
Captura de pantalla del primer ministro etíope, Abiy Ahmed, en la inauguración del diálogo nacional en YouTube, ‘Etiopía inicia diálogo nacional sobre actuales problemas políticos y de seguridad’ en Switch TV News. Uso legítimo.
Por Robel Mulat
«Para nosotros, el diálogo nacional es simplemente una noticia que seguimos a través de los medios». Escuchar esto de los jóvenes de Gondar, la mayor ciudad de Etiopía, en la región de Amhara, fue un punto de inflexión para mí. Por aquel entonces, era un estudiante de investigación doctoral en la Universidad de Gondar. Chalachew Nigusse*, 26, era un amigo con quien debatí algunos temas con frecuencia.
Nació y se crio en esta ciudad de gran riqueza y encanto históricos, que ahora está afectada por conflictos interétnicos) y transfronterizos. Esperaba que la Comisión de Diálogo Nacional de Etiopía (ENDC, sus siglas en inglés) pudiera tratar estos problemas. Sin embargo, la Comisión no puede tomar medidas activas debido a la situación actual. «No vamos a participar en el proceso de diálogo por el actual conflicto en la región de Amhara», dijo Nigusse. Esta falta de compromiso es desconcertante para él y para muchos otros.
Entre 9 y el 11 de diciembre de 2024, tuve el privilegio de relacionarme con académicos en sus primeros años de carrera de varias universidades de Bishoftu, que expresaron preocupación sobre el proceso de diálogo nacional del país. Durante una semana de reuniones, en la que hubo intensos debates sobre el papel de los académicos en el diálogo nacional, los participantes enfatizaron reiteradamente la crucial importancia de la inclusión. Argumentaron apasionadamente que, para que el diálogo nacional sea realmente eficaz, debe integrar muchas voces y perspectivas de toda la sociedad.
El 2 de noviembre de 2022, el Gobierno federal de Etiopía y el Frente de Liberación Popular de Tigray firmaron el Acuerdo de Paz de Pretoria para poner fin a dos años de devastadora guerra que afectó trágicamente a las poblaciones de tigrayanos, amháricos y afar. Sin embargo, menos de un año después de que la guerra terminó en Tigray, estalló otro conflicto en la región de Amhara, que aún no se había recuperado de la guerra civil anterior. Durante mi tiempo en Gondar, presencié varios enfrentamientos entre Fano, un grupo paramilitar de Amhara, y soldados del Gobierno. Estos enfrentamientos fueron intensos, y obligaron a mis compañeros y a mí a permanecer en nuestros dormitorios durante periodos prolongados, a veces de hasta dos días. A lo largo de ese tiempo, los sonidos de disparos resonaban a nuestro alrededor, de lejos y preocupantemente cerca.
Fui a una iglesia ortodoxa cerca de nuestra universidad, me sentí asustado e inseguro cuando las fuerzas gubernamentales tomaron el control de la ciudad. Cuando entré, puede sentir una profunda tensión en el ambiente, reflejo de la inquietud que se apoderó de la comunidad local. Sus rostros reflejaban cómo esta constante guerra afectaba su vida diaria. Entre las muchas voces que escuché, me llamó la atención en especial la de una mujer que trabaja en la biblioteca. Habló con el corazón encogido sobre el hijo de su vecino a quien unos desconocidos habían tomado como rehén la semana anterior. Su expresión era de profunda tristeza y transmitió la desgarradora realidad de que la gente de la ciudad estaba «entre la vida y la muerte».
El mensaje de un joven limpiabotas también resonó profundamente en mi interior, como el débil zumbido de un persistente mosquito en mi oído. «Ahora ser joven es una desventaja», explicó con voz cargada de resignación. «Eres el objetivo y sufres las consecuencias de ambos bandos», se lamentó, en referencia a las facciones enfrentadas que habían trastocado sus vidas. Mientras hablaba, se podía apreciar el destello de los sueños perdidos en sus ojos. «He perdido la esperanza», añadió en voz baja, «y estamos muriendo lentamente». Muchos otros etíopes comparten esta desesperanza, ya que la falta de paz en varias partes el país afecta significativamente la cohesión social, la actividad económica y la estabilidad política.

