Cómo los medios chinos ignoran el costo ambiental de la Iniciativa de la Franja y la Ruta en África

The Nairobi Standard Gauge Railway, one of China's Belt and Road Initiative projects in Kenya.

El ferrocarril de ancho estándar de Nairobi, uno de los proyectos de la Iniciativa china «Belt and Road» en Kenia. Imagen de Wikimedia Commons ((icencia CC BY-SA 4.0).

Este artículo se presentó en el marco de la convocatoria Justicia Climática de Global Voices, que reúne a periodistas de países de habla china y de la mayoría global para investigar los efectos de los proyectos de desarrollo chinos en el extranjero. Más historias aquí.

China se ha convertido en un importante inversionista en toda África, y sus empresas desempeñan papeles visibles en el desarrollo de infraestructuras, minería y energía. En 2024, el comercio entre China y África alcanzó los 295 600 millones de dólares, lo que supone un aumento interanual del 4,8 % y que fija un récord por cuarto año consecutivo.

El enorme mercado interior chino sigue ofreciendo grandes oportunidades para los productos africanos. Los daños ambientales asociados a algunas de estas empresas: ríos contaminados, bosques arrasados y comunidades desplazadas, han sido extensamente documentadas por medios africanos y periodistas internacionales. Sin embargo, persiste un fenómeno sorprendente y poco explorado: la ausencia casi total de este tipo de reportajes en los medios en chino.

Una búsqueda de historias en chino sobre la presencia de China en África conduce abrumadoramente a narrativas celebratorias: trenes de alta velocidad, cooperación beneficiosa para todas las partes y hermandad entre naciones en desarrollo. Las menciones a la degradación ambiental son prácticamente inexistentes. La explicación no puede reducirse únicamente a la palabra «censura». El silencio es más profundo y está arraigado en la estructura de los medios nacional de China, la lógica comercial y las prioridades estratégicas globales en materia de narración.

Discrepancia en el terreno

A screenshot from a state-owned CGTN (China Global Television Network) advertisement lauding Africa-China cooperation.

Captura de pantalla de la televisora estatal  China Global Television Network (CGTN) de publicidad que elogia la cooperación entre África y China. Imagen YouTube.

Si bien la prensa africana y los organismos internacionales de control informan cada vez más sobre los efectos nocivos de los proyectos de desarrollo chinos, son prácticamente invisibles en los medios nacionales chinos. Los medios estatales como People's Daily, Xinhua y CCTV, por el contrario, difunden mensajes positivos sobre las asociaciones económicas y la «cooperación Sur-Sur». Si aparecen rostros locales, suelen ser presentadores y reporteros africanos contratados por los medios estatales chinos con salarios superiores a los locales, cuya tarea es presentar narrativas optimistas que refuercen los argumentos oficiales.

Los medios comerciales chinos, a menudo considerados como más independientes, siguen en gran medida el mismo patrón. Si las noticias abordan cuestiones ambientales, lo hacen en términos imprecisos y suavizados que evitan atribuir directamente el daño a las empresas o proyectos chinos.

Las inversiones chinas y la presencia de empresas chinas en África, además de su visible impacto en las infraestructuras y la economía, rara vez son objeto de escrutinio en los medios chinos en lo que respecta al daño ambiental. Cuando se aborda el daño ambiental en los medios chinos, se omite o se presenta como algo incidental, a menudo se lo achaca a la mala gestión africana o a los retos naturales. Rara vez se cita, entrevista o centra la narración en los miembros de la comunidad local. En cambio, permanecen en el anonimato, despojados de su capacidad de acción y desconectados de la audiencia.

Sin embargo, las consecuencias de los megaproyectos de desarrollo son reales. En muchos países africanos donde China ha llevado a cabo proyectos, se han denunciado repetidamente problemas ambientales. La deforestación, el desplazamiento de poblaciones y la pérdida de biodiversidad en la construcción de presas han afectado a Sudán, Ghana y República Democrática del Congo; la contaminación del agua y los consiguientes efectos negativos para la salud debidos a la minería están perjudicando a Guinea, República Democrática del Congo y Mozambique; las expropiaciones y la violencia en el contexto de un proyecto de hidrocarburos han desestabilizado Uganda y Tanzania; y mucho más.

