
Nyibol Mathiang Deng, de 27 años, y su hijo reciben galletas energéticas de los trabajadores humanitarios tras llegar al puesto fronterizo con Sudán del Sur en Majok Yinthiou. Foto de Peter Caton de Acción contra el Hambre, usada con autorización..
Por el doctor Charles E. Owubah
Nyibol Mathiang Deng tenía seis meses de embarazo cuando hombres armados irrumpieron en Muglad, la aldea sudanesa donde vivía. Con temor de que el resto de su familia hubiera muerto, se escondió con su hija. Después, emprendió un recorrido de cuatro días por auto, motocicleta y caminando, con terreno peligroso y calor abrasador. Cuando finalmente llegaron a Majok, Sudán del Sur, se sintieron aliviados de reunirse con la familia. Pero enfrentaban un futuro incierto.
Nyibol no está sola en su odisea. Es más, es parte de un patrón mucho más amplio, uno que tiene grandes repercusiones en el continente africano.
La puerta giratoria de África
Debido a los conflictos, el cambio climático y la pobreza, millones en todo África Central están atrapados en un creciente círculo de desplazamiento. Por ejemplo, Global Voices informa que una sequía en Somalia está llevado a mules de refugiados climáticos al campo de refugiados de Dadaab en Kenia. Ya sea a través de desplazamiento forzado o migración voluntaria, las personas cruzan fronteras para buscar seguridad y oportunidades, y solo encuentran condiciones tan duras —o hasta peores— que las que dejaron atrás. Cada vez más, la región se está volviendo una puerta giratoria de migración y adversidad.
Para simplificar una situación compleja, hay que tener en cuenta que durante varios años, se estima que más de 100 000 personas han salido de Chad rumbo a Sudán. Muchos tuvieron dificultades para encontrar empleo. Luego, el conflicto armado en Sudán causó una creciente crisis humanitaria y la que puede ser la peor emergencia de hambre en el mundo. Aunque las organizaciones humanitarias están tratando de aliviar el sufrimiento, los recursos son escasos. Tal vez no sorprenda que desde el inicio del actual conflicto en abril de 2023, más de 821 300 personas de Sudán han buscado refugio en Sudán del Sur.
Sin embargo, Sudán del Sur ha tenido dificultades propias, incluido conflicto, graves inundaciones e inseguridad alimentaria, que ha m desplazado a displaced millones. Para fines de 2023, las condiciones en Sudán del Sur dejaron alrededor de dos millones de desplazados internos y más de 2.3 millones de refugiados en países vecinos. Algunos que salieron de Sudán del Sur fueron a la República Democrática del Congo.
En República Democrática del Congo, los enfrentamientos entre fuerzas militares e insurgentes están llevando a inseguridad, hambre y una crisis de salud mental. Como resultado, decenas de miles de personas han salido de República Democrática del Congo rumbo a otros países, como República Centroafricana. Lamentablemente, problemas similares en la República Centroafricana han desplazado a millones, y muchos carecen de acceso a servicios básicos, como comida, agua y techo. Como resultado, muchos han salido de República Centroafricana hacia Chad. Y el ciclo continúa.
Compleja red de desplazamiento
Para ser claros, la puerta giratoria no es una vuelta singular. Es una compleja telaraña de movimiento multidireccional. No todos los flujos de migración son de tamaño comparable ni ocurren al mismo tiempo. Por ejemplo, el flujo de migrantes de Chad a Sudán se ha revertido mucho a medida que el conflicto en Sudán aumentó hasta ser un desastre humanitario. Ahora, Chad alberga un estimado de un millón de refugiados de Sudán, casi una de cada 17 personas en el país.
La repatriación también tiene un rol. Por ejemplo, durante la guerra en Sudán del Sur, muchas familias se mudaron a Sudán, que era comparativamente estable con algunas oportunidades económicas, sobre todo en agricultura y trabajo manual. Luego, cuando el conflicto estalló en Sudán, cerca de 600 000 sursudaneses han regresado a su país natal. Esto incluía a niños que no conocían Sudán del Sur a menudo no tenían lazos familiares locales que los protegieran y sostuvieran.
