Escuela secundaria rural de Trinidad tiene la esperanza de combatir crisis climática con acciones comunitarias

El vetiver ha logrado reducir la vulnerabilidad al ayudar a estabilizar las laderas, lo que puede mitigar los corrimientos de tierra y las inundaciones. Imagen vía Canva Pro.

Recientemente, alumnos de la Escuela Secundaria de Vessigny, en la costa sur de Trinidad, plantaron 13 metros de hierba vetiver y 30 árboles frutales en el recinto escolar con el fin de aumentar la resistencia al cambio climático.

Las largas y robustas raíces de la planta vetiver (que pueden penetrar hasta tres metros en el suelo) ofrecen una de las soluciones más rentables y ecológicas para mitigar algunos de los efectos negativos de la crisis climática, con la que luchan los pequeños Estados insulares en desarrollo (PEID), como los caribeños.

Esta gramínea (de nombre científico Chrysopogon zizanioides) se adapta perfectamente al caluroso clima caribeño y ha logrado admirablemente estabilizar taludes, controlar la erosión e incluso rehabilitar suelos que pueden haber sido contaminados por agentes contaminantes. También puede resistir sequías e inundaciones, lo que la convierte en una opción singularmente resistente para ayudar a reducir los efectos nocivos del cambio climático, especialmente en lo referente a inundaciones y corrimientos de tierras.

La iniciativa de plantación se llevó a cabo con la ayuda de la organización no gubernamental (ONG) ambiental IAMovement y la organización de sostenibilidad Advisors Next Door, y formaba parte del programa Inspire2Achieve (I2A), que hace dos años presentó la empresa estatal National Gas Company (NGC) para explorar cómo las prácticas sostenibles pueden ayudar a proteger y preservar el entorno natural a nivel comunitario.

Hasta ahora, el trabajo se ha centrado en las zonas rurales que NGC considera sus «comunidades valladas», donde parte del objetivo es hacer que los los jóvenes participen en debates sobre temas como la sostenibilidad, el espíritu empresarial y la tecnología. Se enseñó a los estudiantes métodos adecuados de plantación, ya que las comunidades rurales de todo el país, especialmente las que también están cerca de la costa, como Vessigny, tienden a ser más vulnerables a los efectos nocivos de la crisis climática, y durante los fenómenos meteorológicos extremos, esas comunidades deben saber cómo responder.

Según la Evaluación de la Vulnerabilidad y la Capacidad de Trinidad y Tobago de 2019, zonas como Vessigny están clasificadas como de alto riesgo ante fenómenos como los corrimientos de tierra, razón de más para que Kevan Kalapnath-Maharaj, director general de IAMovement, considerara importante la iniciativa para dar a los jóvenes «los conocimientos y las herramientas que necesitan para combatir el cambio climático y restaurar los ecosistemas».

Kacey Brown, estudiante que participó en la iniciativa, añadió: «La acción de hoy nos ha permitido conocer mejor la conservación del ambiente, las estrategias de mitigación del cambio climático, la adaptación al clima e incluso los aspectos empresariales de estos temas». En opinión de los estudiantes, la iniciativa consiguió «motivarnos a hacer el cambio e informar a los demás de lo que hemos aprendido para que algún día podamos conseguir un futuro sin catástrofes».

El 13 de octubre, al día siguiente de que los alumnos terminaron de plantar vetiver y árboles, fue el Día Internacional para la Reducción del Riesgo de Desastres. Su lema para 2024, «Empoderar a la siguiente generación para un futuro resiliente», era bastante apropiado, teniendo en cuenta que la nueva vegetación no solo reducirá la probabilidad de desprendimientos de tierra, sino que también ayudará a frenar la liberación de dióxido de carbono, uno de los principales gases de efecto invernadero que provocan la crisis actual.

Del mismo modo que Guyana, el nuevo productor de petróleo del Caribe, espera tener también el oro y el moro como proveedor de combustibles fósiles con bajas emisiones de carbono, NGC ha destacado las iniciativas de sostenibilidad. La empresa parece decidida a encontrar que la sostenibilidad coexista con la exploración y producción de energía. En el Informe de Sostenibilidad 2022 de la empresa, el entonces presidente de la organización, Mark Loquan, lo denominaba «el trilema energético: la necesidad de equilibrar las prioridades contrapuestas de seguridad energética, asequibilidad y sostenibilidad».

Otras empresas energéticas que operan en Trinidad y Tobago también han identificado el ambiente como parte de sus campañas de responsabilidad social corporativa. Bajo su propia bandera de sostenibilidad, por ejemplo, la multinacional Atlantic LNG ha organizado una serie de educación ambiental. En colaboración con el Proyecto de Reforestación Comunitaria de Fondes Amandes (FACRP), esta intervención estructurada lleva a los niños de primaria de excursión, para que adquieran conocimientos prácticos sobre la necesidad crítica de conservar y proteger nuestro ambiente. Así, desde una edad temprana aprecian el impacto del cambio climático y sus efectos, por ejemplo cómo afectan los incendios forestales a la biodiversidad, y cómo el vetiver ayuda a ligar y fortalecer el suelo, pues evita deslizamientos e inundaciones.

John Stollmeyer, ecologista trinitense que participó en las primeras fases del proyecto Atlantic/FARCP, declaró a Global Voices que el trabajo realizado a través de la iniciativa merece la pena y es importante, y que la FACRP puede hacer mucho por la comunidad con el apoyo empresarial que recibe. Pero dice también que, al ritmo actual de extracción de los recursos materiales finitos de la Tierra, programas como este no bastan para cambiar el desenlace inminente de la crisis climática. Ya se han han traspasado seis de los nueve límites planetarios, afirma Stollmeyer, y «cuanto antes detengamos esta extracción (incluida la de combustibles fósiles), más posibilidades tendremos de no extinguirnos».

Mientras regiones vulnerables como el Caribe enfrentan los efectos cada vez más graves de la catástrofe climática, queda por ver si este intento de equilibrio del «trilema energético» puede lograrse de forma eficaz. Aunque hace tiempo que se prometió una diversificación económica que se alejara de la economía del petróleo y el gas de Trinidad y Tobago, los planteamientos alternativos han tardado en llegar.

Por su parte, NGC ve el programa como una forma colaborativa y educativa de impulsar soluciones naturales que apoyen los objetivos ambientales y de preparación ante catástrofes de Trinidad y Tobago. Reconociendo que «la acción inmediata es esencial en la lucha contra el cambio climático», el director de Sostenibilidad, Mario Singh, señaló que «une a los jóvenes líderes para contribuir a soluciones significativas, con herramientas como los planteamientos naturales para impulsar un impacto climático positivo».

Tal vez si se consiguiera acelerar el abandono de los combustibles fósiles a escala mundial y foros como la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (la más reciente fue la COP29 celebrada en Bakú, Azerbaiyán) prestaran más atención a las sugerencias de líderes regionales, como la primera ministra de Barbados, Mia Mottley, y «reconocieran que nos encontramos en medio de una crisis climática, que nos precipitamos a la catástrofe a menos que actuemos ya», estos actos tendrían mayor repercusión.

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