Mi historia de superación frente a la violencia del narcotráfico en Colombia

Por Stiven Quiñones, miembro del proyecto periodístico Mi Historia

Hoy les contaré un poco sobre mi vida en Buenaventura, Valle del Cauca, una ciudad marcada por la violencia causada por las disputas de territorio relacionadas con el narcotráfico. Nosotros los jóvenes, siempre vivimos con la esperanza de que algún día todo esto termine, pero a veces no consideramos la difícil decisión de escapar y salir de allí.

Cuando tenía 15 años, mi familia se convirtió en otra víctima de la violencia y las bandas que operaban en la ciudad portuaria. Intentaron reclutarnos mediante amenazas para obligarnos a unirnos a sus grupos.  En Colombia, grupos armados y bandas criminales reclutan a jóvenes en situaciones de vulnerabilidad, ofreciendo beneficios económicos o engañando a los jóvenes. Hubo, por lo menos, 8,246 menores víctimas de reclutamiento por estructuras criminales desde la firma de los Acuerdos de Paz en Colombia en 2016, que quiso poner fin al conflicto armado entre el Estado y la guerrilla de las FARC.

El 23 de junio de 2021, me encontraba en casa viendo el partido de Colombia contra Brasil de la Copa América con unos amigos, mientras mis primos compartían con sus amigos afuera de un colegio cercano. Alrededor de las seis o siete de la noche, seis hombres armados y en motocicletas dispararon indiscriminadamente contra mis primos y sus amigos. Mis dos primos tenian 16 años.

En ese atentado, un amigo perdió la vida, uno de mis primos, Kevin, resultó herido en la cara y la cabeza, y otro primo, Marco, recibió un disparo en el pie. Otro amigo recibió seis disparos en diferentes partes de su cuerpo, pero afortunadamente ninguno de ellos afectó sus órganos vitales.

Mientras mi primo Kevin yacía en el suelo herido de gravedad, los vecinos lo ayudaron a subir a un carro de la policía, que lo llevó a un centro médico donde recibió atención. Marco y su amigo herido corrieron en busca de un lugar seguro donde pudieran recibir ayuda. Dicen que les atacaron porque los muchachos no quieren unirse a la banda.

Cuando llegó la noticia a nuestra casa, todo se volvió confuso y abrumador. Todo se me nubló. Me quería enloquecer. No sabíamos qué hacer y sentíamos mucha desesperación. Muchos pensamientos malos pasaban por mi cabeza en ese momento. Sentí rabia y tristeza al mismo tiempo.

El 11 de julio del mismo año, mi primo Kevin no pudo superar sus heridas y falleció.

La situación se volvió caótica, ya que los responsables del hecho creían que tomaríamos represalias, lo cual no era cierto. Inventaron varias historias para justificar por qué querían asesinarnos. Pasaron los meses y yo tenía que esconderme como si hubiera hecho algo malo.

Pasaron los días difíciles, y aunque temíamos por nuestras vidas, decidimos quedarnos en casa. Llegué a pensar que si me unía a esa gente, todo sería mejor. ¡Pero no!

Al año siguiente, mi madre encontró un lugar seguro en el país para enviarme y poder estar todos más tranquilos. Llegué a Benposta, una fundación donde vi la oportunidad de hacer y aprender lo que siempre había deseado. Benposta es una organización caritativa que ayuda a los jóvenes en situaciones de peligro a desenvolverse mediante comunidades educativas.

Fue allí donde conocí el proyecto «Mi Historia: Periodismo por y para jóvenes», y desde ese momento todo cambió. Pude expresar muchas cosas que tenía en mi mente, sentí que me escuchaban y aprendí a contar mis historias. Produje un pódcast sobre ser afrocolombiano, explorando el racismo que a veces enfrentamos en Colombia.

El proyecto me impulsó y me ayudó a ver el mundo de otra manera. Quizás me hubiera quedado en un mundo donde nuestros pensamientos y palabras no serían escuchados, donde nuestras historias serían ignoradas y nos daría miedo expresarnos de alguna u otra manera.

Quiero aprovechar estas líneas para enviar un mensaje a todos los jóvenes: Nunca piensen que no pueden lograrlo. Siempre habrá personas que realmente deseen ver el cambio en nuestras vidas. No es fácil sobrevivir en una ciudad sumergida en la violencia, pero no es imposible evitar formar parte de ella.

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