
Amir Ali (22 años), en entrevista en Gujranwala, Pakistán, 5 de febrero de 2025. Foto del autor. Usada con autorización.
Cuando Aamir Ali, ganadero de 22 años oriundo de Gujranwala, Pakistán, entregó 1.2 millones de rupias (4278 dólares) a un familiar que era traficante quien le prometió una ruta hacia España, no esperaba regresar a casa traumatizado, quebrado, y aun así con suerte de estar vivo.
En enero de 2025, Aamir se convirtió en uno de los pocos sobrevivientes de un intento fallido de migración ilegal, que cobró la vida de decenas de pakistaníes cerca del puerto marroquí de Dajla. Su historia no es solo de sobrevivencia, sino una ventana inquietante a la peligrosa ruta dunki que muchos jóvenes pakistaníes emprenden por desesperación. Dunki es un término punyabí comúnmente usado en India y Pakistán para referirse a la migración, por lo general a través de medios ilegales que implican cruces peligrosos por mar o tierra.
Frente a la inestabilidad económica, la agitación política y el aumento del desempleo, cada vez más jóvenes pakistaníes recurren a traficantes de personas para escapar del país. Según datos de la Agencia Federal de Investigación de Pakistán, más de 40 000 pakistaníes fueron deportados en 2023 tras intentos fallidos de migración ilegal. Gujranwala, Sialkot, Gujrat y Mandi Bahauddin, regiones del centro de Punyab, antes conocidas por la migración laboral hacia el Golfo, son ahora puntos de partida claves para rutas dunki hacia Europa vía África occidental.
Aamir dice que conocía los riesgos, pero sintió que no tenía otra opción. «No había certeza en Pakistán. Todos los que conocía que se fueron estaban bien en el extranjero», dijo a Global Voices en una entrevista. «Pensé que también podía lograrlo».
Una promesa convertida en trampa
El agente le prometió a Aamir una visa legal y un vuelo a España en el término de tres meses. En lugar de eso, lo llevaron a Senegal y luego lo transportaron por tierra a Mauritania bajo falsas promesas. Allí comenzó la extorsión. El agente exigió otros 1.2 millones de rupias (4278 dólares) y, después otros 2.1 millones de rupias adicionales (7488 dólares) como rescate. Su familia tuvo que vender sus tierras para poder pagar.
Durante meses, trasladaron a Aamir de un refugio a otro a través de redes criminales en el norte de África. Las condiciones eran inhumanas. «Nos mataban de hambre, nos golpeaban y nos trataban como mercancía”, recordó.
El 2 de enero, lo obligaron a subir a un bote con otros 85 migrantes, en su mayoría hombres pakistaníes que esperaban llegar a España. La embarcación, con capacidad máxima para solo 40 personas, estaba sobrecargada, lo que era bastante peligroso.
Pocos días después de iniciar el viaje, los traficantes arrojaron la comida y los suministros al mar para aligerar el bote y se quedaron solo con lo necesario para ellos. Los pasajeros, muchos ya débiles y desnutridos, comenzaron a morir de deshidratación y hambre.
Al quinto día, el bote se quedó sin combustible. Varados en el Atlántico, los traficantes se pusieron violentos y empezaron a golpear a los migrantes con martillos y barras de metal. A los que morían los arrojaban al mar a la fuerza.
«Nos obligaron a lanzar a nuestros propios hermanos al océano», dijo Aamir, con la voz quebrada. «Si nos negábamos, nos golpeaban o nos lanzaban».
Todavía tiene cicatrices en las piernas y la espalda por las agresiones.
A los 13 días, la esperanza había desaparecido casi por completo. Entonces, unos pescadores marroquíes vieron la embarcación. «Gritamos para pedir ayuda», recordó Aamir. Los traficantes intentaron negociar combustible, pero los sobrevivientes suplicaron a los pescadores que los llevaran a tierra.
Dos días después, rescataron a los sobrevivientes y los llevaron ante las autoridades marroquíes. Con ayuda de la Embajada de Pakistán, Aamir fue repatriado.
El desastre del barco en Marruecos, uno de los más letales que involucró a migrantes pakistaníes, causó la muerte de al menos 50 personas. El Ministerio de Relaciones Exteriores de Pakistán confirmó el fallecimiento y la repatriación de 13 cuerpos, con más en espera.
Al ser el punto más cercano entre Europa y África, muchos migrantes intentan entrar a Europa a través de Marruecos, y los cruces ilegales aumentan cada vez más. En 2024, más de 46 000 personas enfrentaron la peligrosa ruta y lograron cruzar de Marruecos a España; fue la mayor cifra registrada. Sin embargo, esta estadística no incluye a los miles que pierden la vida cada año, ni a los 78 000 detenidos por las autoridades marroquíes. Según los datos de Frontex, agencia europea de fronteras y guardacostas, los pakistaníes intentaron entrar de manera ilegal a Europa unas 5000 veces en 2024.
«Quédense en casa, vivan con dignidad»
De regreso en Gujranwala, Aamir lucha por reconstruir su vida. Su familia tiene muchas deudas y el trauma aún lo persigue. Pero está decidido a hablar para que otros no caigan en la misma trampa.
«Ningún sueño vale esta pesadilla», afirmó. «Tuve suerte de volver. La mayoría no lo logra».
Ahora dedica su tiempo a advertir a otros jóvenes de su comunidad que no comentan el mismo error. «Los agentes te venden un sueño», dijo. «Pero termina en tortura, muerte o un arrepentimiento para toda la vida».
