
Captura de pantalla del canal de Radiocat en YouTube del video “KNDR: ¿QUÉ CALLAN LOS BLOGUEROS? La nueva realidad de Corea del Norte 2024”, hecho por uno de los blogueros que visitó Corea del Norte desde Rusia. Uso legítimo.
Este artículo se publicó originalmente en la revista en línea Baikal People. Global Voices reproduce una versión traducida y editada, con autorización.
En febrero de 2024, después de una pausa de cuatro años por la pandemia de COVID-19, Corte del Norte reabrió sus fronteras a turistas de Rusia. En el transcurso de un año, cerca de 1500 personas visitaron el país. A un grupo de turistas de otros países se les autorizó una visita en febrero de 2025, pero después se negó la entrada en marzo de 2025.
El primer grupo de rusos que visitó Corea del Norte después de que se levantaron las restricciones por el COVID-19 llegó el 9 de febrero de 2024. El grupo consistía de 98 personas: no solo turistas, también periodistas, representantes de empresas de viajes y estudiantes de una escuela deportivas de reservas para las Olimpiadas.
En 2023, Kim Jong Un visitó Rusia en su tren blindado personal. Su reunión con el presidente Vladimir Putin en el Cosmódromo de Vostochny fue descrita por la agencia Telégrafo Central de Corea del Norte como un “acontecimiento histórico”. Después de esto, el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia recomendó a los rusos hacer turismo en Corea del Norte.
Alexander Fedosov estaba en el primer grupo de turistas. No esperaba que el centro turístico de esquí de Masikryong fuera tan “moderno”. Tiene diez pendientes anchas de dificultad y longitud variadas, y teleféricos cerrados. Un rasgo distintivo son las canciones norcoreanas que suenan constantemente en altavoces. Algunos visitantes se quejaron de que siempre los acompañaban esquiadores norcoreanos vestidos con ropas idénticas en las pendientes. Los turistas pueden moverse libremente en el centro turístico pero no podía irse porque la zona está cercada.
El sector del turismo en Corea del Norte ha estado avanzando varias décadas. Según Andrei Lankov, experto en estudios coreanos y catedrático de la Universidad Kookmin, la primera agencia de viajes del país para turistas de países socialistas se fundó a fines de la década de 1950. Las relaciones entre la URSS y Corea del Norte fueron tensas en las décadas de 1960 y 1970, así que los ciudadanos soviéticos pocas veces visitaban, pero en la década de 1980, a cientos de turistas soviéticos al año les concedieron viajes a Corea del Norte a través de canales de un sindicato o Komsomol (Liga Comunista Juvenil). Una cantidad similar de visitantes llegó de Alemania Oriental, Bulgaria y otros países del bloque socialista.
Entre 1998 y 2008, se permitió a turistas surcoreanos visitar Corea del Norte. Se construyó para ellos la zona turística especial de Kumgang. Según Andrei Lankov, el proyecto tenía el subsidio del Gobierno surcoreano. En ese momento, Corea del Sur estaba gobernada por “nacionalistas de izquierda” que consideraban a los norcoreanos como “parientes pobres que necesitan ayuda». Cuando el Gobierno cambió en Seúl, el proyecto quedó clausurado.
Para uno de los países con más sanciones del mundo, el turismo es una fuente de moneda extranjera. Kim Jong Un, que asumió el poder en 2011 y se educó en Suiza, centro turístico europeo, trató de atraer a viajeros “occidentales” a Corea del Norte. El centro de esquí Masikryong se construyó en 2014 como parte de esa iniciativa. Sin embargo, por su limitada cantidad de vuelos a Corea del Norte (solo disponibles a través de Rusia y China), estrictas regulaciones para visitantes, malos caminos y sin mucho entretenimiento, el país solo podía atraer a unos 5000–7000 visitantes «occidentales» anualmente, incluidos los rusos. La situación empeoró en 2017, después de la muerte del estadounidense Otto Warmbier, que llevó a que Estados Unidos prohibiera a sus ciudadanos viajar a Corea del Norte.
Los turistas no están obligados a entregar sus teléfonos en la frontera, pero deben declarar todos los aparatos electrónicos, como cámaras y equipos de video. Los funcionarios no revisan las fotos ni los videos al salir del país, pero en la entrada, los guardias de frontera inspeccionan todos los libros que entran. La literatura sobre Corea del Norte publicada fuera del país, así como los libros religiosos, están estrictamente prohibidas.
La mayoría de las visitas incluyen varios días en la capital, Pyongyang, la primera ciudad que los turistas ven al aterrizar en Corea del Norte.
Los turistas se dan cuenta de que los caminos de Pyongyang los recorren buses y autos, rusos, chinos y hasta japoneses, pese a las tensas relaciones con Japón. En las calles, se puede ver a mujeres con abrigos de piel y gente que usa smartphones, aunque los norcoreanos no caminan absortos en pantallas. El país tiene sus propios aplicativos de mensajería, de redes sociales e internet interna, pero los habitantes no pueden acceder a la red mundial.
