¿Qué le espera a Myanmar en 2025?

Chin Brotherhood

Tropas de las hermandad Chin después de capturar Matupi en Myanmar. Foto de la hermandad Chin. Fuente: The Irrawaddy, socio de contenido de Global Voices

Este artículo se publicó originalmente el 7 de enero de 2025 en The Irrawaddy, sitio web independiente de Myanmar que ha estado en el exilio en Tailandia desde el golpe militar de 2021. Reproducimos una versión editada en Global Voices como parte de un acuerdo para compartir contenido.

Habrá un cambio en 2025. Es lo que informan los analistas de ciudadanos de Myanmar dentro y fuera del país, que han visto un estado de agitación desde que los militares tomaron el poder con un golpe en febrero de 2021. ¿De este conflicto surgirá una nueva nación democrática federal o un Myanmar fallido, desintegrado y fracturado?

Ciertamente, es difícil medir a dónde se dirige el país en 2025, salvo prever que se hundirá aún más en la oscuridad y la penuria económica con la extensión del conflicto armado al centro de Myanmar.

¿Qué cambios se producirán? Los analistas políticos afirman que podrían producirse importantes acontecimientos políticos. He aquí los acontecimientos en el horizonte en 2025 que pueden influir en el destino de la nación.

Elecciones

¿Habrá elecciones este año? ¿O negociaciones políticas? ¿O un derramamiento de sangre? Activistas y sandías (soldados de la junta que espían para el movimiento prodemocrático) dentro de las fuerzas armadas dicen estar decididos a ver la destitución del líder del régimen, Min Aung Hlaing. Si es así, ¿quién lo hará? La oposición étnica armada se esfuerza por acabar con la dictadura militar. Los poderosos ejércitos étnicos y los grupos insurgentes están maniobrando para hacer avanzar sus planes y hasta ahora han conseguido muchas victorias militares, y ganancias territoriales.

¿Veremos la caída de Sittwe, la capital del estado de Rakáin, antes del Día de las Fuerzas Armadas, el 27 de marzo? ¿Líderes étnicos victoriosos que anuncien regiones autónomas en Rakáin, Chin y Kachin?

De ser así, podríamos asistir a la implosión del Ejército y a la caída del Consejo de Administración del Estado. ¿Y la liberación de los dirigentes gubernamentales detenidos, incluida la expresidenta Aung San Suu Kyi, que ahora tiene 80 años? Si no, ¿veremos que la entierren en un lugar desconocido? O, siendo más optimistas, ¿veremos la convocatoria de una gran convención política para trazar una hoja de ruta antes de tener elecciones? ¿Y qué hay de la intervención de los vecinos, como las «fuerzas de mantenimiento de la paz» dirigidas por la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) y respaldadas por China?

La junta se ha comprometido a celebrar las elecciones según un calendario arbitrario, y China ha dicho que apoyará la votación. Muchos en la oposición han rechazado las elecciones, y los críticos dudan de que puedan celebrarse en las circunstancias actuales. La oposición ha rechazado las elecciones porque no serán libres, justas ni inclusivas, y solo servirán para prolongar el gobierno militar. Como contrapunto, las fuerzas de la oposición, incluido el Gobierno de Unidad Nacional, intentan demostrar que están unidas y ofrecen una alternativa creíble al régimen. En lugar de buscar el reconocimiento, el Gobierno de Unidad Nacional debería seguir recabando apoyos entre las alianzas étnicas y demostrar que es una alternativa viable a la Junta.

El Ejército pierde terreno

En 2024, las fuerzas militares de Myanmar sufrieron importantes pérdidas a pesar de los análisis pesimistas de los expertos en Myanmar. El Mando Militar del Noreste en el estado de Shan, adyacente a China, y el Mando Militar del Oeste en el estado de Rakáin, en la frontera con Bangladesh, fueron capturados por las fuerzas de la resistencia, con altos mandos militares y miles de soldados murieron o se rindieron, junto con importantes cantidades de munición, armas, vehículos blindados, artillería y tanques.

Las divisiones de infantería ligera del Ejército, antes temidas y admiradas cuando servían a las órdenes del exdictador general Ne Win contra los insurgentes étnicos y los comunistas birmanos, han sufrido humillantes derrotas en los dos últimos años en los estados de Shan, Kachin, Kayah y Rakáin.

Así, el régimen ha dependido en gran medida de su fuerza aérea. Ahora, el régimen depende mucho de China para detener la ofensiva y contener la guerra y las organizaciones étnicas armadas asentadas a lo largo de la frontera entre China y Myanmar.

