Dos botes perdidos y recuperados en el Caribe hablan del lado trágico de la migración africana

Imagen de Canva Pro.

Pocos días después de que la Guardia Costera de Trinidad y Tobago fuera alertada sobre la presencia de una piragua con cuerpos en descomposición flotando cerca de una plataforma de gas natural frente a la costa este de Trinidad, se encontró una embarcación con 13 cadáveres en San Cristóbal y Nieves.

El barco fue descubierto en Trinidad el 25 de enero; la otra embarcación apareció en las aguas de San Cristóbal el 30 de enero. Hasta el momento, las autoridades no han revelado si los dos incidentes podrían estar relacionados, aunque el subcomisionado de Policía de San Cristóbal, Cromwell Henry, dijo que los cuerpos estaban en un avanzado estado de descomposición, lo que dificultaba la evaluación de las edades o géneros de los fallecidos.

Sin embargo, las investigaciones posteriores comenzaron a revelar algo de información:

Se descubrió un bote con cuerpos en descomposición frente a la costa sureste de Trinidad. La Policía local concluyó que la embarcación era de Mauritania, una tragedia consecuencia de haber convertido la migración en un valor negociable.

En el caso de Trinidad, la patrulla de la guardia costera había localizado la embarcación y, a pesar de su mal estado y de las aguas agitadas, logró fijar una línea de remolque la mañana del 26 de enero. Sin embargo, en el trayecto de regreso al continente, alrededor de las 04:00 horas, hora local (UTC-4), la línea se soltó y la embarcación no pudo ser recuperada a pesar de los esfuerzos de búsqueda.

La guardia costera notó que el bote era asombrosamente parecido a una embarcación encontrada frente a la costa de Tobago en mayo de 2021, lo que les llevó a suponer que «las circunstancias que rodean este caso podrían ser de naturaleza similar». Ese bote contenía los cuerpos de migrantes de África occidental que intentaban llegar a las islas Canarias, que suelen ser utilizadas como escalón hacia Europa.

Se cuestionaron la competencia de la guardia costera de Trinidad y Tobago, y las deficiencias en la infraestructura de respuesta a emergencias marítimas del país. Sin embargo, los informes de noticias fueron rápidos en recordar que situaciones como estas no son nuevas para la región del Caribe.

En agosto de 2024, expertos forenses de República Dominicana se encontraron tratando de identificar los restos de al menos 14 cuerpos en descomposición encontrados en una embarcación abandonada frente a la costa norte. En marzo de 2021, autoridades de Nicaragüa encontraron los cuerpos de seis personas, supuestamente migrantes, en una pequeña embarcación frente a la costa caribeña nicaragüense. Ya en 2006, Barbados encontró una embarcación similar, esta vez con los cuerpos de 11 hombres de África occidental que buscaban una vida mejor para ellos y sus familias. Se han producido incidentes similares con migrantes que huyen de la situación socioeconómica en Venezuela.

El 29 de enero, un cuerpo, que se presume provenía de la piragua fantasmal, apareció en la playa de Manzanilla, en la costa este de Trinidad.

De Libia a Italia, de Túnez a Francia, de las islas Canarias al continente europeo; innumerables migrantes siguen perdiendo la vida en su intento de cruzar hacia Europa por rutas traicioneras y, a menudo, mortales.

Como señala The Conversation, la responsabilidad de estas muertes de migrantes recae en las políticas creadas por los Estados europeos, que siguen decididos a frenar la migración, incluso a costa de pasar por alto las violaciones de derechos humanos contra los migrantes. En 2024, mientras la Unión Europea firmaba un controvertido acuerdo migratorio con Túnez, Reino Unido firmaba a su vez un acuerdo para reubicar a algunos solicitantes de asilo de Gran Bretaña a Ruanda. El plan fue luego cancelado, después de que el Tribunal Supremo del Reino Unido lo considerara ilegal, con el argumento que Ruanda no era un país seguro para los solicitantes de asilo.

La migración africana ha sido un fenómeno antiguo impulsado por diversos factores, como búsqueda de mejores oportunidades económicas, inestabilidad política, conflictos y problemas ambientales. Un informe reciente de The Conversation predijo que esta tendencia podría continuar, ya que las condiciones impuestas por la crisis climática podrían obligar a hasta 113 millones de personas dentro de África a reubicarse para 2050.

Sin embargo, los patrones migratorios en las fronteras de la Unión Europea parecen estar cambiando. Según un informe reciente de Frontex, los cruces irregulares de frontera hacia la Unión Europea cayeron un 40% en 2024 en comparación con el año anterior. Sin embargo, los cruces a lo largo de la ruta de África occidental aumentaron a su nivel más alto desde que comenzaron los registros en 2009.

A pesar de las políticas restrictivas, la movilidad sigue estando estrechamente vinculada a la prosperidad económica y al desarrollo. La población de Europa envejece, y migrantes y refugiados representan una oportunidad significativa para impulsar el crecimiento. Sin embargo, a medida que Europa sigue endureciendo sus políticas migratorias, lo que obliga a los migrantes a arriesgarse por rutas ilegales y mortales, queda por ver si Europa está obstaculizando su propio desarrollo económico, en lugar de fomentarlo.

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