En Kenia, por ejemplo, el ferrocarril de vía estándar (SGR), uno de los proyectos insignia de la Iniciativa de la Franja y la Ruta de la Seda (BRI) de China, su megaproyecto de infraestructura global, ha atravesado las rutas migratorias de la fauna silvestre y ha alarmado a los conservacionistas. Algunos ecologistas han alegado que «el ferrocarril ha interrumpido las rutas migratorias de la fauna silvestre». Sin embargo, a pesar de su escala y sus promesas, muchos kenianos afirman que han visto pocos beneficios del ferrocarril, lo que pone de manifiesto una profunda desconexión entre las grandilocuentes narrativas de desarrollo y la realidad sobre el terreno.

En Nigeria, las operaciones mineras gestionadas por China se han relacionado con la contaminación del agua y el desplazamiento de comunidades. En Ruanda, los habitantes locales afectados por las iniciativas hidroeléctricas financiadas por China denuncian la pérdida de tierras y una indemnización inadecuada. Una fuente local que pidió permanecer en el anonimato declaró a Global Voices: puntos.

Ce barrage modifie à jamais notre quotidien. Aujourd'hui, nous n'avons plus de travail, nous n'avons plus de terres cultivables. La présence du barrage a modifié la trajectoire de l'eau lors des saisons des pluies, ce qui engendre des inondations qu'on n'observe pas auparavant. Aucun dédommagement venant de l'entreprise chinoise et de nos autorités.

Esta presa está cambiando nuestras vidas para siempre. Hoy en día, no tenemos trabajo, no tenemos tierras cultivables. La presencia de la presa ha alterado el curso del agua durante las estaciones lluviosas, lo que ha provocado inundaciones que antes no veíamos. No hemos recibido ninguna compensación por parte de la empresa china ni de nuestras autoridades.

Frente a estas consecuencias, en este artículo de 2022 publicado en InfoNile, Prime Ngabonziza, director general de la estatal Junta de Recursos Hídricos de Ruanda (RWB), explica:

Des études de faisabilité sont réalisées avant la construction d’une centrale hydroélectrique. Dans le cas de Nyabarongo, le problème est l’érosion à laquelle nous devons faire face.

Antes de construir una central hidroeléctrica se hacen estudios de viabilidad. En el caso de Nyabarongo, el problema es la erosión, que debemos abordar.

Las pocas referencias a la responsabilidad corporativa rara vez, por no decir nunca, incluyen a las empresas chinas que operan en China continental. Este silencio no es casual. Es estructural, político y estratégico

Former South African President Jacob Zuma talks with China's President Xi Jinping at the Forum on China-Africa Cooperation in Sandton, Johannesburg.

El expresidente sudafricano Jacob Zuma conversa con el presidente chino, Xi Jinping, en el Foro de Cooperación China-África celebrado en Sandton, Johannesburgo. Imagen de Flickr (licencia CC BY-ND 2.0).

El panorama mediático nacional chino ha experimentado una transformación radical bajo el mandato de Xi Jinping, cuya administración destaca narrativas estrictamente controladas que promueven el orgullo nacional y la ambición global. Las críticas a las empresas chinas en el extranjero, especialmente en cuestiones ambientales, se consideran un obstáculo para estos objetivos.

A screenshot from a Chinese Global Television Network Africa program.

Captura de pantalla de un programa de la cadena China Global Television Network Africa. Imagen del canal de YouTube. de CGTN.

Por su parte, China ha ampliado agresivamente su presencia mediática en África, ha enviado más periodistas chinos a todo el continente y contratado a reporteros africanos locales para que aparezcan en las emisiones de los medios estatales y aporten «rostros africanos» a las narrativas chinas. Estos reportajes rara vez se alejan del mensaje oficial. Como lo expresaba recientemente un artículo del diario estatal Global Times, «la cooperación ambiental no solo es una prioridad para el desarrollo, sino también un símbolo de la sólida amistad y la confianza mutua entre China y África».