En cualquier caso, la buena noticia es que el Ejército está en declive; es débil y se está reduciendo. El Ejército ha sufrido una oleada de deserciones, derrotas, baja moral y pérdida de dignidad. Con el creciente resentimiento en las filas, las figuras de la oposición especulan con que los líderes del régimen podrían ser asesinados o derrocados.

Es importante señalar que la mayoría de la población birmana no ha mostrado ningún signo de arrepentimiento o tristeza por las pérdidas y grandes derrotas sufridas por las fuerzas armadas de Myanmar, a las que antes respetaban. Más bien, están experimentando alegría por la tristeza ajena, algo sin precedentes en la historia moderna de las fuerzas armadas de Myanmar. La oposición, ya sean grupos armados birmanos o étnicos que luchan contra el régimen, tiene el apoyo de la opinión pública. Es más, este es un momento decisivo para el Ejército de Myanmar.

Las perspectivas económicas de Myanmar siguen siendo sombrías. Según el Monitor Económico de Myanmar del Banco Mundial, se espera que el PIB de Myanmar se contraiga un 1% en el año fiscal que finaliza en marzo de 2025, una revisión a la baja de la proyección anterior de crecimiento modesto. Debido al golpe de Estado y al reclutamiento forzoso, Myanmar también sufrió una fuga de cerebros, ya que muchos jóvenes intentaron abandonar el país.

Cuando se trata de catástrofes naturales (o pandemias), Myanmar está mal preparado para un clima que empeora cada vez más. Es uno de los países del mundo más vulnerables al clima, según informes del Banco Mundial, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) de Naciones Unidas e investigadores.

Pesadilla de los vecinos

China, India, Bangladesh y Tailandia se inquietan ante el deterioro de la situación de Myanmar. Tailandia y otros vecinos están muy preocupados por la seguridad fronteriza, el aumento de la producción de drogas y los ciberdelitos transnacionales, así como por el flujo de refugiados y las crecientes comunidades de exiliados. Así que, aparte de la ineficaz ASEAN, ¿quién intervendrá en la crisis de Myanmar? ¿China? ¿India? ¿Tailandia? China, el actor externo más influyente en Myanmar, ha respaldado oficialmente las elecciones y mantiene abiertas sus opciones, ya que la situación sigue siendo volátil e impredecible.

A diferencia de Estados Unidos, China tiene grandes intereses geopolíticos estratégicos en Myanmar, sobre todo en torno a conservar el acceso al océano Índico. Pekín quiere poner fin a la crisis de Myanmar, pero en sus propios términos y de una manera que sirva a estos intereses.

Algunos analistas creen que China quiere ver un cambio de mando en el Ejército (pero no la caída del Ejército) para poner fin al reino del comandante en jefe Min Aung Hlaing. Tal vez China cree que las elecciones pueden allanar el camino para que Min Aung Hlaing deje la política. ¿O se prepara para irse? Los generales creen que deben ser los que salgan del país, no se irán fácilmente a menos que los obliguen a irse o encuentren un compromiso político durable.

Bangladesh no verá ninguna oportunidad de repatriar a refugiados rohinyá en 2025. Ahora, el régimen de Myanmar está reclutando rohinyás para contrarrestar al creciente Ejército de Arakan (grupo etnonacionalista), que controla casi todo el estado Rakáin. La Liga Unida de Arakan, el ala política del Ejército de Arakan, ha expresado un compromiso de establecer una región autónoma en Rakáin.

¿Cómo responderá Bangladesh a la consolidación del estado Rakáin por parte del Ejército de Arakan? ¿Y los extremistas musulmanes? Myanmar y Bangladesh son Estados frágiles, y la desintegración de Myanmar solo agravará la tensión y el conflicto entre ambos países.

En cualquier caso, a fin de cuentas, la negociación política será la clave, pero los combates no terminarán rápidamente, ya que la oposición birmana y los ejércitos étnicos saben que su éxito militar continuado les dará más influencia política en futuras negociaciones.

¿Final feliz?

Por último, pero no menos importante, queremos felicitar al pueblo de Myanmar; son los héroes que han mantenido viva la fe y la esperanza en esta revolución que se prepara para entrar en su quinto año.

Todos vivimos tiempos deprimentes y estamos agotados, pero muchos en Myanmar esperan que el régimen asesino sea derrocado pronto o que ocurra algún milagro que lo haga desaparecer.

Por muy inestable que sea el mundo, los ciudadanos de Myanmar merecen atención y aplausos por su perseverancia, resistencia y espíritu de lucha. Se niegan a aceptar la vuelta del régimen militar y de la misma situación.

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