Los guías turísticos y los traductores son los únicos norcoreanos con quienes los turistas pueden interactuar de cerca. Los grupos suelen estar acompañados de dos personas, una mujer guía de una agencia de viajes norcoreanas y un hombre, funcionario de seguridad. Según Andrei Lankov, ser traductor en Corea del Norte es una profesión de élite. Trabajar con turistas extranjeros da acceso a propinas —a veces en moneda extranjera—, tiendas especiales con bienes escasos, y la oportunidad de viajar frecuentemente, lo que implica quedarse en hoteles que has los norcoreanos adinerados ven como el “pináculo de lujo extravagante”.
A los turistas no se les permite explorar la ciudad por su cuenta. Según Inna Mukhina, directora general de la agencia de turismo Vostok Intour, esta regla existe porque los visitantes no conocen la ciudad ni el idioma, y el programa ya viene en paquete. A los extranjeros se les lleva a museos, recorridos en metro, montañas, lugares al lado del mar, actuaciones en circos y diversas empresas . Todos los programas turísticos tienen aprobación a nivel gubernamental.
Circulan rumores entre los turistas de que en algún momento, algunos rusos intentaron regresar volver solos de un bar a su hotel. Tras ese incidente, ahora se pide a los turistas que firmen un acuerdo por el que acceden a quedarse con su grupo todo el tiempo. Generalmente, quienes se alejan del grupo no reciben sanciones, pero los guías norcoreanos que no logran supervisarlos pueden enfrentar consecuencias después.
Los turistas no pueden comprar junto con los norcoreanos. En cambio, se los lleva a tiendas especiales en los que pueden comprar recuerdos con moneda extranjera, como libros sobre Corea del Norte, pinturas, tejidos, cosméticos, alcohol y dulces. Algunos visitantes quedan particularmente asombrados por la versión norcoreana de Lego, que permite a los usuarios construir un lanzador de cohetes.
El bloguero de aviación Viktor de Veliky Novgorod, de 41 años, visitó Corea del Norte en octubre de 2024, no solo por la experiencia exótica, sino también para crear contenido para su canal de YouTube. Sus videos de Corea del Norte tienen una cantidad de visualizaciones en su canal. Por ejemplo, su video sobre el metro de Pyongyang lo han visto 4.9 millones de personas. A lo largo de 2024, varios blogueros de viajes, creadores de contenido sobre comida y aspirantes a youtuberos visitaron Corea del Norte, y todos sus videos relacionados con Corea del Norte llegaron a los lugares más altos de las preferencias.
Una nueva guía emitida por una empresa de turismo, después de que un turista intentó dejar su grupo, incluye varios puntos para instruir a los viajeros cómo retratar al país: “Solo publica fotos y videos a medios y redes sociales que contribuyan al desarrollo positivo de turismo en Corea del Norte”.
Corea del Norte tiene un grupo de reglas estrictas: quienes las cumplen pueden vivir en relativa seguridad. Por los parámetros de un país muy pobre, la atención en salud y la educación están bastante desarrolladas. Al mismo tiempo, los niños de preescolar deben inclinarse ante los retratos de Kim Il Sung y Kim Jong Il después del almuerzo. Las autoridades hacen inspecciones nocturnas inesperadas a los apartamentos varias veces al año, para verificar si los retratos en las casas están debidamente conservados y si los televisores han sido alterados para recibir canales chinos.
Muchos turistas trazaron paralelos entre Corea del Norte y la Unión Soviética, ya sean reales o imaginarios. Un viajero comparó el país con el mundo del videojuego Atomic Heart, ambientado en una URSS alterna en el que los robots se producen en masa.
“Los norcoreanos son genuinos. Cuando les hablas, a estos guías —está claro que están conectados con la KGB— pero a sus ojos, en todo lo que se refiera a ellos, hay una sinceridad humana que ya no tenemos. La teníamos en la URSS. Probablemente, las personas modernas son más plásticas, menos reales, y como pastor, era inevitable que lo notara”, dice Evgenii Petrov, turista de Blagveschensk. A él le gustaría ayudar a los norcoreanos de alguna manera, aunque entiende que es improbable.
En Corea del Norte, a los turistas rusos se les invita a poner flores en un monumento a los soldados soviéticos que murieron por liberar a Corea de la ocupación japonesa en 1945. Los guías cantan con vehemencia viejas canciones soviéticas con turistas, y siempre se presenta un pastel para los cumpleaños.
En Corea del Norte, a Rusia se le considera una tierra de libertad y prosperidad, y los coreanos lo saben de primera mano, pues cientos de miles de norcoreanos han trabajado como leñadores y jornaleros en Rusia, y han contado sus experiencias a sus compatriotas.
Para los visitantes rusos, los norcoreanos incluso han escrito una canción para hacer los viajes en bus menos pesados. El coro, que guías y turistas cantan al unísono, dice:
Будем вместе мы,
Будет счастлив мир,
Ким Чен Ын — ПутИн,
Путин — Ким Чен Ын
Estaremos juntos,
el mundo será feliz,
Kim Jong Un — Putin,
Putin — Kim Jong Un.