Bajo condición de anonimato, un funcionario de la Agencia Federal de Investigación de Pakistán dialogó con Global Voices sobre las tendencias de migración ilegal y la participación de algunos empleados de la Agencia en redes de tráfico de personas:
They are somehow involved and I would call them ‘ignocent,’ which means they are both ignorant and innocent at the same time. If they realize the fate of victims, they might not get involved in this.
Están de algún modo involucrados y yo los llamaría ignocentes, una mezcla de ignorantes e inocentes. Si comprendieran el destino de las víctimas, quizás no participarían en esto.
Al hablar de las vulnerabilidades sistémicas, explicó que las fallas en la supervisión regulatoria y en los sistemas de control que manejan el proceso de descarga facilitan la operación de los traficantes en Pakistán.
El funcionario de la Agencia Federal de Investigación explicó que la trata de personas ocurre a través de una red extensa de contrabando en la que el dinero pasa por múltiples intermediarios, lo que se compara con una estructura mafiosa. Abordar las embarcaciones es el punto más crítico y peligroso del proceso.
They pay their money to their agents, they are mafia, they are common people who promise that it will be done, and for every part, there is another designated agent, and it is such a big network. The most tragic part is when they get on the boat.
Le pagan al agente. Son mafias, personas comunes que prometen que se hará, y por cada parte hay otro agente designado, es una red enorme. Lo más trágico es cuando suben al barco.
Cuando se le preguntó si algunos funcionarios de la Agencia Federal de Investigación se benefician económicamente de estas redes, respondió: «No todos, pero sí algunos».
La oficina de la Agencia Federal de Investigación en Lahore descubrió que, en 2024, más de 160 de sus funcionarios estaban involucrados en redes de tráfico humano.
Las investigaciones revelaron redes sofisticadas de contrabando y contactos entre agentes de la Agencia Federal de Investigación y traficantes. Esto generó graves preocupaciones internas sobre la necesidad de una supervisión más estricta y medidas de intervención.
«No puedes arreglar esto desde Islamabad»
A pesar de que cada vez más jóvenes pakistaníes arriesgan la vida en rutas irregulares de migración, conocidas como dunki, el Gobierno sigue sin atender las causas profundas de la trata de personas. En una entrevista con Global Voices, Syed Kausar Abbas, director ejecutivo de la Organización para el Desarrollo Social Sostenible (SSDO), no anduvo con rodeos.
The state isn’t doing enough. Laws exist, but they’re not being implemented. And you can’t stop trafficking from Islamabad — this crisis begins in villages, in broken communities, and in the complete absence of local-level prevention.
El Estado no hace lo suficiente. Las leyes existen, pero no se implementan. Y no se puede detener la trata desde Islamabad; esta crisis comienza en los pueblos, en comunidades rotas, y ante la total ausencia de prevención a nivel local.
Según Abbas, la pobreza y la desesperación vuelven a las personas vulnerables, pero también una normalización cultural de la migración ilegal, en especial en zonas rurales de Punyab, donde las familias presionan a los jóvenes para que sigan el ejemplo de otros que se fueron, sin importar los riesgos.
People see others doing it and assume it’s the only way out. If four people from a family are in Europe, the fifth will be sent — ‘a few years of misery will pay off,’ they think.
La gente ve a otros hacerlo y asume que es la única salida. Si cuatro miembros de una familia están en Europa, mandan al quinto: “unos años de miseria valdrán la pena”, piensan.
También criticó al Gobierno por no atacar a los facilitadores internos de las redes: «Estos traficantes no solo operan desde fuera. Están insertos en nuestro sistema. Algunos funcionarios los habilitan. Hasta que eso no se resuelva, no veremos cambios reales».
Abbas destacó cómo los traficantes ahora usan redes sociales para atraer jóvenes con trabajos falsos y promesas engañosas, lo que contribuye al tráfico de personas interno y transfronterizo.
Si bien el plan de acción nacional de la Agencia Federal de Investigación existe en papel, Abbas dijo que el verdadero progreso depende de su implementación a nivel distrital, lo que es casi inexistente.
You can’t solve this crisis with policies sitting in federal offices. Local awareness, community involvement, and strong monitoring are completely missing.
No puedes resolver esta crisis con políticas desde oficinas federales. Falta conciencia local, participación de la comunidad y una supervisión sólida.
Debido a la presión de SSDO, se creó un Comité Especial contra la Trata de Personas en la Asamblea de Punyab, pero Abbas enfatizó que no es suficiente: «Un comité que se reúne cada dos meses no detiene una red que opera a diario. Necesitamos una inversión real en acción comunitaria».
Abbas advirtió que la creciente desconfianza entre los ciudadanos y el Estado empuja a más jóvenes hacia las manos de los traficantes.
People would rather give 2 to 3 million rupees to a smuggler than invest in Pakistan. They don’t believe in the system, that’s what’s killing us.
La gente prefiere dar dos o tres millones de rupias a un traficante que invertir en Pakistán. No creen en el sistema, y eso es lo que nos está matando.
Pidió que el conocimiento sobre migración se incluya en el currículo universitario a través de la Comisión de Educación Superior y exigió mejores programas de rehabilitación para quienes regresan tras viajes fallidos.
«Estas personas no son delincuentes. Son víctimas de un sistema que les falló. Si no reconstruimos sus vidas, otros seguirán el mismo camino».
El 12 de abril de 2025, hubo otro naufragio frente a la costa de Harawa, cerca de la ciudad de Sirte, en el este de Libia, donde al menos cuatro pakistaníes murieron, de un total de once víctimas.