
Las terminales de contenedores Kwai Chung en Hong Kong. Fotografía: Kyle Lam/HKFP. Usada con autorización.
Este reportaje de Han Tse se publicó en Hong Kong Free Press el 15 de febrero de 2025. Global Voices publica esta versión editada como parte de un acuerdo de colaboración e intercambio de contenido.
Hong Kong se encuentra involuntariamente involucrado en la guerra comercial entre Estados Unidos y China, el presidente estadounidense Donald Trump impuso sus más recientes aranceles sobre productos chinos a productos de la ciudad.
El 1 de febrero, Trump emitió una orden ejecutiva para imponer un arancel adicional del 10% a todas las importaciones de China y Hong Kong, además de todos los impuestos que ya pagan. El nuevo gravamen incluye paquetes de bajo valor que antes podían entrar a Estados Unidos libres de impuestos.
En represalia, Pekín impuso aranceles a importaciones de Estados Unidos, como energía y maquinaria. El Gobierno de Hong Kong criticó a Estados Unidos por ignorar la condición de la ciudad como «territorio aduanero independiente» de China continental. También amenazó con presentar una queja ante la Organización Mundial del Comercio (OMC). Pekín se quejó a la OMC el 4 de febrero.
Sin embargo, es probable que las quejas a la OMC no tengan ningún efecto, ya que el sistema de arbitraje de disputas comerciales internacionales lleva años paralizado por la decisión estadounidense de bloquear la nominación de jueces al Órgano de Apelación de la OMC, su principal órgano de arbitraje.
Esta no es la primera vez que Hong Kong se ha visto involucrado en el fuego cruzado de una guerra comercial entre Estados Unidos y China.
HKFP examina la línea cronológica de la disputa comercial entre Estados Unidos y China, la situación aduanera de Hong Kong, y por qué una queja a la OMC puede no surtir gran efecto.
Cronología de la guerra comercial de Estados Unidos y China
En marzo de 2018, durante su primera presidencia, Trump anunció aranceles del 25% al acero y del 10% al aluminio para la mayoría de países, China incluida.
Poco después, impuso un gravamen adicional del 25% a más de 1300 productos chinos, desde pantallas táctiles electrónicas y productos médicos hasta baterías y partes de aeronaves.
Trump, en su momento, acusó a China de «robo intelectual» y prácticas comerciales «injustas». En respuesta, en abril de 2018, Pekín impuso aranceles a las importaciones estadounidenses, que incluían cerdo, soja y autos.
En los meses siguientes, las dos economías más grandes del mundo intercambiaron rondas de aranceles que terminaron afectando al menos a 300 000 millones de dólares estadounidenses en productos chinos y 110 000 millones de dólares estadounidenses en productos estadounidenses.
La guerra comercial solo dio señales de calmarse después de que Estados Unidos y China firmaron un acuerdo comercial a principios de 2020, en el que Pekín se comprometió a comprar 200 000 millones de dólares estadounidenses más de productos de estadounidenses. Sin embargo, Washington dijo que Pekín no cumplió con el acuerdo.
Los aranceles que impuso Trump los ratificó su sucesor, Joe Biden, que siguió imponiendo estrictas restricciones relacionadas con la venta a China de semiconductores y otros productos de alta tecnología.
Biden también aumentó los impuestos a importaciones estratégicas desde China, como vehículos eléctricos y minerales críticos, cuando enfrentaba una revancha electoral en 2024 contra Trump, que prometió aranceles del 60% a productos chinos.
A principios de febrero, pocas semanas después de jurar el cargo como nuevo presidente, Trump impuso un gravamen adicional del 10% sobre productos chinos.
También revocó una exención «de minimis» para importaciones valoradas en menos de 800 dólares estadounidenses, medida que afectó al funcionamiento de gigantes chinos del comercio electrónico como Shein y Temu, ambos populares en Estados Unidos.
En represalia, Pekín impuso aranceles a las importaciones de carbón, gas natural licuado y otros productos procedentes de Estados Unidos.
