
Captura de pantalla de anciana en el campo de refugiados de Dadaab del documental Radio Dadaab de la Fundación para la Justicia Ambiental (EJF). Usada con autorización.
En el documental Radio Dadaab, producido por la Fundación para la Justicia Ambiental (EJF), Fardowsa Sirat Gele señaló: «En 1991, durante la guerra civil en Somalia, estas personas huían de la guerra. Pero esta vez, vemos más gente que huye de Somalia a causa de la sequía».
Sirat, periodista refugiada de 25 años del campo de Dadaab, el mayor campo de refugiados del mundo situado en Kenia, cerca de la frontera con Somalia, ofrece una visión de las dificultades que enfrentan los refugiados en el campo. El documental, producido durante la visita de EJF al campo, recoge las experiencias de varios refugiados y destaca cómo los fenómenos meteorológicos extremos, exacerbados por el cambio climático, están provocando un aumento significativo de la migración y el desplazamiento. La investigación también revela los vínculos entre el calentamiento global y las generaciones de migraciones climáticas.
Campo de refugiados de Dadaab

Niños en el campo de refugiados Dadaab. Foto de EJF, usada con autorización.
El campo de refugiados de Dadaab, en Kenia, alberga a más de 300 000 refugiados, principalmente de Somalia, pero también de otras partes de África. Aunque quienes viven en el campo tienen acceso a necesidades básicas como alimentos, educación, atención sanitaria, comercio y actividades recreativas, sus movimientos están restringidos a un radio de 50 kilómetros del campo. A los refugiados no se les permite establecer asentamientos permanentes, y personas como Serat, que nació y creció en el campo, enfrentan profundos problemas de identidad. El Gobierno keniano no expide certificados de nacimiento a estas personas, y regresar a sus países de origen para obtener documentación no es una opción por la prolongada guerra y al conflicto que asola Somalia desde hace décadas.
Por su parte, en 2022, el Gobierno keniano aprobó la Ley de Refugiados de 2021, que establece que los campos de refugiados se convertirán en asentamientos integrados, lo que crea oportunidades para integrar a los refugiados en la comunidad de acogida. La ley ofrece a los refugiados libertad de movimiento, derecho al trabajo y acceso a servicios financieros, entre otros derechos.

Vista aérea del campo de refugiados Dadaab. Foto de EJF, usada con autorización.
Consecuencias del cambio climático
El número de desplazados dentro de sus propios países aumenta. Entre 2013 y 2023, los fenómenos meteorológicos extremos provocaron un promedio anual de 23,6 millones de desplazados dentro de sus propios países en todo el mundo, y los desplazamientos internos alcanzaron los 32,6 millones solo en 2022. El informe menciona los impactos de estos devastadores fenómenos meteorológicos junto con historias de refugiados climáticos multigeneracionales en sus propias palabras, muchos por primera vez.
Las consecuencias del calentamiento global se han dejado sentir con fuerza en el Cuerno de África, donde los refugiados somalíes están en primera línea de la crisis climática, a pesar de no contribuir casi nada a las emisiones de carbono que alimentan el colapso climático. En 2019, Somalia tenía una huella de carbono per cápita de apenas una quinta parte de la de la Unión Europea y todo el continente africano solo contribuye en torno al 3,8% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Al mismo tiempo, los modelos climáticos revelan que, como estimación conservadora, acontecimientos como la sequía que se ha desatado en el Cuerno de África son cien veces más probables por el cambio climático provocado por el hombre.
Las devastadoras consecuencias que esto ha tenido en la vida de las personas se muestran en la población que vive en el interior del campo de refugiados de Dadaab, al que se ha calificado de «prisión al aire libre», según el nuevo informe de la EJF. El campo se diseñó originalmente para albergar a 90 000 personas, en su mayoría refugiados somalíes que huían de la guerra civil de 1991 en Somalia.
Sin embargo, según el informe de la ONG, la población ha aumentado desde entonces a más de tres veces y media ese tamaño. Entre 2022 y 2023, Dadaab tuvo una afluencia de refugiados debido a las sequías y al conflicto, lo que hizo que la población del campo pasara de 234 000 en julio de 2022 a 320 000 en marzo de 2023.
