«El cine puede reflejar, curar y humanizar»: Entrevista a Lanre’ Obisesan, cineasta nigeriano-estadounidense

Photo of Lanre’ Obisesan.

Lanre’ Obisesan. Fotografía de Lanre’ Obisesan. Utilizada con autorización.

Desde despachar medicamentos a crear historias conmovedoras para la pantalla grande, el camino recorrido por Lanre’ Obisesan, de farmacéutico a cineasta, es tan poderoso como los relatos que cuenta ahora como escritor, productor y realizador de películas nigeriano-estadounidense. Lanre’ hace del cine una herramienta de entretenimiento, y además de reflexión profunda, sanación emocional y afirmación de la humanidad compartida.

En esta entrevista con Global Voices, cuenta su proceso creativo, los temas que lo inspiran y cómo su doble identidad cultural da forma a su manera de contar historias. Destaca el poder transformador del cine para fomentar el diálogo, cuestionar narrativas, conectar a las personas más allá de las fronteras y ofrecer al público un espejo que las ayude a verse y a los demás con mayor claridad.

Zita Zage (ZZ): ¿Puedes hablarnos de ti?

Lanre’ Obisesan (LO): I am a Nigerian-American filmmaker, writer, and producer whose work explores identity, resilience, and the emotional intersections between cultures. I originally trained and worked in healthcare, earning a doctorate in pharmacy, but over time, I felt an unshakable pull toward storytelling. My filmmaking is rooted in a belief that cinema can reflect, heal, and humanize. I create quiet but emotionally potent films that spotlight individuals navigating social and psychological complexity. “Dokita Musa” is my debut feature, and it represents a turning point in my creative life. An intimate portrait of home, longing, and survival.

Lanre’ Obisesan (LO): Soy cineasta, escritor y productor nigeriano-estadounidense que explora la identidad, la resistencia y las conexiones emocionales entre culturas a través de su trabajo. En un principio, me formé y trabajé en el sector salud, además, obtuve un doctorado en farmacia. Con los años, empecé a sentir una atracción irresistible por narrar historias. Mi forma de hacer películas se basa en la creencia de que el cine puede reflejar, curar y humanizar. Creo obras que, aunque silenciosas, están llenas de emoción y retratan la complejidad social y psicológica de las personas. “Dokita Musa“ es mi ópera prima y un punto de inflexión en mi vida creativa, ya que representa un retrato íntimo del hogar, la añoranza y la sobrevivencia.

ZZ: ¿Cómo aprendiste a contar historias? ¿De dónde viene tu habilidad? ¿Quién te enseñó y dónde?

LO: Storytelling came to me long before pharmacy ever did. I grew up surrounded by griots, my uncles, neighbors — people who knew how to turn life into rhythm and memory. I think it also comes from my natural curiosity and my father, who, even though he never pursued storytelling himself, carried that instinct within him. I grew up around a Super 8mm projector, watching Alfred Hitchcock’s “Psycho,” “Abbott and Costello,” and “Jesus Christ Superstar.”

Even as a child, I was writing nursery rhymes and performing songs. I eventually became a musician in Nigeria and mentored some of the country’s biggest musical talents before deciding not to fully pursue that path. But the storytelling instinct never left.

Even during my years as a healthcare professional, I found myself listening deeply to patients, watching body language, and interpreting silence. Those were stories, too. Eventually, I realized I had my own narratives I needed to tell — visually, emotionally, cinematically.

I taught myself the fundamentals by watching cinema obsessively, films by Djibril Diop Mambety, Tunde Kelani, Ousmane Sembène, Andrea Arnold, Ryan Coogler, and Abbas Kiarostami shaped me. Later, I pursued formal training to refine my craft. But at its core, my storytelling comes from observation, memory, music, and a lifelong hunger to connect the invisible threads between people and places.

LO: La narración me interesó mucho antes que la farmacia. Crecí rodeado de griots, los narradores orales tradicionales de África occidental, como mis tíos y vecinos, que sabían cómo convertir la vida en ritmo y memoria. Considero que esta habilidad también proviene de mi curiosidad natural y de mi padre, que, a pesar de que nunca se dedicó a contar historias, llevaba ese instinto dentro. Pasé toda mi infancia frente a un proyector Super-8 mm, viendo “Psicosis” de Alfred Hitchcock, “Abbott y Costello“ y “Jesucristo Superestrella“.

Ya de niño escribía canciones infantiles y cantaba. Con el tiempo, me convertí en músico en Nigeria y fui mentor de algunos de los mayores talentos musicales del país, hasta que decidí tomar otro rumbo. Pese a todo, la inclinación por contar historias nunca me abandonó.

Incluso durante mis años como profesional de la salud, me sorprendí al darme cuenta de la atención con la que escuchaba a los pacientes, cómo observaba su lenguaje corporal e interpretaba el silencio. Esas también eran historias. A la larga, me percaté de que yo también necesitaba contar las mías: visualmente, emocionalmente y cinematográficamente.

