
Captura de pantalla de la página de Facebook del ministro del Interior y presidente del partido político liberal STAN, Vít Rakušan: “No queremos matryoshkas en la República Checa”. Uso legítimo.
La reciente propuesta del Gobierno checo de restringir solicitudes de ciudadanía a nacionales rusos ha generado gran controversia. A comienzos de septiembre de 2024, el partido liberal checo STAN (Alcaldes e Independientes) propuso en un comunicado de prensa una reforma a la llamada ley Lex Ucrania 7 para imponer condiciones más estrictas para nacionales rusos que buscan obtener la ciudadanía checa.
Esta propuesta llega en un momento con mucha carga política, pues República Checa se prepara para elecciones parlamentarias en 2025. STAN es parte del Gobierno, que es una coalición con índices de aprobación que disminuyen, parece estar aprovechando la retórica populista para consolidar su posición. Además, la presencia de casi 350 000 refugiados ucranianos en el país ha reforzado la sensibilidad pública a asuntos de migración, ciudadanía y seguridad. Los críticos sostienen que mientras el Gobierno checo ha brindado bastante ayuda a los refugiados ucranianos, la enmienda propuesta revela una doble moral en su trato a los ciudadanos rusos.
El ministro del Interior y presidente de STAN, Vít Rakušan, hizo una publicación en medios sociales en la que simbolizó la propuesta con la imagen de una matrioshka con la leyenda: “No queremos matrioshkas en República Checa”. Esta declaración trazó paralelos con un lema populista anterior de un grupo islamofóbico “No queremos islam en la República Checa”, que fue muy popular hace diez años.
Con la reforma propuesta, los ciudadanos rusos deben renunciar a su ciudadanía rusa para poder optar por la ciudadanía checa. Martin Exner, vicepresidenta de STAN, la justificó como una supuesta necesidad por seguridad nacional, y dijo:
We cannot allow that at a time when Russia is taking hostile actions not only against Ukraine, but also against us and other EU countries, its citizens can acquire Czech citizenship, and therefore all the rights related to it.
No podemos permitir que, en un tiempo en que Rusia está tomando acciones hostiles no solo contra Ucrania sino contra nosotros y otros países de la Unión Europea, sus ciudadanos pueden adquirir la ciudadanía checa, y por lo tanto, todos los derechos que conlleva.
En otra declaración para Radio Praga Internacional, agregó que “el derecho a la ciudadanía checa no es un derecho humano”.
Aunque los asuntos de seguridad nacional son una justificación válida para algunas políticas, los críticos sostienen que esta propuesta plantea preguntas serias sobre el compromiso de República Checa a sus principios democráticos y su trato a las minorías. Combinar las voces de las personas afectadas con aportes de comentaristas, las consecuencias de la ley van más allá de la seguridad, asuntos que revelan fallos preocupantes en el liberalismo checo y la naturaleza oportunista de su actual sistema político.
Voces de la comunidad rusa
La reforma ha dejado a muchos de los aproximadamente 40 000 rusos que viven en República Checa se sienten aislados y traicionados. No son caras anónimas sino miembros bien integrados a la sociedad que han construido vidas, familias y carreras en el país.
Algunos integrantes de la comunidad rusa en República Checa son exiliados que escaparon de Rusia porque no están de acuerdo con el régimen de Putin.
El grupo activista Jsme Lidé (Somos personas) ha creado un sitio web y organizó peticiones contra la reforma, y dicen “No somos matrioshkas. Somos personas”. También han tenido manifestaciones pacíficas y actividades públicas, se han expresado a favor de la causa, recaudado fondos y se han comunicado con abogados, legisladores y periodistas.

«No somos matrioshkas. Somos personas. Ciudadanía checa sin discriminación», Captura de pantalla del sitio web de Jsmelide.cz. Uso legítimo.
Global Voices entrevistó a algunos activistas que dan a conocer el costo humano de la reforma, y revelan el temor, la incertidumbre y el resentimiento que ha generado en la comunidad.
Daria, contadora que vive en Praga desde hace diez años, destaca la imparcialidad de la reforma y sus consecuencias morales, y ha sentido que los políticos la tratan como descartable:
I love it here. This is my home. I work, pay taxes, and have built my life here. Mr. Exner says that “ordinary Russians don’t need to be afraid of anything, they can perfectly fine live with a permanent residence permit in the Czech Republic,” however, he then mentions that in the case of conflict escalation with Russia, Russian citizens may and would be send out back to Russia. To the country I have no literal ties with. You cannot do the same thing with a Czech citizen. Mr. Exner, do you still think there is nothing to be afraid of? Do not answer, please, I already know what you are about to say.
