre todo si su respaldo se interpreta como una toma de partido contra el sistema militar. Esta postura podría reforzar la ideología de los partidarios de Khan y exacerbar la larga lucha de poder entre civiles y militares en el país.
Cabe destacar que Washington considera a Islamabad como un aliado contra Teherán en caso del improbable conflicto contra Irán. Hubo algo de consenso al respecto durante las conversaciones estratégicas entre Estados Unidos y Pakistán. Ahora que los republicanos han tomado el control de la Casa Blanca y del Senado, y probablemente la Cámara de Representantes de Estados Unidos, el nuevo gobierno se pondrá en contacto con Pakistán sin tener en cuenta a Khan ni a otros legisladores. Cualquier influencia del gobierno de Trump estaría motivada por los objetivos estratégicos de Estados Unidos, especialmente en el sur de Asia, como la seguridad regional y la lucha contra la influencia de China, y no por meras consideraciones humanitarias.