Estos retornados junto con refugiados sudaneses, están saturando servicios básicos ya sobrecargados con la posibilidad de llevar a un mayor conflicto. La respuesta de la comunidad global ha sido inadecuada, lamentablemente. La magnitud de esta crisis es alarmante: impacta a aproximadamente 45 millones de personas y ha crecido en un 14%.
Mientras miles de personas abandonan un país, otros miles llegan. Incluso hay más desplazados internos, dentro de sus propias fronteras, pero que no pueden regresar a sus hogares. Algunas personas se desplazan repetidamente, ya sea como desplazados internos dentro de las fronteras o las cruzan como migrantes o refugiados. Las fronteras pueden ser difusas.
Un ciclo lleva a otro
Esta puerta giratoria de desplazamiento se ve impulsado por otros ciclos interrelacionados. La crisis climática es una crisis de hambre. Solamente en el Cuerno de África, más de 36 millones de personas se han visto afectadas por sequías, que han disminuido los cultivos y causado escasez de alimentos. El cambio climático empeora, igual que el conflicto, que solo empeora esta situación. Como lo señala la Resolución 2417 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, con mucha frecuencia se usa el hambre como arma de guerra. Pese a la Resolución de Naciones Unidas, estamos viendo un ciclo vicioso en que el conflicto lleva al hambre, y el hambre lleva al conflicto.
Este ciclo interminable indica fallos sistémicos más profundos que llevan a los más marginados del mundo más vulnerables todavía.
Una puerta a la oportunidad
Las investigaciones muestran con frecuencia que los recién llegados, incluidos inmigrantes y refugiados, pueden beneficiar a sus comunidades anfitrionas, como con posibles beneficios económicos en países de ingresos bajos y medios. Sin embargo, si la inmigración no se gestiona bien, puede sobrecargar los recursos locales en el corto plazo. Afortunadamente, hay modelos efectivos para abordar estas dificultades, y Uganda sobresale como ejemplo potencial para el mundo.
Uganda alberga aproximadamente a 1.7 millones de refugiados de más de diez países. Su marco de trabajo integral, el Plan Nacional de Respuesta a los Refugiados de Uganda (UCRRP)), se centra en fortalecer el acceso a servicios público, mejora la autconfianza y promueve la coexistencia con la comunidad anfitriona. Este marco de trabajo también pide más apoyo de los actores de desarrollo para respaldar sistemas gubernamentales. Organizaciones sin fines de lucro como Action Against Hunger también tienen un rol importante. Action Against Hunger ha ayudado a incontables familias que buscan refugios en Uganda, por ejemplo, para establecer raíces en sus nuevas comunidades. Esto puede incluir dar capacitación agrícola para que las familias cultiven sus propios alimentos, capacitación laboral y pasantías para jóvenes, talleres de enseñanzas financiera, entre otros programas. No obstante, los recursos son limitados.
La comunidad mundial necesita urgentemente aumentar la financiación de la ayuda humanitaria e invertir en programas de eficacia probada, como la agricultura climáticamente inteligente, que puede evitar los desplazamientos. Sin embargo, en 2023, los países que enfrentan niveles de hambre críticos -o peores- solo recibirán el 35% de la financiación solicitada para programas para el hambre. En otras palabras, el déficit de financiación para el hambre ronda el 65%. Esta situación debería preocupar a cualquiera que quiera vivir en un mundo pacífico y equitativo.

Nyibol Mathiang Deng, de 27 años, y su hijo reciben galletas energéticas de un trabajador humanitario tras llegar al puesto fronterizo de Sudán del Sur en Majok Yinthiou. Foto de Peter Caton de Acción contra el Hambre, usada con autorización.
Afortunadamente, el viaje de Nyibol la llevó a un lugar donde puede empezar de nuevo. Ella y su familia se han trasladado a Kuajok, Sudán del Sur, con la ayuda de organizaciones humanitarias, y espera volver a cultivar en cuanto vuelvan las lluvias. A pesar de las dificultades que tiene para reconstruir su vida, Nyibol se mantiene decidida y valiente. Sin embargo, sin un cambio sistémico y una financiación suficiente, millones de personas como Nyibol seguirán atrapadas en una puerta giratoria de desplazamiento.