
Foto por Radio Free Europe/Radio Liberty. Utilizada con autorización.
Este artículo de Shukhat Hurramov para Vlast.kz se publicó el 5 de enero de 2025. Global Voices reproduce una versión editada en virtud de un acuerdo de asociación de medios.
Vivir y trabajar en Rusia con un pasaporte uzbeko se ha vuelto demasiado peligroso. El Gobierno de Uzbekistán está tratando de redireccionar el flujo de migración laboral tradicional hacia otros países.
A mediados de diciembre de 2o24 se acusó a un ciudadano uzbeko del asesinato del general ruso Igor Kirillov y su asistente en Moscú; se dice que el uzbeko confesó. Las autoridades rusas dijeron que el uzbeco fue reclutado y entrenado por el servicio de inteligencia ucraniano. Después de cada incidente como este, que presuntamente involucran a personas de Asia Central, olas de xenofobia golpean a las comunidades de migrantes.
De salida
Mukhabbat, de 65 años, tiene tres hijos que trabajan en Rusia. Ella vive en Yakkabog, pequeña ciudad al sur de Uzbekistán. Cuando habla de sus hijos, su voz se quiebra, sus ojos se llenan de lágrimas. Sus nietos duermen en la otra habitación.
«Mi corazón se acelera cuando escucho que la Policía golpea a quienes recién llegan a trabajar. Después del comienzo de la guerra, mi hijo me dijo que les habían ofrecido la ciudadanía si se unían al Ejército ruso. Lloré y les pedí no reclutarse. Por el bien de sus hijos», dijo Mukhabbat, secándose las lágrimas.
No hay jóvenes en las calles de la villa de Kishlik, que está a dos horas del sur de la ciudad sureña de Samarcanda y no tan lejos de Yakkabog. La mayoría se han ido a Taskent o al extranjero para ganar dinero.
Los jubilados se sientan alrededor de una pequeña tienda de la villa. Dicen que alguna vez hubo suficiente trabajo y dinero para todos. Ahora, la juventud provincial de Uzbekistán se ha ido a otros lugares, ya que las oportunidades locales se han agotado. El grupo dijo que extrañaba a sus hijos y nietos. Saben bien que en Rusia está empeorando la actitud hacia los trabajadores inmigrantes.

Foto de Migrant.uz. Utilizada con autorización.
Dependencia de Rusia
El Gobierno uzbeko ahora planea redireccionar a los trabajadores migrantes, que tradicionalmente viajan a Rusia, hacia otros países con altos ingresos. En noviembre de 2024, el primer ministro Abdulla Aripov dijo:
In 2025 alone, we plan to take measures to employ more than 200,000 citizens in 21 economically developed countries, such as Germany, Great Britain, Japan, South Korea, Israel, Canada, Poland, Turkey, Saudi Arabia, the UAE, and others.
Solo en 2025, planeamos tomar medidas para contratar a más de 200 000 ciudadanos en 21 países desarrollados económicamente, como Alemania, Gran Bretaña, Japón, Corea del Sur, Israel, Canadá, Polonia, Turquía, Arabia Saudita, Estados Unidos, entre otros.
De acuerdo con información oficial, actualmente hay 1.14 millones de trabajadores migrantes uzbekos en el extranjero. A principios de 2024, había 1.7 millones. Estas cifras, sin embargo, solo reflejan a quienes tienen permisos de trabajo. Las cifras reales son definitivamente mayores porque muchos trabajadores no tienen documentos.
Este video de YouTube muestra a trabajadores migrantes uzbekos en Alemania.
En noviembre, Aripov también presentó al Parlamento el Programa de Acción de su gabinete para el futuro próximo, sobre la base de la estrategia presidencial “Uzbekistán-2030”. Además de redirigir el flujo de migración laboral, también ayudará a crear más de 2.5 millones de “trabajos con alta remuneración” dentro del país y mejorará las condiciones laborales en el sector agrícola.
La economía del país, especialmente en zonas rurales, depende de pagos que los trabajadores migrantes envían a sus familias. Solo en los primeros diez meses de 2024, el monto de los pagos llegó a más de 12 000 millones de dólares, 34% más comparado con el mismo periodo de 2023.
De acuerdo con el Banco Central, 9800 millones de dólares (78% del volumen total de transferencias de dinero) venían de Rusia y más de 600 millones de dólares venían de Kazajistán.
Alisher Ilkhamov, director de Central Asia Due Diligence con sede en Londres, cree que el problema de redistribuir el flujo de trabajadores migrantes de Uzbekistán ha estado en la agenda mucho tiempo. En una entrevista con Vlast, Ilkhamov dijo:
The massive numbers of migrants going to Russia has created a dependency, limiting Uzbekistan’s sovereignty and creating significant risks for Uzbek migrants themselves, because of their being forced to participate in the war in Ukraine and the anti-migrant hysteria unleashed in Russia.