Me enseñé a mí mismo lo esencial al ver cine como un obsesivo, me formaron las películas de Djibril Diop Mambety, Tunde Kelani, Ousmane Sembène, Andrea Arnold, Ryan Coogler, y Abbas Kiarostami. Luego, me instruí de manera formal para perfeccionar mi oficio. Pero en el fondo, mi forma de contar historias nace de la observación, la memoria, la música y mi deseo de toda la vida de conectar los hilos invisibles entre personas y lugares.

ZZ: ¿Por qué cambiaste la atención de salud por la producción de cine?

LO: Because healing comes in many forms. For years, I helped people physically as a pharmacist. But what truly ails us, especially in underserved communities, isn’t just medical. It’s emotional, psychological, and spiritual. I saw so much unspoken pain in the lives around me — in both Nigeria and the United States — and I needed a way to process it.

Film became that way. Producing came naturally because I’ve always been an organizer and a builder, someone who sees potential and helps bring it into the world. Transitioning to film wasn’t easy. It was scary. But I was dying inside, trying to fit into a life that didn’t align with my spirit. I had to pivot toward storytelling, not just to express myself, but to live truthfully and offer something back to the world.

LO: Porque sanar tiene muchas formas. Durante años, ayudé a la gente a través de la medicina como farmacéutico. No obstante, lo que en verdad nos aqueja, sobre todo a las comunidades desfavorecidas, no es solo físico, sino también emocional, psicológico y espiritual. Vi muchísimo dolor no expresado en las vidas que me rodeaban, en Nigeria y en Estados Unidos, por lo que necesité una forma de procesarlo.

El cine se convirtió en eso. El ser productor surgió como algo natural porque siempre he sido organizador y constructor, alguien que ve potencial y lo hace realidad. No fue fácil pasarme a ese mundo. Daba miedo, sin embargo, me estaba muriendo por dentro, tratando de encajar en una vida que no se alineaba con mi espíritu. Tuve que volcarme a contar historias para expresarme, sí, pero también para vivir con sinceridad y ofrecer algo al mundo.

ZZ: ¿Puedes contarnos más sobre tu primer largometraje “Dokita Musa”? ¿Por qué necesitaste contar esa historia?

LO: “Dokita Musa” is a coming-of-age drama centered on an 11-year-old boy in a rural Yoruba village who stammers but dreams of becoming a cardiologist. On the surface, it’s his story, but it’s also about the people around him: a struggling father, a grieving mother, a disillusioned professor, and a farming family weighed down by economic hardship. These are the layered lives that form the soul of the film. More than anything, “Dokita Musa” is my love letter to Nigeria; an honest one. It doesn’t shy away from pain or poverty, but it holds space for beauty, humanity, and the quiet power of dreaming. I wanted to tell a story about resilience in the face of quiet hopelessness — not through news headlines or oversimplified narratives, but through the textures of everyday life. Inspired by my own experiences growing up, the film explores the silences between people, the rhythms of ordinary moments, and the fragile hope that still manages to exist in difficult places. It’s not a critique, but an honest reflection, one that seeks to illuminate, not condemn.

LO: “Dokita Musa” es una película de aprendizaje centrada en un niño de 11 años de un pueblo rural yoruba que, a pesar de tartamudear, sueña con ser cardiólogo. A primera vista, es su historia, pero también es la de la gente que lo rodea: un padre que se esfuerza, una madre afligida, un profesor desilusionado y una familia de campesinos agobiada por las dificultades económicas. Todas son las vidas superpuestas que conforman el alma de la película. Más que nada, “Dokita Musa” es mi carta de amor sincera a Nigeria. No huye del dolor ni de la pobreza, más bien deja espacio para la belleza, la humanidad y el poder silencioso de soñar. Quería contar una historia acerca de la resiliencia frente a la desesperanza silenciosa, no a través de los titulares de las noticias o de narraciones demasiado simplistas. En cambio, quise hacerlo por medio de las texturas de lo cotidiano. En la obra, que está inspirada en mis propias vivencias al crecer, se exploran los silencios entre las personas, los ritmos de los momentos ordinarios y la esperanza frágil que aún logra existir en lugares difíciles. No es una crítica, más bien una reflexión honesta que busca iluminar, no condenar.

ZZ: ¿Por qué decidiste centrar tu historia en un chico con trastorno del habla?

LO: I’ve always been drawn to the quiet brilliance of children who are often overlooked; those whose talents and intelligence aren’t immediately visible because of circumstance, poverty, or something as simple as how they communicate. In constructing this story, I found myself thinking about the children I’ve known; some with remarkable gifts, but no resources or support to nurture them. They weren’t lacking potential; they were simply born in the wrong place at the wrong time.

I also know a parent of a child with palilalia and mild autism, and I’ve witnessed firsthand the challenges, frustrations, and extraordinary resilience that come with that experience. That deeply informed the emotional foundation of this character, even if it wasn’t something I consciously set out to write at first.