Perspectivas silenciadas sobre el terreno

La abogada oambiental Zhang Jingjing, que lleva más de una década dedicada a casos relacionados con los derechos ambientales que afectan a empresas chinas en África, considera que este silenciamiento es intencionado y sistémico. «Los informes en chino y en otros idiomas son como dos mundos completamente diferentes: los informes en chino son escasos, a menudo inexistentes, y cuando existen, son puros elogios», afirmó en una entrevista con Global Voices.

A pesar de trabajar en varios países africanos, nunca la ha contactado un periodista chino para hablar sobre su trabajo. «Ningún periodista chino me ha entrevistado para comprender el impacto que las empresas chinas están teniendo en las comunidades locales», afirma Zhang.

即使我人在美国,也从来没有收到过中国媒体的任何一手采访请求。美国记者倒是经常找我。

Aunque vivo en Estados Unidos, nunca he recibido ninguna solicitud directa de entrevista de los medios chinos. Sin embargo, los periodistas estadounidenses se ponen en contacto conmigo con regularidad.

Ella atribuye el silencio a una combinación de censura e inacción.

中国记者有没有这样的视野?有没有动力去报道中国企业在海外的环境影响?根本没有这样的群体存在,也就一两个例外。

中国NGO和媒体在海外都一样受限,受到严格监管。没有人力、没有预算、没有对世界问题的关注,甚至也没有愿望做这种报道。

现在所谓的‘讲好中国故事’,等于已经给媒体定了调子。很多项目明明有问题,但只要不是‘好故事’,就注定不能报道。

¿Acaso los periodistas chinos tienen esa perspectiva o motivación para informar sobre el impacto ambiental de las empresas chinas en el extranjero? Básicamente, no hay ningún grupo que se dedique a esto, salvo quizá una o dos excepciones.

Las ONG y los medios chinos en el extranjero tienen las mismas restricciones. Hay una supervisión estricta, no hay personal, presupuesto, ni interés por los problemas globales y, francamente, ni siquiera el deseo de informar este tipo de noticias.

El lema del Estado de «contar bien la historia de China» ya ha marcado la pauta. Claramente, muchos de estos proyectos tienen problemas, pero si no son «buenas historias», simplemente no se informará al respecto.

Contó que en Ghana se descubrió que unos 50 000 ciudadanos chinos estaban extrayendo oro ilegalmente. Sin embargo, el incidente nunca llegó a los medios en chino. Los medios tampoco informaron sobre el colapso de una presa construida por China en Zambia.

«No se trata de incidentes menores», afirmó Zhang. «Pero dentro del sistema de medios chino, no tienen cabida. Estas historias se consideran por defecto inadecuadas. Si una historia no es buena, simplemente no se cuenta».

Reconoció que los medios occidentales también tienen defectos: «Algunos informes son exagerados o se basan en un trabajo de campo limitado. Pero al menos hay cierta visibilidad. En los medios chinos, a menos que acabe en Facebook, el público no ve nada».

Barreras sistémicas y disciplina narrativa

Por el contrario, a los medios chinos independientes o comerciales les resulta casi imposible enviar reporteros sobre el terreno para recopilar historias basadas en las experiencias de las comunidades locales. El rendimiento económico de este tipo de reportajes es escaso y la cobertura política aún menor, ya que las críticas a las iniciativas chinas en el extranjero, especialmente en regiones políticamente importantes como África, se desalientan o censuran.

Los periodistas chinos que traspasan las fronteras políticas se exponen a graves consecuencias, como censura, pérdida de empleo, vigilancia, detención o encarcelamiento bajo cargos imprecisos como «provocar peleas» o «subvertir el poder del Estado». Algunos han sido objeto de humillación pública, confesiones forzadas y amenazas a sus familias. Cuando los medios chinos traspasan las fronteras políticas, sus artículos son rápidamente eliminados y pueden llegar a cerrarse sitios web completos. Los editores y los responsables suelen ser destituidos de sus cargos. En los casos más graves, el propio medio puede ser cerrado definitivamente.