El gran número de migrantes que se van a Rusia ha creado una dependencia, limitado la autoridad de Uzbekistán y creado un riesgo significativo para los migrantes uzbekos, porque son forzados a participar en la guerra en Ucrania y la histeria contra los migrantes desatada en Rusia.
Botir Shermukhammedov, editor en jefe de Migrant.uz, cree que en este momento es imposible redirigir el flujo de migrantes hacia países con altos ingresos, y menciona:
We must understand that this is a very long and complex process. In 2023, the Agency for External Labor Migration sent only 38,000 Uzbeks to work abroad, instead of the planned 200,000. In my opinion, the agency, with its existing infrastructure, is not at all ready to send as many as 200,000 of our fellow citizens a year to work abroad. There are simply not as many applications.
Debemos entender que este es un proceso largo y complicado. En 2023, la Agencia para la Migración Laboral Externa envío solo 38 000 uzbekos a trabajar al extranjero, en vez de los 200 000 que se tenía planeado. En mi opinión, la agencia, con su infraestructura existente, no está preparada para enviar una cantidad tan grande de nuestros ciudadanos al año para trabajar en el extranjero. No hay tantas solicitudes.
Aunque el flujo de nuevos trabajadores migrantes hacia Rusia ha disminuido notablemente, Shermukhammedov cree que aún es necesario negociar con los funcionarios rusos sobre las recurrentes violaciones de sus derechos laborales, al igual que su reclutamiento para la guerra.
A pesar del deseo del Gobierno de contratar a quienes vuelven de Rusia, no es probable que esta política funcione. La actual población de Uzbekistán es más de 37.5 millones, de los cuales 22.5 millones tienen trabajo. De acuerdo con datos oficiales, el índice de desempleo está en descenso, pero una ola de retornados, junto con los deportados por las autoridades rusas, podría arruinar estas estadísticas tan optimistas.
“Hablo ruso, pero ahora estoy aprendiendo inglés”
Rusia y Kazajistán siguen siendo el destino favorito para los trabajadores migrantes de Uzbekistán. El número exacto de trabajadores uzbekos que trabajan en el extranjero es difícil de confirmar. La Agencia para la Migración Laboral Externa afirma que son alrededor de dos o tres millones de personas. Algunos expertos dicen que los números pueden llegar a los cinco millones.
Durante su visita a Taskent en mayo de 2024, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, prometió que «las autoridades rusas están haciendo todo lo necesario para entregar condiciones laborales y sociales a los ciudadanos uzbekos» que están trabajando en Rusia.
A pesar de sus promesas, la actitud hacia los trabajadores migrantes en Rusia solo empeora. Esto se nota sobre todo después de los ataques terroristas en la región de Moscú, en el segunda trimestre de 2024 y el reciente asesinato de un oficial de alto rango del Ministerio de Defensa, el teniente general Igor Kirillov y su asistente, presuntamente realizado por un ciudadano uzbeko.
Este video de YouTube muestra los ataques contra trabajadores migrantes de Asia Central en Rusia.
Una ola de xenofobia, así como las presiones para enlistarse en el Ministerio de Defensa, forzaron a muchos uzbekos y ciudadanos de Asia Central a volver a sus hogares. Más de 467 000 trabajadores migrantes han regresado a Uzbekistán: 257 000 desde Rusia, 129 000 desde Kazajistán, 14 000 desde Corea y más de 66 000 desde otros países, informó el Gobierno.
Ilkhom, 44 años, es Andiján, al este de Uzbekistán. Trabajó en Rusia más de veinte años. A mediados de octubre de 2023, fue convocado a uno de los departamentos de Policía de San Petersburgo, donde se le ofreció persistentemente que se uniera al Ejército.
En Uzbekistán, enlistarse en el Ejército de un país extranjero conlleva ser condenado con hasta 10 años de cárcel e Ilkhom lo sabe. Dijo que fue finalmente liberado, pero continuaron convocándolo después de eso. Esta presión lo llevó a decidir dejar Rusia para siempre.
I know that the Russian army fighting in Ukraine needs soldiers, but this is not our war. Some of my fellow countrymen have agreed to become contractors and go to the front. They are attracted by money and the opportunity to obtain citizenship.
Sé que el Ejército ruso necesita soldados para pelear contra Ucrania, pero esta no es nuestra guerra. Algunos de mis compatriotas han aceptado ser contratistas e ir al frente. Son atraídos por el dinero y la oportunidad de obtener la ciudadanía.
Ahora, Ilkhom trabaja como taxista en Tasken. «Quisas regresaré a Rusia, pero solo después de que se acabe la guerra. O quisas, iré a otro país. Mi ruso no es malo, pero estoy aprendiendo inglés», dijo Ilkhom mientras contempla su futuro.