
El patrimonio cultural que Camboya y Tailandia tienen en común puede causar fricciones entre los ciudadanos. Ilustración de la portada de Kittiya On-in. Fuente: Prachatai, socio de contenido de Global Voices. Utilizada con autorización.
Este artículo de Sasitorn Aksornwilai y Sicha Rungrojtanakul se publicó originalmente en Prachatai, sitio de noticias independiente de Tailandia. Global Voices reproduce una versión editada en virtud de un acuerdo para compartir contenido.
Pocos de los países vecinos del Sudeste Asiático han vivido una disputa cultural tan acalorada y prolongada como Tailandia y Camboya. A pesar de compartir lazos históricos y culturales, estos han sido a menudo motivo de conflictos. Desde la disputa por el templo de Preah Vihear hasta los difundidos debates en línea sobre los orígenes del patrimonio cultural compartido, este tira y afloja ha persistido durante décadas.
Aunque las relaciones de Estado a Estado entre ambos países parecen amistosas y cordiales, las relaciones entre los ciudadanos reflejan una realidad diferente. Esto se debe en gran medida a que cada bando insiste en ser el origen de algún aspecto cultural, desde las artes marciales hasta las danzas y las costumbres tradicionales. Uno de estos conflictos estalló durante los Juegos del Sudeste Asiático (SEA) de 2023 celebrados en Camboya, en los que el país anfitrión sustituyó el muay thai por su propia versión, el kun jemer, como deporte oficial, lo que desató protestas de Tailandia.
La rivalidad cultural entre ambas naciones es tan solo la punta del iceberg. A menudo se asume que la historia motiva notablemente este fenómeno, pero ¿qué tanto influye en verdad sobre las percepciones de ambas partes? ¿Existe alguna otra causa subyacente? ¿Cómo lo perciben tailandeses y camboyanos?
¿Cuáles son los conflictos culturales?
Los tailandeses llamaron a estas pugnas culturales como «Claimbodia» (nota editorial, algo así como «Reclamboya»), y utilizaron el término para atacar a los camboyanos que, según los tailandeses, buscan reivindicar la cultura tailandesa como parte de su propio patrimonio cultural. Por otra parte, algunos cibernautas camboyanos alegaron que Tailandia estaba robando el patrimonio cultural de Camboya.
Una estudiante de lengua jemer de 24 años observó que ambos bandos sienten un «hipernacionalismo», alimentado por el fácil acceso a sus historias nacionalistas, y que las interacciones entre tailandeses y camboyanos suelen ser limitadas. De este modo, la dinámica cultural entre ambos países no resulta tan clara para los tailandeses, a diferencia de la relación que tienen con los laosianos, quienes comparten un idioma similar y están más inmersos en la cultura pop tailandesa.
Añadió que la barrera del idioma provoca que los tailandeses y los camboyanos se sientan distantes entre sí.
Mientras tanto, en el lado camboyano, el joven investigador independiente Chandara afirmó que los debates sobre cuestiones culturales y territoriales son dinámicas, en especial en redes sociales como Facebook, donde los jóvenes son muy activos en ambos países.
No obstante, aseguró que estos debates no se fundamentan en investigaciones históricas. Muchas de las afirmaciones carecen de pruebas o se basan en propaganda sin fuentes claras.
La raíz de las guerras culturales
Thibodi Buakamsri, catedrático de historia de la Universidad Chulalongkorn de Bangkok, explica que el patrimonio cultural de Tailandia y Camboya siempre se ha caracterizado por un cruce de influencias e intercambios culturales que se remontan a mucho antes de que existieran fronteras bien definidas.
La formación de los estados-nación de Camboya y Tailandia marcó un punto de inflexión que condujo a distinciones claras entre ambos países. Una vez definidas las fronteras, surgieron las reclamaciones transfronterizas.
Thibodi sostuvo que otros dos factores contribuyen a la pugna actual entre los dos países en los medios sociales: las narrativas históricas y las percepciones y experiencias actuales.
Hoy en día, sobre todo con el auge de los medios sociales, tailandeses y camboyanos interactúan de forma más directa, ya sea a través de los medios sociales, de los tailandeses que viajan a Camboya o del número cada vez mayor de camboyanos que trabajan en Tailandia. Esto les da la oportunidad de comprenderse mejor, aunque en ocasiones aún se mantienen vivas las narrativas históricas.