En 2024, las graves inundaciones en África Oriental desplazaron a muchos refugiados somalíes, los obligaron a pasar penurias similares en los campos de refugiados de Kenia. Según el último informe de la EJF, se prevé que la intensidad de estas crisis aumente sin una intervención urgente y un apoyo sostenido de la comunidad internacional.
El equipo de la EJF visitó el campo de Dadaab en septiembre de 2022, tras la mayor llegada de refugiados climáticos en décadas. Como se evidencia en el documental, durante este viaje, quienes viven en Dadaab contaron a la EJF cómo la sequía había diezmado su ganado y arruinado sus cosechas, y los había obligado a abandonar sus hogares y buscar refugio.
Halima Hassan Ibrahim, madre soltera de siete hijos que vive con discapacidad en Dadaab, contó a la ONG: «Teníamos diez vacas y 50 cabras. Todas las vacas y cabras murieron y todo lo demás quedó destruido. Soy madre y padre de mis hijos, y no tengo nada para ellos».
Según EJF, la situación ha empeorado significativamente desde entonces, más de 23,5 millones de personas sufren inseguridad alimentaria aguda en la región en el punto álgido de la sequía, en mayo de 2023. En Somalia, 8,25 millones de personas –casi la mitad de la población del país– necesitaban asistencia vital, y 43 000 personas murieron, la mitad de ellas niños menores de cinco años.
Juntos para enfrentar la crisis
Para enfrentar la sequía, el Gobierno federal de Somalia puso en marcha un conjunto de iniciativas financiadas por el Banco Mundial por valor de 420 millones de dólares, como el Proyecto de Resiliencia Urbana de Somalia (Nagaad), a través del cual se dio ayuda de emergencia y asistencia en efectivo a más de 400 000 desplazados internos que llegaban a centros urbanos ya desbordados como Mogadiscio, Baidoa y Garowe.
Steve Trent, director general y fundador de la Fundación para la Justicia Ambiental, señaló en correo electrónico a Global Voices:
The significant loss of life, forced displacement and widespread suffering caused by the climate crisis, revealed by our investigation, is a choice. Every fossil fuel CEO prioritising profit over people, every world leader failing to deliver the urgent change we need, is actively picking this course. It’s time to chart another, and for the international community to act quickly and decisively. We call for the international legal framework for the protection of refugees to incorporate and protect climate refugees. We have no time to lose when it comes to global decarbonisation, mitigating global heating and upholding the basic human rights of those most impacted by the climate crisis.
La importante pérdida de vidas, los desplazamientos forzados y el sufrimiento generalizado causados por la crisis climática, revelados por nuestra investigación, son una elección. Todos los directivos de empresas de combustibles fósiles que priorizan los beneficios sobre las personas, todos los líderes mundiales que no logran el cambio urgente que necesitamos, están eligiendo activamente este rumbo. Es hora de trazar otro, y de que la comunidad internacional actúe con rapidez y decisión. Pedimos que el marco jurídico internacional para que la protección de los refugiados incorpore y proteja a los refugiados climáticos. No hay tiempo que perder en lo que respecta a la descarbonización mundial, la mitigación del calentamiento global y la defensa de los derechos humanos básicos de los más afectados por la crisis climática.
Fardowsa Sirat Gele, reportera de Radio Gargaar, concluyó:
The injustice is stark: those who have contributed the least to global emissions are the first to lose everything. Ignoring this urgent call will not only widen the divide between rich and poor nations but will also fuel conflict, poverty, and instability worldwide. We owe it to the most vulnerable — and to future generations — to confront this crisis with bold action and compassion. A united global response is essential — not only to mitigate future harm but to uphold justice and compassion in the face of this urgent challenge. Let’s protect our most vulnerable and ensure a world where all can thrive.
La injusticia es dura: quienes menos han contribuido a las emisiones globales son los primeros en perderlo todo. Ignorar este llamado urgente ampliará la brecha entre naciones ricas y pobres, y alimentará los conflictos, la pobreza y la inestabilidad en todo el mundo. Les debemos a los más vulnerables –y a las generaciones futuras– enfrentar esta crisis con medidas audaces y compasivas. Es esencial una respuesta mundial unida, no solo para mitigar los daños futuros, sino también para defender la justicia y la compasión ante este desafío urgente. Protejamos a los más vulnerables y garanticemos un mundo en el que todos puedan prosperar.