Centering a child with a speech disorder wasn’t just about representation; it was about honoring a kind of quiet strength and pushing past the surface to show what it means to be brilliant but unheard. His voice may echo or repeat, but what he’s trying to say is no less urgent. In a broader sense, it reflects the experience of many communities: full of life and promise, yet often spoken over or misunderstood.

LO: Siempre me ha atraído el brillo silencioso de los niños que a menudo no se tienen en cuenta, aquellos cuyo talento e inteligencia no son visibles de inmediato por las circunstancias, la pobreza o algo tan simple como su forma de comunicarse. Al escribir esta historia, pensé en los niños que he conocido, algunos con dones extraordinarios, pero sin recursos ni apoyo para desarrollarlos. No les faltaba potencial, tan solo nacieron en el lugar y en el momento equivocado.

También conozco al padre de un niño con palilalia y autismo leve, así que fui testigo directo de los retos, las frustraciones y la enorme capacidad de adaptación que conlleva esa experiencia. Eso influyó muchísimo en la construcción emocional de este personaje, pese a que al principio no fuera algo que me propusiera escribir a conciencia.

Enfocarse en un niño con trastorno del habla no era solo una cuestión de representación, se trataba de honrar un tipo de fortaleza discreta y de ir más allá de la superficie para mostrar lo que significa ser brillante, pero no escuchado. Su voz puede resonar o repetirse, aun así, lo que intenta decir no es menos urgente. En un sentido más amplio, muestra la experiencia de muchas comunidades: llenas de vida y potencial, aunque a menudo ignoradas o incomprendidas.

ZZ: ¿Cuáles fueron alguna de las dificultades que enfrentaste en la producción de esta película?

LO: “Dokita Musa” was made with deep love but very limited resources. One of the biggest challenges was raising funds and pulling together a crew in a remote Nigerian village with no major infrastructure. Earning trust from the local community was critical. It wasn’t a big-budget production, but I was telling their story. So I spent time building relationships; listening more than I spoke, showing respect, and being fully present.

Another challenge was the emotional weight of the film. I was dealing with grief, poverty, and crushed dreams, realities that many have lived. Directing non-actors, many of whom were sharing emotional truths they deeply understood, required care and sensitivity.

Post-production and festival submissions were also uphill battles. I didn’t have institutional support or big-name backing. But I had conviction. I had a community. And I had the truth. That’s what carried the film across the finish line.

LO: “Dokita Musa” se hizo con mucho amor y recursos muy limitados. Uno de los mayores retos fue recaudar fondos y reunir a un equipo en una aldea nigeriana lejana sin ninguna infraestructura importante. Ganarme la confianza de la comunidad local resultó fundamental. Si bien no era una producción de gran presupuesto, estaba contando su historia. Por eso, me dediqué a entablar relaciones, a escuchar más de lo que hablaba, a mostrar respeto y a estar presente por completo.

Otra dificultad consistió en el peso emocional de la película. Enfrentaba dolor, pobreza y sueños frustrados, realidades que muchos han vivido. El hecho de dirigir a personas que no eran actores, muchos de los cuales contaban verdades emocionales que entendían a la perfección, implicó cuidado y sensibilidad.

La posproducción y la presentación en festivales también resultaron tareas arduas. No recibí apoyo institucional ni tuve el respaldo de grandes nombres. Sin embargo, lo que sí tuve fue convicción, una comunidad y la verdad. Eso llevó a la película a la meta.

ZZ: ¿Cuál es el impacto que pretendes crear con tu obra?

LO: I hope “Dokita Musa” invites audiences into a world that feels unfamiliar but deeply human. For international viewers, I want it to challenge assumptions about African life and expand emotional understanding. For Nigerian and African audiences, I hope it feels like recognition — a mirror held with care and clarity. The film doesn’t offer easy resolutions, but it affirms the dignity of its characters and the significance of their struggles. It recently had its world premiere at Dances With Films in Hollywood, and I was struck by how audiences connected with its stillness and emotional honesty. That’s what I aim for: stories that don’t just entertain, but leave something behind. Questions, empathy, and a conversation worth continuing.

LO: Espero que “Dokita Musa” invite al público a un mundo desconocido y, a la vez, muy humano. Quiero que los espectadores internacionales se cuestionen las ideas estereotipadas sobre la vida africana y amplíen su comprensión emocional. Asimismo, anhelo que el público nigeriano y africano lo sienta como un reconocimiento, un espejo sostenido con cuidado y claridad. La película no ofrece resoluciones fáciles, pero afirma la dignidad de sus personajes y la importancia de sus luchas. Hace poco, se estrenó a nivel mundial en el festival Bailando con Películas en Hollywood y me impresionó cómo la audiencia conectó con su quietud y honestidad emocional. Eso es lo que pretendo crear, historias que no solo entretengan, sino que dejen algo también: preguntas, empatía y una conversación que valga la pena continuar.

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