Ha muerto Rex Lasalle, líder del motín del Ejército de Trinidad y Tobago de 1970 en apoyo del movimiento Poder Negro

Captura de pantalla de Rex Lasalle y Raffique Shah (desde la izquierda) en compañía de otros oficiales del Regimiento de Trinidad y Tobago a través del video de YouTube «Trinibad Longtime: The Black Power Army Revolt of 1970 Trinidad’, sobre un fondo de Canva Pro.

Hacia finales de la década de 1960, cuando el movimiento Poder Negro se separa del movimiento por los derechos civiles de Estados Unidos, los valores fundamentales por los que lucharon — que eran mucho más profundos que simplemente exigir derechos de igualdad a empoderamiento económico, orgullo por la identidad negra, la autodeterminación política y el desmantelamiento del sistema racista que mantenía indefensa a la comunidad negra— se extendieron más allá de las fronteras estadounidenses, incluso hasta Trinidad y Tobago.

En ese momento, la nación insular acababa de asegurar su independencia de Inglaterra, y una figura clave para el movimiento del Poder Negro, Stokely Carmichael (después Kwame Turé), nacido en Trinidad, atraía la atención de muchos gracias a sus iniciativas por redistribuir recursos a las comunidades negras estadounidenses. Mientras tanto, en Trinidad, conectaron con su causa muchos universitarios, sindicalistas y creativos, después de haber vivido situaciones similares de privación de derechos bajo el control colonial y motivados por un sentir de creciente frustración hacia el lento cambio en la situación tras la independencia.

Reginald «Rex» Lassalle, que falleció en febrero a los 79 años en Finlandia, donde vivía desde hacía algún tiempo, fue uno de ellos. El entonces teniente del Regimiento de Trinidad y Tobago, al que se le ordenó actuar contra la población protestante, se negó, y en cambio ayudó a liderar un motín del Ejército contra el gobierno de Eric Williams en abril de 1970, como parte de la Revolución del Poder Negro del país. No fue una decisión improvisada.

Lasalle nació en el floreciente barrio de clase media negra de Belmont en 1945, y estudió en el prestigioso St. Mary's College, secundaria católica para varones de Puerto España. En enero de 1965, su familia lo envió a la Real Academia Militar de Sandhurst, a la que asistió hasta diciembre de 1966. Aparte del racismo que vivió allí, luchó contra lo que le exigía la clase dirigente, y mencionó «una apreciación militar escrita sobre cómo acabar con un enclave mau mau» como un punto de inflexión para él.

Antes de volver a su hogar, Lassalle pasó un tiempo en Nueva York para visitar a una tía en Harlem. Malcolm X había sido asesinado recientemente, y el clima político, especialmente en la comunidad negra estadounidense, se había tornado tenso y cargado de activismo, reflexión, y un movimiento militante cada vez mayor. Durante su estadía, Lasalle comenzó a leer la obra del intelectual franco-caribeño Frantz Fanon, que fue una gran influencia para él.

Dos años antes del motín, Lasalle ayudo a liderar a los miembros del Gremio de Estudiantes en el campus St. Augustine de la Universidad de las Indias Occidentales, que había formado el partido político Comité Nacional de Acción Conjunta. En 1969, el gremio protestó contra el arresto de estudiantes de las Indias Occidentales en la Universidad Sir George Williams en Montreal, Canadá, lo que junto con la labor de los sindicatos, ayudaron a fomentar el movimiento local del Poder Negro.

En abril de 1970, una serie de marchas y huelgas obligaron al primer ministro Williams a declarar un estado de emergencia, en el que fueron detenidos 15 líderes del movimiento. En solidaridad, una facción del Ejército liderada por Lassalle, Raffique Shah y Michael Bazie, todos formados en Sandhurst, se sintieron colectivamente conmovidos por la causa y se negaron a tomar las armas contra la ciudadanía. Se amotinaron y tomaron 30 rehenes en el cuartel de Teteron, situado en el extremo noroeste de Trinidad.

La ubicación contribuiría a la caída del motín. Como la Guardia Costera siguió leal al Estado, el único acceso era una estrecha carretera que entraba y salía de los barracones. Los amotinados pronto quedaron aislados y se rindieron al cabo de 10 días. Shah reveló después que él y Lasalle habían acordado que no habría derramamiento de sangre mientras pudieran evitarlo: «Cuando la Guardia Costera abrió fuego contra nuestro convoy, no devolvimos el fuego. Habrían muerto cientos de personas. Por estúpido que parezca, estábamos dispuestos a morir por la revolución, pero no a matar por la revolución».

Durante el tiempo que retuvieron Teteron, Lasalle tomó la iniciativa de negociar los términos de su rendición con el Gobierno; entre otras cosas, iba a haber una amnistía general, y él y Shah iban a ser ascendidos al rango de capitán. Al final, fueron arrestados por una serie de delitos que incluían motín y traición. En marzo de 1971, Lassalle fue juzgado en un consejo de guerra y condenado a 15 años. Apeló y obtuvo la libertad en julio de 1972, tras cumplir 27 meses de prisión, nueve en confinamiento solitario.

