
Imagen de Arzu Geybullayeva, creada para Global Voices con Canva Pro.
Aunque no existen datos completos sobre el número de periodistas y salas de redacción que actualmente trabajan desde el exilio, la Fundación Thomson Reuters señala que “miles de periodistas en todo el mundo se ven obligados a trabajar desde el exilio debido a la represión política y a las restricciones en sus países de origen”. Desde Rusia y Turquía hasta Irán, Myanmar, Nicaragua, Venezuela, México, Bielorrusia y más allá, las historias de salas de redacción enteras y periodistas independientes obligados a exiliarse han resonado en los medios internacionales. Según el informe anual de 2023 del Comité para la Protección de los Periodistas, “el apoyo al exilio ha crecido un 227% desde 2020, ya que grandes crisis, como la toma del poder por los talibanes en Afganistán y la guerra de Rusia en Ucrania, han obligado a los periodistas a exiliarse para mantenerse a salvo”. Azerbaiyán es uno de los países donde el periodismo independiente enfrenta una hostilidad creciente. En los últimos años, a medida que el Gobierno azerbaiyano ha intensificado su control sobre los medios nacionales, cada vez más periodistas se han visto obligados a continuar su labor desde el extranjero.
Al encontrar refugio fuera de su patria, estos periodistas azerbaiyanos en el exilio persisten en su misión a pesar de enfrentar vigilancia, ataques digitales y amenazas a las familias que permanecen en el país. Bajo constante presión, se mantienen firmes en su determinación de informar sobre corrupción, abusos a los derechos humanos y el deterioro democrático en Azerbaiyán. A medida que el Estado intensifica su represión contra la disidencia, estas voces en el exilio se han convertido en una fuente vital de información sin censura, y también en un símbolo de resiliencia y resistencia frente al debilitamiento de la libertad de prensa.
En este Día Mundial de la Libertad de Prensa, Global Voices habló con algunos de los periodistas y medios exiliados de Azerbaiyán, para reflexionar sobre las dificultades, esperanzas y decisiones difíciles que definen su trabajo más allá de las fronteras.
Cuando la periodista azerbaiyana Leyla Mustafayeva dejó su país en 2014 durante la primera ola de represión contra la sociedad civil, pensó que estaba eligiendo la seguridad. Junto con su esposo también periodista, Afgan Mukhtarli, se mudó a Georgia para continuar el trabajo profesional con seguridad. Pero esa esperanza duró poco. En 2017, Mukhtarli fue secuestrado a plena luz del día en Tiflis y lo llevaron por la fuerza a través de la frontera hacia Azerbaiyán, donde fue arrestado y luego condenado a seis años de prisión por dudosos cargos de contrabando y cruce fronterizo ilegal.
“Nos mudamos a Georgia para seguir siendo libres y continuar nuestro trabajo periodístico desde el extranjero”, recordó Mustafayeva en una entrevista por Signal. “Pero resultó que las manos de los regímenes autoritarios pueden alcanzar incluso a los periodistas exiliados”.
La experiencia del exilio no se trata solo de distancia física, sino de empezar desde cero:
Regardless of your age, when you emigrate, you have to begin everything from scratch. That includes your living situation and your integration into a new society. The biggest challenge begins when you try to continue your profession — direct contact with sources and interviewees is cut off. We rely only on phones and the internet. Visual content like videos and photos is out of reach. Working online with journalists inside Azerbaijan has always slowed down the pace of our work.
Independientemente de tu edad, cuando emigras, tienes que comenzar todo de nuevo. Eso incluye tu situación de vivienda y tu integración en una nueva sociedad. El mayor desafío comienza cuando intentas continuar con tu profesión: el contacto directo con las fuentes y entrevistados se corta. Dependemos solo del teléfono y de internet. El contenido visual como videos y fotos está fuera de nuestro alcance. Trabajar en línea con periodistas dentro de Azerbaiyán siempre ha ralentizado nuestro ritmo de trabajo.
Este sentir se repite cada vez con más periodistas azerbaiyanos y redacciones independientes que ahora operan desde el exilio. Matthew Kasper, director de Meydan TV, medio que se trasladó al extranjero hace varios años, describió la tensión principal:
There’s a disconnect between the inside and the outside of the country. You try to stay relevant and gather information, but at the same time, you’re trying to settle into a completely new life. It’s hard to get a foothold in a new country when your heart and mind are still focused on where you came from.
Existe una desconexión entre el interior y el exterior del país. Intentas mantenerte relevante y recopilar información, pero al mismo tiempo estás tratando de adaptarte a una vida completamente nueva. Es difícil establecerse en un país nuevo cuando tu mente y tu corazón aún están enfocados en el lugar del que viniste.
Para Toplum TV, uno de los medios más recientes obligados al exilio, el último año ha traído una ola tras otra de arrestos. En marzo de 2024, periodistas y socios fueron blanco de ataques y la sala de redacción se vio obligada a decidir entre cerrar o reiniciar actividades con menos recursos desde el extranjero.
