Saydnaya: En Siria, un legado de dolor busca una limpieza honorable

Dier Saidnaya (convento de Saydnaya). Foto de Hend-s23 via Wikipedia Commons (CC BY-SA 4.0).

En la sombra de la caída de Bashar al-Assad, Siria enfrenta el precipicio de un nuevo capítulo. Durante más de diez años, los símbolos de la opresión del régimen han atormentado la memoria colectiva de los sirios. Entre estos símbolos, ninguno es tan estremecedor y emblemático de la brutalidad de Assad como la prisión de Saydnaya. Se le conoció en el mundo como el «matadero humano», y su nombre se convirtió en sinónimo de la tortura sistemática, ejecuciones en masa y la desaparición de incontables vidas.

Como alguien cuyo apellido, Alhames, está profundamente arraigado en Saydnaya, esta asociación oscura ha sido una pesada carga. Saydnaya no es solo un lugar infame; es una ciudad histórica con un legado de armonía entre sus habitantes.

Se cree que el nombre del lugar, Saydnaya (en sirio: ܣܝܕܢܝܐ), podría significar «nuestra señora». Es una ciudad ubicada en las montañas, 1500 metros (4900 pies) sobre el nivel del mar, a 27 kilómetros (17 millas) al norte de la ciudad de Damasco en Siria. Ahí queda un monasterio griego ortodoxo que se cree fue fundado por el  emperador bizantino Justiniano I, y donde hay un reconocido ícono de la Virgen María, adorado por cristianos y musulmanes hoy en día.

Para quienes apreciamos su belleza e historia, la notoriedad de la prisión ha sido una dolorosa mancha en una orgullosa identidad. Sin embargo, ahora que Siria comienza a sanar, esperamos convertir el capítulo más oscuro de Saydayna en una historia de renovación y memoria.

Los horrores de la prisión de Saydnaya

Bajo el régimen de Assad, la prisión de Saydnaya se convirtió en un sitio de crueldad inimaginable. Los testimonios de los sobrevivientes y las investigaciones realizadas por organizaciones de derechos humanos revelaron una sombría realidad: los detenidos eran sometidos a torturas, hambre y ejecuciones en un esfuerzo sistemático por aplastar a la disidencia. La confidencialidad de la prisión resguardaba los horrores, y dejaba a las familias de los desaparecidos en una agonizante incertidumbre sobre el destino de sus seres queridos.

En 2017, informes de Amnistía International y otros grupos compararon a la prisión con un «matadero«, donde miles eran ejecutados en la horca a diario. Con frecuencia, las víctimas eran enterradas en fosas masivas, sin identidad, y sus historias quedaban silenciadas. Durante años, el nombre Saydnaya provocó miedo y dolor, y se convirtió en un duro recordatorio de la capacidad de inhumanidad del régimen.

La gente de Saydnaya: una carga vergonzosa

Para los habitantes de Saydnaya, incluidas familias como la mía, la triste fama de la prisión ha sido una fuente de vergüenza colectiva. Saydnaya es una ciudad con una historia importante, el hogar de monasterios antiguos y un legado cultural vibrante. Ha sido un lugar de coexistencia donde distintas comunidades han vivido en armonía durante siglos. Es devastador ver su nombre manchado por las atrocidades de un régimen que no elegimos.

A pesar de esto, los pobladores de Saydnaya siempre han sido resilientes. Entendieron que los horrores de la prisión no son un reflejo de la identidad de la ciudad sino de una dictadura que hizo del miedo y de la violencia un arma. Con la caída de Assad, la población de Saydnaya está lista para recuperar la narrativa de la ciudad, y de dar vuelta la página de una dolorosa historia.

Para muchas familias, como la mía, la lucha por la justicia tuvo un costo muy alto a nivel personal. Varios miembros de la familia Alhames enfrentaron persecución por su ideas políticas y críticas públicas al régimen. Forzados al exilio, algunos se refugiaron en La Haya, Países Bajos, y dejaron atrás sus hogares, sus trabajos y la familiaridad de su tierra.

El dolor de la deportación fue inmenso, verse arrancado de Saydnaya, un lugar muy querido, y para ser lanzado a un mundo poco conocido como consecuencia de la búsqueda de justicia. A pesar de las dificultades, el exilio también reforzó nuestra convicción de luchar por una Siria donde nadie tenga que soportar tales sacrificios por decir la verdad.

Hoy que el régimen cae, esos sacrificios son revalorizados, y el sueño de regresar a una Siria libre se convierte en una realidad tangible.

Una visión de transformación

Una de las formas más profundas para honrar a las víctimas de la prisión de Saydaya es transformar al sitio en un museo dedicado a su memoria, concebir esta transformación como un testimonio de la resiliencia de los sirios y un poderoso recordatorio de las consecuencias de la tiranía.

Saidnaya, tomada el 3 de marzo, 1936. Foto:Ejército del Levante, Licencia abierta, vía Wikimedia Commons.

Un museo en Saydnaya preservaría la Verdad, educaría a las generaciones futuras, promovería la reconciliación y, lo más importante, recuperaría la identidad de Saydanaya pues convertiría un lugar de horror en un sitio de aprendizaje y memoria. El museo ayudaría a restaurar la reputación de Saydnaya como una ciudad de historia y de cultura.

Como sirios, siempre hemos estado orgullosos de nuestras ciudades y su identidad única. La reputación de Saydnaya debería reflejar su relevancia historia, su contribución a la cultura siria y la resiliencia de su gente. Al recuperar y celebrar su legado, podemos avanzar más allá de las sombras del pasado.

1 comentario

Únete a la conversación

Autores, por favor Conectarse »

Guías

  • Por favor, trata a los demás con respeto. No se aprobarán los comentarios que contengan ofensas, groserías y ataque personales.