Roger Toussaint —otro alumno de St. Mary, activista y expresidente del Sindicato de Trabajadores del Transporte Local 100 de Nueva York— escribió sobre Lassalle, y describió la revuelta como «el acontecimiento de mayor repercusión en la historia de ese país desde su independencia en 1962, ya que forzó directamente la nacionalización de sectores críticos de la economía nacional».

Toussaint, un adolescente en ese momento, también describió las consecuencias: «El motín, el juicio y el encarcelamiento de estos jóvenes oficiales patriotas paralizaron a la nación durante casi dos años. Desencadenó protestas masivas con el lema ‘¡Liberemos a nuestros soldados!’, con el apoyo de amplios sectores de la población, especialmente entre los estudiantes de secundaria de la nación. [Los juicios, la represión y las protestas que siguieron […] marcaron a la generación de trinbagoneses que lo vivieron o lo siguieron, pero que, sin saberlo, estaban forjando la historia».

Incluso durante ese tiempo lleno de disturbios, Toussaint se mantuvo cautivado por Lassalle y Shah, y explicó: «La rebeldía disciplinada que estos soldados demostraron fue refrescante durante un periodo en que la indisciplina y el comportamiento lumpen se suelen utilizar para confundir y desviar a los jóvenes».

Esa arraigada creencia en el bien común fue transparente durante toda su declaración ante el consejo de guerra. Propuso el concepto de un «Ejército del Pueblo», uno «relevante para el pueblo y las necesidades de esta nación, cuya labor esencial, al margen de los deberes militares, en tiempos de paz, es trabajar con la gente del país [en actividades como] agricultura, construcción, pesca, lácteos y ganadería, educación física y asistencia médica básica al pueblo. En otras palabras, un ejército [que] se gana el sustento en tiempos de paz». Vio esto como «inevitable en el Tercer Mundo» ya que la gente «quiere una relación basada en el respeto, la unidad y la autoridad moral».

«Trajeron al pueblo caribeño aquí», prosiguió, «por la necesidad de azúcar del mundo colonial y no por otra razón. Hasta hoy, nuestra existencia ha estado ligada a la satisfacción de las necesidades de los países metropolitanos. En la década de 1970, esto está cambiando. La gente busca encontrar sentido a su vida satisfaciendo sus necesidades. […] La gente de este país quiere enterrar las imágenes del colonialismo dondequiera que las vea».

Como predijo Lasalle hace más de medio siglo, en Trinidad y Tobago, y ciertamente en toda la región del Caribe, no han cesado los debates en torno a los efectos incesantes de aferrarse a los vestigios del colonialismo.

Como Toussaint expresó, en parodia a las consignas nacionales de Trinidad y Tobago: «El impacto de las decisiones tomadas en 1962, después y alrededor de 1970 sigue resonando hoy en día, irónicamente, con la falta de ‘disciplina’ (orden), la ‘producción’ (o la falta de producción) desvinculada de las necesidades de la nación, desde nuestra agricultura y fabricación local hasta las sociales, y la ‘(in)tolerancia’, incluida relativa a las relaciones de género, la plaga de la delincuencia, las crisis que atenazan a nuestros niños y jóvenes y las divisiones y tensiones raciales. Todo esto estaba en juego en 1970 y antes. Las decisiones tomadas entonces tuvieron consecuencias […] Rex Lasalle expresó sus ideas sobre un Trinidad y Tobago diferente que era posible y estaba a nuestro alcance».

Tras salir en libertad, Lasalle regresó al Reino Unido para estudiar osteopatía y se tituló en 1974. También estudió acupuntura y homeopatía y practicó artes marciales, y aprendió técnicas de respiración que aplicó a su formación homeopática formal para desarrollar su propio estilo de shiatsu. A mediados de la década de 1980, fundó Hara Shiatsu International, responsable de la formación de la primera generación de profesores de shiatsu en el Reino Unido. También escribió varios libros.

En línea se le recuerda como «un hombre que defendió sus principios», «un patriota genuino y valiente que libró una ardua batalla contra el sistema neocolonialista» y «un destacado hijo de la tierra» que «vivió una vida profundamente apasionada».

El juez del Tribunal Supremo y poeta James Aboud añadió: «Este hombre, como los demás amotinados del regimiento, eran intelectuales con corazón. Desconozco la legalidad de sus acciones. Sospecho que debían seguir ciegamente las órdenes. La obra ‘Antígona’ de Sófocles es un ejemplo clásico del conflicto entre la ley escrita y la justicia natural».

El activista LGBTQ+ Jason Jones, hijastro de Lasalle, le agradeció por ser una influencia inspiradora: «No se puede ser hijo de Rex Lassalle y no querer trabajar para crear un mundo mejor en el que todos podamos vivir. […] Era complejo, muy inteligente, divertido, excesivamente sensible, asustadizo, impresionable, gracioso e increíblemente cariñoso cuando te quería».

Tal vez así sea como Lasalle, que no se definía a sí mismo solamente a través de la perspectiva de 1970, querría ser recordado. Tras grabar un audiolibro sobre su vida, en una actualización de Facebook de marzo de 2021 señaló muy claramente: «Mucha gente ha querido que hable de mi experiencia en el «Ejército y en la cárcel. […] No voy a escribir ni a hablar mucho al respecto en el futuro [ya que] mi vida y lo que he hecho es mucho más grande y rico que esos momentos y no estoy atascado en definir quién soy a partir de esa experiencia».

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