Finalmente, un futuro esperanzador luego de 54 años de una dinastía tiránica en Siria

«Siria es nuestra, no de Assad». Banderas de la Revolución siria. Imagen creada a través de Canva Pro por Rami Alhames.

El 8 de diciembre de 2024 es un día que resonará por siempre en los corazones de los sirios como un faro de esperanza y renacimiento. Ahora, celebramos la ansiada caía de Bashar al-Assad, tirano que mantuvo a Siria bajo su puño de hierro por más de 13 agonizantes años, desde el levantamiento de 2011 y luego de que su familia gobernó el país durante 54 años. Este momento, empapado en la sangre, el sudor y las lágrimas de incontables sirios valientes, significa el amanecer de una nueva era para una nación que añoraba justicia y libertad.

La noticia de la huida de Assad a Rusia se propagó como el fuego,  y provocó júbilo en Siria y entre los sirios en el exilio. Es el día que soñábamos, por el que rezábamos y que luchamos por conseguir. Durante mucho tiempo, fuimos testigos de la destrucción de nuestra patria, la pérdida de nuestros seres queridos y el sufrimiento inimaginable de incontables civiles. Hoy, aquellos años de tormento se transforman en un suspiro de alivio colectivo y el renacimiento de la esperanza.

Reflexiones sobre 13 años de lucha

El camino a este momento histórico fue arduo. En marzo de 2011, cuando los sirios salieron a las calles a pedir dignidad, libertad y reformas, enfrentaron un régimen que respondió con balas y bombas. Las manifestaciones pacíficas de la Primavera Árabe se encontraron con la fuerza bruta de una dictadura desesperada por seguir en el poder. Con los años, el conflicto escaló a una devastadora guerra civil que costó cientos de miles de vidas y desplazó a millones.

Durante 54 años, el régimen de Assad simbolizó opresión, miedo y destrucción. Ciudades enteras se vieron reducidas a escombros, y en los últimos 13 años, familias enteras fueron separadas por las bombas de barriles, los ataques químicos y las detenciones masivas. Sin embargo, en la oscuridad, la resiliencia de los sirios brillaba. Los activistas, periodistas y ciudadanos comunes lo arriesgaban todo para documentar las atrocidades del régimen, para mantener el espíritu de la resistencia vivo y recordarle al mundo el sufrimiento de Siria.

Esta es nuestra revolución.
Es Daraya, la ciudad sobre mil mártires torturados

La respuesta de la comunidad internacional oscilaba entre la indiferencia y la ineficacia. Las alianzas del régimen de Assad con RusiaIrán, Hezbolá e incluso con los árabes silenciosos fortaleció su posición de poder, y prolongó el sufrimiento de los sirios. Pero los sirios nunca se rindieron. Desde los campamentos de refugiados en los países vecinos a las calles de las ciudades liberadas, el sueño de una Siria libre seguía impertérrito.

La caída de un tirano

Hamza Al-Khateeb atrapa a Assad.’ Ilustración del dibujante político brasileño Carlos Latuff, Dominio público, vía Wikimedia Commons. Al-Khateeb era un niño de 13 años que murió bajo la custodia del Gobierno sirio en Daraa en abril de 2011. Su muerte provocó manifestaciones masivas contra el régimen.

Como sirios, sabemos que esta victoria no fue fácil. Es el resultado de años de sacrificios de nuestros mártires, el incansable esfuerzo de los combatientes de la libertad y las voces de los activistas que se negaron a ser silenciados. Es el triunfo nacido de la unión, la solidaridad y la fe inquebrantable en los principios de la libertad y la dignidad humana.

Sin Assad, Siria está en la puerta de un nuevo comienzo. El camino no será fácil. Reconstruir una nación devastada por la guerra requiere tiempo, recursos y, y sobre todo, reconciliación. Pero por primera vez en más diez años, podemos imaginar un futuro en el que los sirios puedan vivir en paz, sin miedo ni opresión.

Este momento es una oportunidad para sanar las heridas del pasado y forjar un camino hacia una sociedad democrática e inclusiva. Es una oportunidad para reconstruir nuestras instituciones, restaurar las leyes y garantizar que las voces de todos los sirios —sin importar su étnia, religión o afiliación política— sean escuchadas y respetadas.

El regreso de los refugiados a su tierra será un conmovedor símbolo de la renovación de Siria. Las familias que fueron forzadas a huir podrán finalmente reunirse, reclamar sus hogares y ser parte de la reconstrucción de su país. Los niños que crecieron en campamentos o en el exilio ahora tendrán la oportunidad de prosperar en una Siria libre y estable.

Salir adelante

Mientras celebramos este momento trascendental, debemos recordar que el trabajo de reconstruir Siria comienza ahora. Es una tarea que requiere la participación de todos los sirios, en el país y en el exterior. Juntos podemos construir los cimientos de una nación basada en la justicia, la igualdad y la libertad.

Comprometámonos con un futuro en el que los horrores del pasado nunca puedan repetirse. Asegurémonos que nuestros niños crezcan en una Siria donde puedan soñar con libertad y alcanzar su máximo potencial. Transformemos nuestro dolor en propósito y nuestra esperanza en acción en «Siria, la tierra de personas libres y la libertad», dijo Malek Jandali, compositor y pianista sirioamericano en su himno conmemorativo el 8 de diciembre.

¡Siria, Siria! La patria de las personas libres y de la libertad.

¡Siria, Siria! La tierra del grano dorado.

Oh, mi país, cuna de civilizaciones, su legado inspiró escribas.

La patria de los honorables, el lugar de descanso de los mártires.

Nuestro sol brilla con fuerza, nuestra águila sobrevuela los cielos más altos.

Oh, mi país, río de virtudes. Su gloria está grabada en tabletas y piedras. La patria de los profetas, el alfabeto y la música.

Pedimos a Dios que nunca deje mi país, mi familia, los campos de olivos de mis abuelos y las manos de los niños.

La tierra de los libres y el hogar de la libertad.

¡Siria, Siria! La tierra de los libres y la tierra de la libertad.

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