Me encanta estar aquí. Este es mi hogar. Trabajo, pago impuestos y he construido mi vida aquí. El señor Exner dice que «los rusos comunes y corrientes no tienen que temer nada, pueden vivir perfectamente con un permiso de residencia permanente en República Checa». Sin embargo, luego menciona que en el caso de una escalada del conflicto con Rusia, los ciudadanos rusos pueden ser devueltos a Rusia. Al país con el que no tengo lazos, literalmente. No se puede hacer lo mismo con un ciudadano checo. Señor Exner, ¿sigue pensando que no hay nada que temer? No responda, por favor, ya sé lo que va a decir.
Christina, profesional de 28 años que trabaja en una empresa internacional menciona problemas similares. “La reforma amenaza mi capacidad de conectarme con mi familia en Rusia y mi capacidad de vivir en el país al que considero mi casa». Para ella, la ciudadanía rusa es el lazo con su niñez y su hogar, pero «República Checa se ha convertido en mi hogar también». Señala que no hay garantía de que no la obligarán a salir de territorio checo, y de abandonar a su esposo y su hijo.
Taisiia Fedorkova, médica de 26 años que se graduó de la Universidad Carlos y trabaja en el Departamento de Medicina General de Mulacova Nemocnice y cuyo esposo es un ciudadano checo, señala las consecuencias divisivas de la reforma, y siente que califica a todas las personas de Rusia como enemigas. Dice que, además de hacerla sentir insegura por su futuro y por no tener la misma ciudadanía de sus hijos, la familia de su esposo no entiende por qué necesita la ciudadanía.
Andrey, de 42 años del Reino Unido, es un profesional de analíticas con un doctorado, que se reubicó en la Unión Europea a través del programa de la Tarjeta Azul y trabaja en una importante empresa manufacturera en República Checa. Ahora, teme que la reforma indica una peligrosa tendencia legislativa para otras minorías nacionales que también viven en República Checa.
¿Populismo y fracaso del liberalismo checo?
La reforma ha tenido duras críticas de los comentaristas y analistas; muchos la ven como emblemática de un fallo mayor dentro del sistema político checo.
El periodista Ondřej Soukup sostuvo que la reforma es más perjudicial que beneficiosa pues aísla a quienes se oponen al actual régimen ruso. Señaló que la ley cae en el juego de la propaganda ruso, que busca retratar a Occidente como hostil hacia los rusos comunes y corrientes.
Un comentario de Robert Havlíček, investigador de la Asociación para Asuntos Internacionales (AMO), destaca que el fracaso del Gobierno checo de defender sus ideales liberales, y cita que hasta la Defensoría del Pueblo checa la criticó como peligrosa. Enfatizó que la propuesta destaca la reputación de República Checa como defensor de los derechos humanos y la democracia.
Incluso en el entorno político checo, la medida ha sido criticada por su falta de visión. “En vez de atender amenazas de seguridad con inteligencia sólida y medidas dirigidas, el Gobierno ha optado por una política general que discrimina a todo un grupo de personas”, indicó un comentario en Radio Praga Internacional.
Movida hacia retórica de extrema derecha
La reforma también refleja un sorprendente cambio en el sistema político checo hacia retórica de extrema derecha. Aunque desde hace tiempo el país es un bastión de la democracia liberal en Europa Central, esta propuesta sugiere un alejamiento de esos valores.
Los críticos sostienen que esta medida es menos sobre seguridad y más sobre asegurarse votos. Como lo indica Daria:
This isn’t about protecting the country — it’s the usual political populism. [The ruling party] is trying to win votes with such a cheap trick, understanding that it will lose the next elections.
Just in case Mr. Exner has never heard of it, when applying for citizenship, the candidate is checked up and down by the Czech secret services.
No se trata de proteger al país, es el populismo político de siempre. [El partido gobernante] intenta ganar votos con un truco muy barato, comprende que perderá las próximas elecciones.
Por si el señor Exner nunca ha oído hablar al respecto, al solicitar la ciudadanía, al candidato lo examinan de arriba abajo los servicios secretos checos.
Los comentarios de Exner de que los “rusos comunes y corrientes no tienen nada que temer” contrastan fuertemente con las realidades que enfrentan los residentes rusos, que temen que los deporten o pierdan su casa. Christina, que ha estado ayudando a algunos a expresar su preocupación con traducción, explica que ya han enfrentado hostilidad, y algunos han recibido mensajes amenazadores en medios sociales.
Además de su planteamiento discriminatorio, la reforma propuesta en muchos casos es impráctica. Para renunciar a la ciudadanía rusa, a las personas se les pide que viajen a Rusia y completen el proceso en persona, algo imposible o peligroso para muchos. Numerosos rusos en República Checa son abiertos activistas contra Putin, como periodistas (como Irina Dolinina, Farida Kurbangaleeva y Svetlana Prokopyeva) y disidentes que han buscado refugio en ese país por el temor a la persecución. Este requisito aísla a quienes defienden valores democráticos y participan en la sociedad civil checa.
La reforma propuesta para restringir la ciudadanía a los nacionales rusos representa una prueba crítica de los valores democráticos de República Checa. ¿El país defenderá sus principios liberales de inclusión y justicia, o sucumbirá a las presiones del populismo y el temor?