Cambios históricos
Según el profesor de historia, Camboya tiene una literatura muy conocida, «Pantan Ta Mas» (Las recomendaciones del abuelo Mas), que se difundió, con el apoyo de los franceses, a principios del siglo XX durante el periodo colonial. Este se centra en la perspectiva y las vivencias de un anciano que vivió durante la guerra Annam-Siam Yuth, o la gran guerra entre siameses y vietnamitas del siglo XIX, cuando Siam (actual Tailandia) y Vietnam utilizaron a Camboya como campo de batalla, lo que provocó mucho caos y sufrimiento para los lugareños.
En el libro, Siam se describe como una potencia oportunista que busca sacar provecho de Camboya. La intervención francesa aparece como un giro decisivo que impide las invasiones siamesas y restaura la paz y la prosperidad a Camboya. La narrativa, muy enfatizada y reproducida por los franceses, desempeñó un gran papel en la formación de la percepción camboyana sobre Tailandia.
Mientras tanto, en la historia tailandesa, Camboya a menudo ha sido representada como el villano, pero con una situación inferior en comparación con Birmania. Mientras que Birmania era considerada un enemigo igual en términos de capacidad bélica, alternando victorias y derrotas, a Camboya se le retrataba como un oportunista que atacaba Ayutthaya o Bangkok en periodos de debilidad o cuando el Estado estaba ocupado con la guerras contra Birmania.
Las perspectivas de los ciudadanos sobre la disputa política
Saouch, miembro de una ONG de Camboya, reveló que las causas principales de este sentimentalismo radican en que «muchos camboyanos se sienten afectados por la profunda tergiversación histórica y la falta de reconocimiento por parte de Tailandia respecto a los elementos jemeres integrados en la cultura tailandesa. Muchos también temen que su cultura y la identidad jemer puedan llegar a perderse. Esto da lugar a acalorados debates en los medios sociales».
I have made friends with several Thai people, and they have all been very kind and friendly. We often discuss the so-called ‘cultural war’ between our countries and agree that it’s quite ridiculous. Instead, we focus on the mutual connections and respect we share, rooted in our intertwined histories.
I find the ongoing cultural disputes between Thailand and Cambodia to be quite unnecessary. To fully understand this issue, we must consider the historical ties between the two nations, which are deeply intertwined and incredibly complex.
He entablado amistad con muchas personas tailandesas, y todas han sido muy amables y amistosas. A menudo hablamos sobre la llamada «guerra cultural» entre nuestros países y coincidimos en que es un tanto absurda. En cambio, nos enfocamos en las conexiones mutuas y el respeto que compartimos, arraigados en nuestras historias entrelazadas.
Considero que las disputas culturales actuales entre Tailandia y Camboya son innecesarias. Para comprender este tema por completo, debemos tener en cuenta los vínculos históricos entre ambas naciones, íntimamente entrelazados e increíblemente complejos.
Por su parte, un tailandés de 26 años que está haciendo una maestría y se interesa por el Sudeste Asiático observó que el sistema educativo de Tailandia no prepara a su población para valorar la diversidad o siquiera para interesarse por los países vecinos.
A pesar de estos desafíos, Thibodi remarcó que Tailandia y Camboya tienen intereses en común que pueden incentivar la colaboración. Ambos países dependen el uno del otro en lo que respecta a la economía. Tailandia exporta mucho más a Camboya de lo que importa, a la vez que depende mucho de la mano de obra camboyana. Sin importar las circunstancias, ambas partes deben confiar la una en la otra e interactuar entre sí.
El estudiante tailandés de 26 años afirmó que, como vecinos, los tailandeses no pueden negar la relación que ambos países han tenido y continuarán teniendo, sin importar si algunos ciudadanos tailandeses no se sienten satisfechos. «Los camboyanos conocen a los tailandeses más de lo que los tailandeses los conocemos a ellos, y nos aprecian. Los tailandeses somos quienes deberíamos interesarnos más por ellos».
Saouch afirmó que ambos deberían apoyarse de forma mutua.
We must accept that both countries share overlapping and interconnected cultural traditions. Like siblings, Cambodia and Thailand should love and support one another. I believe that our shared cultural heritage can be a unifying thread that strengthens the bond between our two nations.
Tenemos que aceptar que compartimos tradiciones culturales entrelazadas y superpuestas. Como hermanos, Camboya y Tailandia deberían quererse y apoyarse mutuamente. Creo que nuestro patrimonio cultural en común puede ser un hilo unificador que refuerce el vínculo entre nuestras dos naciones.