Valla publicitaria en el estado regional etíope de Oromia con mensaje en amárico, que significa «Etiopía está dialogando». Imagen de ENDC, de supágina de Facebook, usada con autorización.
El 29 de diciembre de 2021, la Cámara de Representantes del Pueblo de Etiopía aprobó una proclamación para establecer la Comisión de Diálogo Nacional de Etiopía (ENDC). Esta comisión tiene como objetivo facilitar debates entre varios grupos y personas sobre importantes cuestiones nacionales. En febrero de 2022, el Parlamento federal nombró a 11 comisionados de la ENDC. En mayo de 2023, también se estableció un consejo asesor nacional. Actualmente, la ENDC está en proceso de recopilar planifiaciones en 10 estados regionales y dos administraciones municipales. A pesar de este ejercicio en varias partes del país, la ENDC aún no ha abordado las regiones afectadas por el conflicto en Amhara, donde pasé los últimos cuatro años.
Académicos y otros, yo incluido, están de acuerdo en que un diálogo nacional es crucial para terminar con la guerra civil y abordar los agravios históricos. Naciones Unidas destaca la importancia del diálogo nacional para reunir a los principales líderes nacionales, incluido el Gobierno y los partidos de la oposición más relevantes, y en ocasiones, también voces militares para fomentar debates integrales. La participación se extiende a muchos grupos que representan a la comunidad en general. Sin embargo, es crucial reconocer que algunos Gobiernos, como los de Egipto, Sudan y Uganada, han utilizado mal estos diálogos para obtener reconocimiento internacional y consolidar el poder nacional.
Aunque la ENDC tenía como objetivo hacer que el diálogo fuera más inclusivo y creíble, los actuales conflictos militarizados en la región de Amhara han supuesto grandes complicaciones para sus operaciones. La comisión ha enfrentado oposición de los principales partidos políticos, instituciones religiosas y grupos minoritarios, que han expresado preocupación sobre la falta de una adecuada representación en el proceso. Además, no se han escuchado las voces de los jóvenes, especialmente de quienes viven en zonas de conflicto, en gran medida. Incluir a los jóvenes en diálogos nacionales es fundamental por varias razones.
En primer lugar, la región de Amhara tiene una población joven con un 55% de menores de 20 años. Los jóvenes quieren que la guerra termine pronto y de tener la oportunidad de participar en el diálogo de manera activa. Un joven Gondar explicó: «Sin duda, el diálogo es importante, especialmente para los jóvenes como nosotros, pero seguimos sin poder ser parte del proceso». La exclusión crea una sensación de alienación y desconfianza entre los jóvenes de toda la región.
En segundo lugar, en Etiopía existe un proverbio popular: «Los jóvenes son los guardianes del país del mañana». Excluir a los jóvenes del diálogo nacional significa que sus ideas y necesidades no se tienen en cuenta al formular futuras políticas. Esto puede conducir a soluciones de visión limitada que dejen de lado los problemas sociales a largo plazo.
En tercer lugar, los jóvenes siguen afectados por la guerra civil que ha persistido los últimos cuatro años. Las niñas son especialmente vulnerables a la violencia sexual en tiempos de guerra. Por el conflicto, se ha interrumpido el acceso a la atención de salud, por lo que muchas mujeres no tienen atención fundamental por maternidad. Algunos jóvenes aún viven en zonas de conflicto, como Wollo del Sur. Me contó que se sienten ignorados en un proceso vital que da forma al futuro del país. Esta exclusión puede generar una falta de participación cívica y disminuir la responsabilidad social entre las generaciones más jóvenes.
En conclusión, excluir a los jóvenes de los diálogos nacionales en Etiopía debilita la representación de un sector clave de la población y aleja a los posibles futuros líderes. Además, a largo plazo, esta exclusión amenaza la credibilidad y la efectividad de la ENDC. Mientras el país continúa progresando en la reconstrucción y las iniciativas de reconciliación y promueve el diálogo nacional, es crucial que se incluyan las vivencias y voces de los jóvenes.
*Seudónimo utilizado para mantener el anonimato.