‘La identidad y la literatura gallegas están profundamente arraigadas en el territorio’, explica una premiada escritora de Galicia, España

Paisaje rural de Galicia. NoelFeans/Flickr bajo licencia CC BY 2.0.

Cada 17 de mayo, la comunidad autónoma de Galicia, en España, detiene su ritmo para rendir homenaje a uno de sus bienes más preciados: su lengua y su literatura.

El Día das Letras Galegas, festivo desde 1963, no es solo una fecha conmemorativa; es una declaración de principios. En una comunidad autónoma donde la cultura ha sido siempre un acto de resistencia, de memoria y de creación, celebrar a quienes escriben –y cantan– en gallego es también reafirmar una identidad colectiva rica, compleja y en constante transformación. Con aproximadamente tres millones de hablantes que se concentran fundamentalmente en el noroeste de la península ibérica, la comunidad gallega se enfrenta hoy a desafíos propios del mundo global: resistir como ancla de identidad en un contexto cultural cortoplacista que no ve el multilingüismo como empoderamiento, sino como obstáculo para el progreso.

Este año, la jornada está dedicada a un grupo de cantareiras históricas de distintas zonas: las hermanas Adolfina y Rosa Casás Rama (Cerceda), Eva Castiñeira (Muxía) y el grupo de las Pandereiteiras de Mens (Malpica de Bergantiños): Prudencia Garrido Ameijende, Asunción Garrido Ameijende y Manuela Lema Villar. Las cantareiras conforman un género de música folclórica cantado por mujeres y acompañado instrumentalmente solo por panderetas.

Galicia es, en muchos sentidos, una excepción ejemplar dentro del mapa geocultural europeo. En el marco teórico que desarrollé junto a Sebastián Moreno Barreneche, las identidades geoculturales son articulaciones del sentido que marcan una pertenencia a entidades culturales con un ancla territorial y que pueden adquirir distintos formatos: nacionales, sub-nacionales, supra-nacionales o trans-nacionales.

El caso de gallego demuestra cómo una identidad anclada en un territorio puede construirse con una mirada poliédrica: una lengua propia y viva, una literatura que funciona como depósito simbólico y emocional, y una diáspora que ha sabido llevar lo gallego más allá del Atlántico sin diluir su esencia. Lejos de encapsularse en una noción estática de nación o folclore, lo gallego se reinventa desde su posición periférica, sin dejar de dialogar con los relatos celtas, con la historia migrante, con los márgenes del Estado español y con el derecho a narrarse desde dentro.

María López Sández

María López Sández. Foto usada con su permiso.

Para profundizar en estos temas y celebrar la ocasión, publicamos una entrevista realizada en julio de 2023 a la premiada escritora y ensayista María López Sández. La conversación se dio en el Café Derby de Santiago de Compostela, mítico escenario de tertulias gallegas a la entrada del casco histórico. La mirada de López Sández nos ayuda a comprender por qué la literatura es, para Galicia, mucho más que una expresión artística: es una forma de pertenecer, proyectarse y habitar el mundo.

Global Voices (GV): ¿Cuál es el papel de la literatura en la construcción de la identidad gallega?

María López Sández (MLS): Es una herramienta clave, porque la producción cultural en general resulta decisiva para crear imaginarios que condicionan cómo las personas se perciben a sí mismas. Esto sucede en todos los contextos, pero en las literaturas minorizadas es aún más evidente, ya que suelen ocupar posiciones periféricas. Por eso, los procesos de desmitificación y relectura identitaria [NdR: entender la cultura propia como forma de hablar de ‘un quiénes somos’ colectivo] son más frágiles y complejos.

GV: ¿En qué medida pueden las instituciones proteger una lengua como el gallego?

