
Fotografía de Hasht-e Subh Daily. Utilizada con autorización.
Este artículo fue escrito por Behnia para Hasht-e Subh Daily y se publicó el 27 de marzo de 2025. Una versión editada se publica en Global Voices bajo un acuerdo de colaboración con medios.
Tras las restricciones impuestas por los talibanes a la educación, formación académica y actividades laborales de las mujeres, muchas jóvenes y mujeres han recurrido a diversas sustancias adictivas en Afganistán. El reportaje de investigación de Hasht-e Subh Daily reveló que las jóvenes y las mujeres consumen tabaco, sedantes y ansiolíticos para escapar de las presiones psicológicas, la tensión mental y la depresión.
El informe incluye entrevistas realizadas a 30 personas: niñas a las que se les negó la educación, mujeres que sufrieron el encarcelamiento talibán y mujeres que viven en el exilio. Los resultados se recogieron durante los últimos seis meses en las provincias de Kabul, Herat, Balj, Takhar, Jauzján, Gazni y Sar-e Pol.
Varios psicólogos, doctores y dueños de farmacias informaron que, en 2024, que un número significativo de jóvenes y adolescentes recurrían a cigarrillos, drogas sintéticas, analgésicos y medicamentos antidepresivos por una grave depresión. Según estas fuentes, en el último año, hasta 500 mujeres jóvenes y niñas han buscado tratamiento, y consumido estos fármacos para aliviar la depresión, los fuertes dolores de cabeza, la soledad y también para evitar autolesionarse.
Perspectiva de los psicólogos sobre el aumento de las adicciones
Un psicólogo del Hospital de Salud Mental de Kabul informó que, el último año, más de cien niñas de Kabul y otras provincias han acudido al centro por depresión grave. Solo en marzo, se registraron dos casos de consumo de tableta K, un tipo de metanfetamina. En la entrevista con Hasht-e Subh Daily, el psicólogo explicó: “dos clientas, de 22 y 19 años, sentían que todas las puertas estaban cerradas para ellas y consumían la tableta K para reducir las presiones psicológicas y mentales».
El psicólogo agregó que el estado mental y emocional de las jóvenes se deteriora cada día, y que las principales razones del consumo de tabaco entre las jóvenes y las adolescentes son el cierre de oportunidades educativas y el impedimento para lograr sus aspiraciones.

Desde una colina en Gazni, una joven mira hacia una escuela lejana, cerrada por los talibanes, símbolo de sueños perdidos que la llevaron a la depresión y al consumo de drogas. Foto de Hasht-e Subh Daily. Utilizada con autorización.
Un psicólogo de la provincia noroeste de Balj, que trabaja en un centro de salud mental de la provincia, cuenta que, además de su trabajo en el centro, colabora con organizaciones y asiste personalmente a niñas y mujeres a las que se les ha negado la educación y el empleo y que sufren depresión grave. En el último año, ha tenido más de 130 pacientes en su consulta privada. Señala que algunas han recurrido al cigarrillo debido a las restricciones impuestas por los talibanes hacia las mujeres.
¿Por qué los estudiantes recurren al tabaco y las drogas?
Varias estudiantes y universitarias afirman que las presiones psicológicas y emocionales derivadas de la denegación de educación, combinadas con las presiones ejercidas por sus familias, las han llevado a consumir cigarrillos. Señalan que, si no fuman, experimentan fuertes dolores de cabeza, soledad y sensación de asfixia, lo que las lleva a sentirse desesperanzadas sobre la posibilidad de continuar con sus vidas.
Nilab (seudónimo), estudiante de décimo grado, atraviesa momentos de angustia por la prohibición de estudiar y a las presiones familiares, lo que le ha provocado una grave depresión. Esto, unido a una preocupación excesiva por su futuro incierto, le causa intensos dolores de cabeza. Al principio recurría a somníferos y sedantes, y ahora también fuma.
At first, I used sleeping pills and sedatives, and now I also smoke cigarettes. I use cigarettes less because I’m afraid my family will find out.
Al principio, tomaba somníferos y sedantes y ahora también fumo cigarrillos. Consumo menos cigarros porque temo que mi familia lo descubra.
Menciona que cuatro amigas suyas se encuentran en una situación similar y que también fuman a escondidas de sus familias.
Las conclusiones del informe indican que el consumo de tabaco es más frecuente entre las jóvenes y las adolescentes de 18 a 25 años.