“Elegimos operar desde el exilio”, dijo un representante de Toplum TV, que permanece en el anonimato por razones de seguridad, en una entrevista con Global Voices. “Pero tomó tiempo. Durante meses no pudimos publicar nada. Finalmente, logramos reanudar operaciones, pero nuestra función principal, conectarnos directamente con la gente, contar sus historias, se ha vuelto casi imposible. Nos hemos convertido en periodistas en línea sentados frente a pantallas. Preferiríamos hacer entrevistas en persona, asistir a ruedas de prensa o cuestionar a funcionarios. Pero no podemos”.
Para muchos, el costo emocional y logístico es inmenso. “Adaptarse a la vida en el exilio no es fácil. Para los recién llegados es aún más difícil: un nuevo idioma, una nueva sociedad, sin contactos locales. Económicamente también es complicado. El costo de vida y los salarios en Europa son mucho más altos”, agregó Toplum TV.
Y luego está la pregunta persistente: ¿llegará el cambio algún día?
“Creo que la situación en Azerbaiyán cambiará en algún momento”, dijo el representante de Toplum TV. “Pero ¿cuándo? Si es en 50 o 60 años, no me importará, ya no estaré aquí. Quiero verlo ahora. Pero siendo realista, no espero un cambio fundamental en los próximos cuatro o cinco años”.
Kasper añade que, para los donantes, apoyar a los medios exiliados es un compromiso a largo plazo. “Tienen que entender que deberán dar más y recibir menos. Eso significa cubrir salarios más altos, apoyar clases de idioma e invertir en desarrollo profesional. Si nos mantenemos en modo de sobrevivencia, nos estancamos”.
Aun así, mantiene un optimismo cauteloso: “Esto no durará para siempre. A veces, los regímenes caen antes de lo que pensamos. Para que ocurra un cambio, debe existir información confiable. Nosotros somos la base de ese cambio. Sin eso, la transformación es poco probable”.
La periodista Aytan Farhadova, que ahora trabaja para OC Media, describe su salida de Azerbaiyán como “una necesidad, no una elección”. En 2019, temiendo por su seguridad, se fue tras darse cuenta de que ya ni siquiera podía leer en voz alta una investigación en la que había trabajado. “Me dije a mí misma: ‘Esto es todo’. Tenía un hijo. Claramente sufría una afección neurológica. Tenía que pensar en mi hijo”.
Incluso en el exilio, Farhadova nunca dejó de trabajar. Alternaba el periodismo autónomo con un trabajo en un centro de llamadas. A lo largo de los años, publicó investigaciones con Abzas Media, Meydan TV, JamNews y otros, informaba sobre la guerra, la corrupción y la pandemia, entre otros temas.
Sus planes de volver terminaron definitivamente en noviembre de 2023, cuando toda la sala de redacción de Abzas Media fue blanco de arrestos. “Mientras el presidente Ilham Aliyev siga en el poder, no veo forma de regresar”, dijo Farhadova en una entrevista con Global Voices.
Pero el exilio tiene sus propias barreras. “El mayor reto es ser desconocido en el país al que te trasladas. Sin saber el idioma, encontrar trabajo como periodista es casi imposible. Ni siquiera los medios de la comunidad azerbaiyana te aceptan, aunque tu trabajo periodístico sea mejor”.
Farhadova ahora trabaja para el medio regional OC Media, donde sigue cubriendo noticias de Azerbaiyán. Y aunque vive en otro país, sigue escribiendo gracias a la tecnología. “La tecnología hace posible este trabajo: WhatsApp, Signal y redes sociales. El correo electrónico no es seguro. Pero encontramos otras maneras”.
Farhadova ve el periodismo en el exilio como parte de una tendencia más amplia. “El mundo se está volviendo más autoritario. Más periodistas se verán forzados al exilio. Pero si aún estamos haciendo periodismo, significa que aún creemos en lo que hacemos. Nos mantenemos fieles a nuestra ética. No hemos perdido la fe en el periodismo. Por eso continuamos”.
El exilio despoja a los periodistas de la proximidad, la familiaridad y, a menudo, de la estabilidad, pero no de su propósito. Para los reporteros azerbaiyanos que continúan su labor desde el extranjero, las realidades diarias del desplazamiento, la inseguridad y el debilitamiento de los sistemas de apoyo se ven compensadas por una creencia inquebrantable en el papel del periodismo. Su trabajo no se trata solo de documentar abusos o exponer la corrupción, es un reto frente al silenciamiento y un compromiso con la verdad pública. A medida que la libertad de prensa sigue erosionándose en los regímenes autoritarios de todo el mundo, estos periodistas nos recuerdan que, incluso desde lejos, el periodismo independiente puede exigir que se asuman responsabilidades. En este Día Mundial de la Libertad de Prensa, sus voces son un llamado a apoyar a aquellos que han perdido sus hogares, pero no su misión, para asegurarse de que las luces de la responsabilidad y la verdad permanezcan encendidas, incluso más allá de las fronteras.