Hong Kong como ‘territorio aduanero independiente»
Hong Kong, colonia británica hasta 1997, ha sido considerado un centro comercial internacional desde hace mucho tiempo. Fue también un miembro fundador de la Organización Mundial del Comercio, creada en 1995.
La mini Constitución de Hong Kong, la Ley Básica, declara que la ciudad es un «territorio aduanero independiente» y que puede entrar en organizaciones comerciales internacionales y acuerdos comerciales como una entidad separada de la China continental.
También tiene una situación especial bajo la ley estadounidense desde 1992, recibe trato preferente de Washington en cuanto a economía y comercio.
Sin embargo, en 2020, Trump firmó una orden ejecutiva según la cual, los aranceles que había impuesto a China dos años antes también eran aplicables a importaciones de Hong Kong.
La orden ejecutiva, emitida después de que Pekín impuso una ley de seguridad nacional en junio de 2020, suspendió efectivamente la situación especial de Hong Kong.
Desde entonces, las exportaciones de Hong Kong a Estados Unidos deben ser etiquetadas como «hecho en China» y están sujetas a los mismos aranceles impuestos a mercancías chinas.
Los impuestos del 10% adicionales sobre productos chinos y la suspensión de la exención «de minimis» también se aplican a todas las importaciones de Hong Kong.
Estados Unidos fue el tercer mayor socio comercial de Hong Kong en 2024, de acuerdo a cifras oficiales. Hong Kong importó cerca de 206 000 millones de dólares hongkoneses en productos estadounidenses y exportó más de 295 000 millones de dólares de productos a Estados Unidos, incluidas exportaciones y reexportaciones locales.
Se prevé que el nuevo arancel de Estados Unidos afectará a las empresas de Hong Kong, que tienen cadenas de suministro en China continental como minoristas de comercio electrónico.
Por qué una queja a la OMC podría quedar en punto muerto
Al mismo tiempo que las autoridades de la ciudad minimizaban el impacto de las tarifas de Trump, también acusaban a Washington de violar las reglas del comercio internacional.
La ciudad advirtió que si Washington no «rectificaba su error», tomaría «todas las acciones posibles» para defender sus intereses, y que incluso consideraría llevar el asunto a la Organización Mundial de Comercio (OMC).
Sin embargo, una queja ante la OMC podría no surtir gran efecto.
El proceso de resolución de disputas en la OMC empieza con consultas entre las partes en disputa. Si eso falla, un panel especial formado por entre tres y cinco expertos emite un juicio en primera instancia. Los países pueden apelar contra la decisión del panel especial ante el Órgano de Apelación.
El Órgano de Apelación es el más alto órgano de arbitraje de disputas comerciales de la OMC, con un panel de siete expertos en derecho internacional y comercio. Se requiere al menos un mínimo de tres miembros para atender los casos.
Durante las primeras etapas de la guerra comercial en 2018, Pekín ya había llevado su caso contra Estados Unidos ante la OMC, que en 2010 dictaminó que los aranceles de Trump a los productos chinos violaban regulaciones comerciales.
Estados Unidos presentó un recurso en octubre de 2020. Sin embargo, el caso está en el limbo porque Washington ha bloqueado el nombramiento de jueces al Órgano de Apelación de la OMC, con lo que ha cerrado el caso.
Washington acusó al Órgano de Apelación de la OMC de «excesos persistentes» en sus decisiones y de no cumplir con las reglas de la OMC. El entonces presidente de Estados Unidos, Barak Obama, empezó a bloquear nombramientos al Órgano de Apelación en 2016, y esto continuó durante las presidencias de Trump y Biden.
La OMC ha avisado que las resoluciones de sus paneles «corren el riesgo de ser apelados ‘al vacío’ a menos que se encuentre una solución al estancamiento».
Actualmente, un total de 32 juicios de la OMC no han llegado a nada, incluida la apelación de Estados Unidos de la decisión de 2020 sobre los aranceles de Trump.