En Herat, una niña mira por la ventana anhelando la libertad, mientras las restricciones talibanes alimentan su depresión y su dependencia a los sedantes. Foto de Hasht-e Subh Daily. Utilizada con autorización.
También se utilizan mucho analgésicos y antidepresivos como tramadol, Zeegap, Zoloft, Prolexa, Sanflex, Zing, Arnil, amitriptilina, Brufen, paracetamol e inyecciones sedantes. En los últimos tres años, el consumo de estos fármacos ha causado que muchas niñas se vuelvan adictas, los consumen entre una y cuatro veces al día.
Adicción entre las mujeres que sufrieron encarcelamiento
Haber pasado por una cárcel talibán es un factor importante en la adicción de las mujeres al tabaco. Las presiones psicológicas y emocionales que las mujeres arrastran al exilio tras soportar las cárceles talibanes las han llevado a consumir no solo sedantes recetados por psiquiatras, sino también diversos productos del tabaco, como cigarrillos y narguiles electrónicos.
Una mujer que fue encarcelada por los talibanes y que ahora vive en Pakistán dice que muchas mujeres con experiencias similares han sufrido graves daños psicológicos y emocionales, por lo que recurren a cigarrillos y narguiles electrónicos para controlar la tensión mental. El consumo de estos productos entre este grupo de mujeres está muy extendido y, según ella, algunas consumen un paquete entero de cigarrillos en un solo día.
Smoking has become very common among women, to the point that they use a pack of cigarettes in 24 hours. They say it helps them find calm and forget the events they’ve endured. Sometimes, they feel so overwhelmed that they control themselves with excessive smoking and sedative drinks. They can’t tolerate the slightest pressure and immediately turn to various tobacco products.
Fumar se ha vuelto muy común entre las mujeres, hasta el punto de consumir un paquete de cigarrillos en 24 horas. Aseguran que les ayuda a encontrar la calma y a olvidar lo que han sufrido. A veces, se sienten tan abrumadas que se autocontrolan fumando en exceso y tomando bebidas sedantes. No toleran la más mínima presión e inmediatamente recurren a diversos productos del tabaco.
Cree que, aunque el consumo de tabaco no cura ningún dolor, las mujeres se sienten obligadas a consumirlo para escapar de la intensa presión psicológica.
Automedicación, precios elevados y acceso a drogas
El consumo de drogas entre niñas y mujeres se produce de dos formas. Algunas, con acceso a psicólogos, consultan a neurólogos o psiquiatras y utilizan sedantes, medicamentos antiestrés, ansiolíticos y somníferos recetados como parte del tratamiento.
Aunque el uso prolongado de estos fármacos no está recomendado por los psiquiatras, muchas jóvenes, atraídas por sus efectos inmediatos, dejan de acudir al médico y empiezan a obtenerlos en farmacias por sus propios medios. La mayoría de las mujeres y jóvenes, sobre todo en Kabul y en el exilio, siguen consumiendo estos fármacos incluso después de finalizar el tratamiento prescrito.
Sin embargo, la mayoría de las jóvenes y mujeres dicen que consumen analgésicos, sedantes y antidepresivos sin consultar a un psicólogo o psiquiatra. El paracetamol y el ibuprofeno, baratos y fáciles de conseguir en farmacias, son bastante consumidos por las jóvenes.
Esto es especialmente común en provincias con acceso limitado a psiquiatras y farmacias. Por ejemplo, Mahdia, de la provincia sudoriental de Gazni, obtiene estos fármacos después de caminar tres horas hasta una farmacia local y los toma para fuertes dolores de cabeza; nunca ha acudido a un psiquiatra. Fátima, de la provincia nororiental de Takhar, también obtiene analgésicos y antidepresivos gratuitamente en el hospital local de su provincia.
Razia, que vive en Kabul, explica que paga 1500 AFN (21 USD) por uno de sus medicamentos, lo que equivale al precio de un saco de harina para su familia. Si tuviera que comprar todos sus medicamentos, le costaría 4000 afganis (56 dólares) al mes. Maryam, estudiante de Kabul, añade que gasta entre 400 y 800 afganis (entre seis y 12 dólares) al mes en sus medicamentos, precio elevado que debe asumir a pesar de su difícil situación económica.
El aumento de la drogadicción y la adicción a los medicamentos entre las mujeres y las adolescentes de Afganistán es uno de los muchos efectos destructivos inadvertidos de las políticas restrictivas de los talibanes. Con más tiempo y más investigación, se revelarán otras consecuencias sociales y económicas negativas del maltrato a las mujeres en Afganistán.