Explosión en Bandar Abbás, Irán: ¿Sabotaje, negligencia o síntoma de colapso?

Bola de fuego sale del puerto de Shahid Rajaee, 26 de abril de 2025. Fotos de Meysam Mirzadeh / Tasnim News Agency. CC BY 4.0

Por Reza Talebi

El 25 de abril del 2025 (6 de ordibehesht de 1404 en el calendario iraní), una enorme explosión sacudió el puerto Shahid Rajaee de Bandar Abbás, el más grande de Irán y el segundo más activo de Asia occidental. La explosión mató a 70 personas y dejó 1240 heridos, y destrozó ventanas en un radio de tres a cinco kilómetros. Las autoridades atribuyeron la explosión a la presencia de materiales peligrosos.

Según los informes, entre mil y dos mil toneladas de perclorato de sodio se transportaron desde China hasta el puerto en los barcos Jeyran y Golban. Fuentes occidentales afirmaron que esta cantidad de perclorato de sodio podría utilizarse para producir 960 toneladas de perclorato de amonio, que a su vez podrían alimentar 1300 toneladas de propelente para misiles, suficiente para lanzar 260 misiles de alcance medio.

Los expertos estimaron la capacidad de detonación de la explosión entre 200 y 800 toneladas de trinitrotolueno (TNT). Si tomamos la cifra más alta 800 toneladas de TNT, la energía liberada sería de aproximadamente 3,347,000 megajulios. Cada kilogramo de TNT produce unos 4184 megajulios de energía. Para generar la misma cantidad de energía, se necesitarían unas 1240 toneladas de nitrato de amonio o 1115 toneladas de perclorato de sodio.

Estas cifras demuestran que el perclorato de sodio, utilizado habitualmente en cohetes de combustible sólido, tiene una densidad energética similar a la del TNT. El almacenamiento inadecuado de este material puede tener consecuencias catastróficas, como se vio en Bandar Abbás.

Semejanzas y preguntas sin responder

Esta explosión nos recuerda al desastre del puerto de Beirut en 2020, que incluyó 2750 toneladas de nitrato de amonio y que provocó más de 220 muertos, así como a la explosión del tren de Nishapur en el año 2004, tuvo una explosión equivalente a 180 toneladas de TNT que causó 352 muertos. Ambas tragedias se deben a negligencias en la gestión de materiales peligrosos.

En el caso de Bandar Abbás, el perclorato de sodio se había almacenado en un muelle civil sin manifiesto ni declaración, y no en una instalación militar perteneciente al Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica o al Ministerio de Defensa. La explosión se produjo el mismo día de las negociaciones nucleares iraníes, en un puerto por el que transita la mitad del volumen comercial de Irán.

Las preguntas sobre la explosión siguen sin respuesta. Si se almacenó tal cantidad de perclorato de sodio, ¿por qué la explosión fue menos intensa de lo esperado? ¿Se había trasladado parte del material antes? Las autoridades iraníes confirmaron la negligencia, pero las empresas implicadas, Sina, afiliada a la Fundación de los Oprimidos, y Keyhan Sharyan Zarrin, responsable de la seguridad portuaria, se convirtieron en el centro de las críticas públicas. Un directivo de estas empresas, en una entrevista con Agencia de Noticias del Trabajo de Irán, calificó los materiales de «ordinarios”, pero la declaración fue rápidamente borrada.

Crisis de seguridad y especulaciones de sabotaje

La explosión reveló las vulnerabilidades de Irán en cuanto a seguridad. En 2020, Israel lanzó un ciberataque contra el puerto de Shahid Rajaee, lo que interrumpió sus operaciones. Ahora, algunos especulan que la explosión de 2025 fue otro acto de sabotaje, posiblemente de Israel. Las declaraciones del primer ministro, Netanyahu, sobre operaciones encubiertas con «localizadores” supuestamente dirigidas contra instalaciones iraníes han alimentado estas sospechas. Algunos incluso han vinculado el reciente accidente de helicóptero del presidente Ebrahim Raisi con tales operaciones, aunque el helicóptero de Raisi era un modelo diferente a los utilizados en Líbano y no existen pruebas concretas.

Si se confirma el sabotaje, se estaría hablando de un peligroso nivel de infiltración extranjera en la infraestructura militar iraní, incluidas las bases de misiles. Cinco meses antes, Abdol Hossein Khosropanah, jefe del Consejo Supremo de la Revolución Cultural de Irán, había advertido públicamente que el puerto de Shahid Rajaee no tenía equipos adecuados de escáner de rayos X, grave descuido para un puerto estratégico. Estas deficiencias de seguridad, junto con los asesinatos de altos funcionarios dentro y fuera de Irán, plantean serias dudas sobre la vulnerabilidad interna del país.

Indiferencia social: Un gran detonante

Más allá de la destrucción material, la reacción pública ante la catástrofe fue chocante. En lugar de empatía, algunas personas opuestas al régimen reaccionaron con alegría e indiferencia. La indiferencia, unida al descontento público hacia el régimen, amenaza con crear un terreno fértil para mayor división social en el país, ya que algunos creen que Israel, con el respaldo tácito de Estados Unidos, está llevando a cabo un proyecto para infiltrarse y desmantelar la infraestructura iraní, desde Bandar Abbás hasta las bases militares.

Informes como los de la Fundación para la Defensa de las Democracias, que sugieren el uso de actores para operaciones asimétricas, refuerzan esta especulación. Mientras tanto, la desilusión pública con la República Islámica, que ha conseguido que las atrocidades cometidas en Siria y Palestina parezcan ordinarias para algunos, hace que se tema una guerra civil o un escenario de Libizaciónde Irán.

¿Se encuentra Irán en un callejón sin salida?

La explosión en Bandar Abbás no es solo un desastre material; es una advertencia sobre el futuro de Irán. La mala gestión de la crisis, la vulnerabilidad de los servicios de inteligencia y la apatía social han puesto al país en una situación peligrosa. Si se confirma el sabotaje, se demostraría que Israel puede golpear en lo más profundo de la infraestructura iraní, no solo en los puertos.

Pero el mayor peligro está en el propio país: una sociedad decepcionada de sus gobernantes, que a veces ve en la destrucción una salvación. Las políticas represivas del régimen, combinadas con sus fallos de seguridad, han abierto la puerta a enemigos extranjeros. Cuando un puerto estratégico opera sin la debida supervisión, y cuando la gente celebra la tragedia en lugar de llorarla, ¿se encamina Irán hacia un destino similar al de Siria? Esta explosión, más allá de sus 70 muertos y 1240 heridos, es una alerta de un futuro que podría ser más destructivo que cualquier bomba.

Reza Talebi es un investigador académico y profesor del Departamento de Estudios Orientales y Religiosos de la Universidad de Leipzig.

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