Sin el escrutinio de los medios, las empresas chinas no enfrentan ninguna presión interna para asumir la responsabilidad por los daños ecológicos. Los ciudadanos de China siguen sin saber los costos reales de la expansión global de su país. Y las comunidades africanas, aunque se ven directamente afectadas, quedan borradas del discurso dominante.

Como explicó un periodista chino que pidió permanecer en el anonimato: «No hay espacio editorial, ni interés de la audiencia, ni protección política para hacer este tipo de reportajes. La cobertura de África es para ejercer influencia diplomática, no para investigar».

No siempre fue así. A principios de la década de 2010, medios liberales como Caixin y Southern Weekly invirtieron en reportajes sobre ambiente y mantuvieron una sólida cobertura internacional. Los periodistas publicaban ocasionalmente reportajes en profundidad sobre la contaminación y los daños sociales relacionados con los proyectos chinos en el extranjero. Pero esa época ha quedado atrás. Desde que Xi Jinping consolidó el control de los medios en 2012, se ha producido un deterioro del periodismo serio y un auge de los contenidos orientados al tráfico en plataformas como Douyin (la versión china de TikTok, plataforma de videos cortos conocida por sus contenidos virales y sus retransmisiones en directo) y Xiaohongshu (aplicación de estilo de vida que combina las redes sociales con el comercio electrónico).

The Hong Kong branch of the Chinese state-run Xinhua News Agency.

La sucursal de Hong Kong de la agencia estatal china de noticias Xinhua. Imagen de Flickr (CC BY-NC-SA 2.0).

La cobertura informativa sobre el extranjero se limita ahora en gran medida a los grandes medios estatales: Xinhua, People's Daily, CGTN, China Daily y los medios controlados por el Estado que se centran en los chinos en el extranjero. La cobertura ambiental solo aparece cuando contribuye a reforzar la imagen global de China, y rara vez se investigan los daños.

Las historias africanas se han convertido en un elemento central de la estrategia «Contar bien la historia de China«, iniciada por el propio Xi Jinping como una forma de impulsar la reputación de China a nivel nacional e internacional. Wu Peng, director general del Departamento de Asuntos Africanos del Ministerio de Asuntos Exteriores de China, ha pedido abiertamente a las empresas chinas que defiendan activamente la imagen de China en el extranjero.

我经常鼓励在非洲的中国企业要站出来讲中国的事情…… 我们必须用更加深、实的东西来加以反击.

A menudo insto a las empresas chinas en África a que alcen la voz y cuenten la historia de China… Debemos contrarrestar [los ataques] no con ruido, sino con hechos más profundos y fundamentados.

Un artículo reciente del Consejo de Estado chino que celebraba los lazos entre China y Kenia calificaba la relación como un «destino compartido» y elogiaba la Iniciativa de la Franja y la Ruta como «un brillante ejemplo de cooperación». Este tipo de lenguaje domina las emisiones estatales y moldea la percepción interna.

En Kenia, las autoridades locales tomaron esta retórica, deseosas de preservar la inversión y la cordialidad diplomática. Pero esto tiene un costo: varios periodistas kenianos describen la creciente dificultad de informar de forma crítica sobre los proyectos chinos sin sufrir represalias editoriales o ser incluidos discretamente en listas negras.

Para los medios chinos, la lógica es clara: estas historias no son atractivas, ni desde el punto de vista político ni comercial. Están muy alejadas de los intereses de la mayoría de los lectores nacionales y pueden socavar la imagen internacional cuidadosamente pulida que Pekín quiere presentar.

Esta narrativa unilateral tiene profundas implicaciones para la justicia climática. Niega a las comunidades africanas la dignidad de la visibilidad y a los ciudadanos chinos la oportunidad de comprender las consecuencias de la expansión exterior de su país. La sostenibilidad real no puede basarse en crear una imagen cuidadosamente seleccionada. Exige transparencia, acceso y el valor de afrontar el daño, no de ocultarlo.

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