
Imagen de Khagendra Khatri. Usada con autorización.
Este artículo de Marty Logan se publicó originalmente en Nepali Times, y Global Voices reproduce una versión editada como parte de un acuerdo para compartir contenido.
Khagendra Khatri tiene la vista puesta en trabajar en Corea del Sur. Hasta se ha mudado del distrito de Rolpa al distrito de Dang en la provincia Lumbini de Nepal para que pueda tomar clases para prepararse para el examen obligatorio de coreano.
Un día, un hombre se le acercó en el Tulsipur, en el distrito de Dang, y le preguntó si le interesaba ir a trabajar a Rusia. Le contestó que no estaba interesado, pero el hombre insistió. Seis semanas después, Khatri cambió sus planes, y el 15 de octubre de 2023, partió de Katmandú a Moscú vía Dubái, junto con otros 52 nepalíes que buscaban empleo.
Había oído de la guerra entre Rusia y Ucrania, pero el reclutador le había prometido un empleo como cocinero detrás de la línea del frente. El salario sería de 500 000 rupias (3698 dólares) al mes, y después de un año, tendría residencia permanente en Rusia. A Khatri también le dijeron que después podría optar para una visa para Estados Unidos.
Los nepalíes del grupo pasaron unos días en Moscú completando documentos. Luego los metieron a un bus y los llevaron a un campo en el bosque, donde los entrenaron durante un semana, y hasta les enseñaron a usar un rifle.

Khagendra Khatri con otros soldados nepalíes en Rusia. Imagen de Khagendra Khatri. Usada con autorización.
En ese momento, Khatri seguía pensando que cocinaría para los soldados.
“Recién cuando nos llevaron al segundo campo de entrenamiento fie que vi que mi nombre apareció en una lista de reclutas que iba al combate. Y fue ahí que me di cuenta de que iba a la guerra”, recordó Khatri en una entrevista en Katmandú.
“Después de ver mi nombre, empecé a hablar con un soldado que parecía importante, con Google Translate”, continuó. “Intenté convencerlo de que me sacara. No me escuchó al comienzo, pero seguí hablándole un día y medio, y finalmente aceptó llevarse a siete de los nepalíes si cada uno le pagaba 17 000 rublos [174 dólares]”.
El hombre bajó a los nepalíes de su vehículo a unos cinco kilómetros del campamento a medianoche. De ahí empezaron a caminar por el bosque en el frío invierno ruso.
“No temíamos que alguien viniera a capturarnos», dice Khatri. “Teníamos más miedo de encontrarnos con animales salvajes, ¿qué haríamos? También nevaba, así que nos preocupaba que pudiéramos morir en el frío».
El grupo caminó 16 horas seguidas, hasta que un vehículo se acercó y se detuvo. Después de que explicaron lo que había pasado y de dónde eran, el conductor aceptó llevarlos las siete horas que faltaban hasta Moscú.
Al saber que sus visas habían vencido, el atento conductor los llevó a un albergue donde sabía que estarían a salvo. Hasta se negó a aceptar dinero por llevarlos hasta allí y ayudarlos.
A salvo en el albergue, los hombres se pusieron en contacto con amigos y familiares en Nepal, que les enviaron billetes de avión. Un día después, ya estaban en el aeropuerto de Moscú, embarcando en su vuelo de regreso a casa.
Hoy, casi exactamente un año después, Khatri dice que la experiencia a veces parece irreal: «En realidad parece un cuento, y quizá la gente no lo crea. Pero cuando estaba allí, tenía mucho miedo. Algo que pensaba era… oh, esto es todo, voy a morir aquí», dice.
Khatri ha iniciado una granja en Rolpa con su familia. Pero dufa que gane lo suficiente para pagar el millón de rupias (cerca de 7741 dólares) que debe de préstamos. Ahora busca una nueva oportunidad en el extranjero, que sea más segura.
Cuando le preguntaron si tenía miedo de que lo volvieran a engañar, dijo: “Sí, tengo miedo de eso. Y creo que es normal pensar así. Pero pensándolo bien, si elijo países que tengan acuerdo con el Gobierno de Nepal, tal vez no vuelvan a engañarme”.
Khatri dice que no se le ocurre ninguno de sus compañeros al que le haya ido bien sin emigrar al extranjero. Agrega: “A la mayoría de mis amigos, incluso quienes intentaron hacer algo en Nepal, no les ha ido bien y finalmente tuvieron que irse. No creo haber visto que a ninguno de mis amigos les haya ido bien en Nepal”.
Khatri y los otros nepalíes fueron reclutados por Mohan Oli y Nim Bahadur Kunwar (Sushant), según una denuncia del Centro para Periodismo de Investigación Nepal. La Policía tiene una lista de 61 traficantes involucrados en reclutar nepalíes en el Ejército ruso, y arrestó a 22 hombres. Algunos devolvieron lo que les pagaron y la mayoría ha quedado en libertad.
Se estima que hay miles de nepalíes en el Ejército ruso. Al menos, 44 han muerto en acción, y seis fueron capturados. Se dice que son prisioneros de guerra en Ucrania.