MLS: Existen diversas vías. Es fundamental garantizar su presencia en los ámbitos académico, político, administrativo y educativo. Si las instituciones fuesen coherentes con lo que establece la Carta Europea de las Lenguas Regionales o Minoritarias y con el enfoque ecolingüístico que subyace en proyectos como el Archivo Digital de Lenguas en Peligro de Extinción, sin duda se producirían avances significativos. Es preciso asumir la defensa de la lengua propia como un proyecto colectivo de máxima trascendencia. En Timor Oriental, por ejemplo, con una complejidad lingüística enorme, se apostó por la enseñanza inicial en cada una de las lenguas del territorio. Y eso en un Estado muy reciente —fundado en 2002— y con circunstancias económicas mucho más adversas que las de Galicia. La situación del gallego no es de las más extremas, pero cada lengua representa un compromiso con la diversidad cultural del planeta. Comprometerse con la diversidad lingüística del mundo pasa por hablar y defender, en cada lugar, la lengua propia.

GV: En lingüística se habla de la importancia de la normalización y la normativización de una lengua. ¿Cuál es la diferencia entre estos dos conceptos?

MLS: La normalización busca garantizar la presencia y el prestigio de la lengua en todos los ámbitos de la vida social. La normativización, por su parte, consiste en definir una variedad estándar que permita su uso en contextos formales y funcionales diversos. Son procesos interconectados e interdependientes, que se desarrollan en paralelo en todas aquellas lenguas que aspiran a mantenerse vivas y operativas.

GV: En tu libro Paisaxe e nación (Paisaje y nación) propones que territorio y personalidad están ligados en la literatura gallega. ¿Cómo se da esa conexión?

MLS: Es un fenómeno que también se da en otras culturas. En el siglo XIX, con el [movimiento cultural y artístico del] Romanticismo, se produjo una profunda revalorización de los paisajes, especialmente de aquellos en los que la presencia humana era menor: los más salvajes, alejados de lo social. Por eso se pasó del parque francés al jardín inglés, y espacios hasta entonces considerados hostiles —el mar, el desierto, la alta montaña— empezaron a valorarse desde la categoría de lo sublime.

En Galicia, quien lleva a cabo ese proceso [en el siglo XIX] es Rosalía de

Castro, auténtica configuradora de nuestra percepción del territorio. Ella articula una triple reivindicación: lingüística, paisajística y antropológica. Reivindica la dignidad de la lengua, del territorio y del pueblo que lo habita. Por eso busca para los paisajes gallegos referentes prestigiosos de la época, como los de Suiza o Italia. Esa revalorización comienza ya en el prólogo de Cantares Gallegos.

Más adelante, Ramón Otero Pedrayo retoma esa línea descriptiva y la profundiza, incorporando el valor simbólico del mapa del [geógrafo] Domingo Fontán que inserta en una escena central de [su novela] Arredor de si, hasta convertirlo en un emblema cultural.

Mapa da parte de Galiza comprendida entre A Marinha e o rio Sor (Domingo Fontán, 1828). Wikimedia Commons, bajo dominio publico

Ese mapa tuvo, por ejemplo, un profundo valor simbólico para la emigración, ya que en él aparecían representadas todas las parroquias del país, lo que generaba un fuerte vínculo emocional con la tierra. La literatura y la identidad gallegas están profundamente arraigadas en el territorio.

 

Llega el Día das Letras Galegas y «ahí ven o maio», como dice la canción. La primavera se expresa en su forma más hermosa con flores de cerezo y pelusas de algodón volando por los ríos. En Santiago de Compostela se empiezan a llenar las terrazas de los bares, los peregrinos con sus inmensas mochilas coloridas se agolpan en el casco histórico, los estudiantes en la zona nueva empiezan a saborear las vacaciones tras el último examen y los funcionarios en los edificios institucionales apuran sus tareas para volver a casa y disfrutar de los días largos.

Ya pocos se acuerdan de la lluvia, ese contrapunto tan denostado que azota el norte ibérico durante meses, esa excepción de la promesa de una España de sol perpetuo. Pero si algo enseña el territorio gallego (y también su literatura) es que sin aquella lluvia, no existiría este verde.

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