
Mujeres alevíes em baile con ropa tradicional en un círculo en el ritual de Hıdrellez, acompañadas de canciones para la ocasión. Foto de Diana Nikolova, usada con autorización.
El traje tradicional no se usa para actuar, sino para conmemorar. Para los alevíes de Mădrevo, ciudad en el noreste de Bulgaria, la tradición no es una reliquia del pasado, es una manera de estar conectados espiritualmente, personal y comunitariamente.
Aunque se le menciona poco en el discurso público de Bulgaria, la comunidad aleví, tras pasar siglos de cambio y marginación, ha mantenido su identidad con callada determinación. Es un proceso que empieza con el sagrado acto de vestirse.
Una forma única de fe
En Bulgaria, la fe de los alevíes –también conocidos como kızılbaş o alianos– ha desarrollado una forma local distinta en las poblaciones que hablan turco. Como rama del chiísmo influenciada por costumbres preislámicas, chamanismo, zoroastrismo y el cristianismo temprano, incorpora mística, sufismo y hasta elementos paganos.
La comunidad rastrea sus orígenes al siglo VII, luego de la muerte del profeta Mahoma, cuando surgieron disputas por su sucesión espiritual. Los suníes aceptaron a los líderes elegidos por consenso, mientras los alevíes –como el nombre sugiere– creían que el liderazgo pertenecía a la familia del profeta, empezando con su primo y yerno, Ali.
Con el tiempo, la comunidad enfrentó persecución, que a menudo la obligó a aislarse. Durante las guerras otomano-persas del siglo XV, muchos alevíes –llamados kızılbaş (cabezas rojas) por sus distintivos turbantes rojos – fueron obligados a reasentarse de Persia a partes de los Balcanes, que incluía lo que ahora es Bulgaria.
A lo largo de la historia, uno de los rasgos más distintivos de la cultura aleví es el principio de igualdad. Los rituales no se separan por género, todos participan en igual medida y, como encarnación de armonía y equilibrio que son fundamentales en la espiritualidad aleví, las mujeres tienen una posición sagrada.
Vestirse como un ritual en Hıdrellez
El hıdrellez es una vibrante tradición que combina lectura de la suerte personal con memoria colectiva. El 6 de mayo, antes del amanecer, la casa de Kamber Gochev en Mădrevo ya está despierta cuando él y su madre se preparan para la ocasión, se visten en silencio y muestran reverencia en cada paso.
Aunque iguales, hombres y mujeres siguen un proceso ligeramente diferente que empieza con largos y abrigados calcetines de lana, que no son simplemente prácticos: abren el camino a lo sagrado.
Para la madre de Gochev, ponerse una camisa “kenar” de mujer y pantalones tejidos decorativos como el primer paso para prepararse para el ritual. Luego sigue el “miltan”, una larga bata de seda. Encima, luce un mandil plisado “fata”, atado con cordones hechos a manos que simbolizan madurez.

(I) El primer paso para prepararse para el ritual es ponerse una camisa kenar y pantalones decorativos. (D) Asegurar la fata plisada es una parte esencial de la vestimenta tradicional de las mujeres alevíes. Fotos de Diana Nikolova, usada con autorización.
Un cinturón con cuentas y hebillas de cobre delante como un sello que representan la fuerza y la fertilidad femenina.

(Arriba): Cinturón con cuentas con hebillas de cobre dan el toque final, simbolizan la fuerza y la fertilidad femenina. (Abajo): Detaille del pañuelo bordado “uchkurna”, bordada a mano con motivos florales que tienen significado personal y simbólico. Fotos de Diana Nikolova, usada con autorización.
Un chaleco de terciopelo recortado con hilos de plata conecta su ser interior con su aspecto exterior.

El traje tradicional de mujer aleví está casi completo, falta agregar las dos pañuelos finales con tres claveles encima y el adorno en la frente. Foto de Diana Nikolova, usada con autorización.
Sobre el fez en su cabeza, usa varias pañuelos, cada una con su propio significado.

(I): La mujeres alevíes se cubren la cabezas con un pañuelo azul, una etapa intermedia en la vestimenta ritual que precede al pañuelo final de seda. (D): Etapa importante de la vestimenta ritual es el punto en el que el colorido pañuelo kefiye bezi se pone sobre el kozan çemberi azul como parte del aleví tradicional en varios procesos. Fotos de Diana Nikolova, usada con autorización.

El ajuste final al segundo pañuelo colorido da el toque final al arreglo de la vestimenta ritual de las mujeres alevíes. Foto de Diana Nikolova, usada con autorización.

Los detalles de los adornos rituales sagrados incluyen decoración con pendientes de oro –se llaman “istifan”– tres claveles, y los sequins de la frente son parte de la vestimenta tradicional aleví. Foto de Diana Nikolova, usada con autorización.

Traje ritual tradicional aleví en su forma completa, usado para la celebración de Hıdrellez. Foto de Diana Nikolova, usada con autorización.
El pañuelo de seda final se adorna con tres claveles, que representan a Alá, Mahoma y Alí. En este punto, las prendas pasan a ser más que trajes, se convierten en su conexión con su memoria ancestral.
Como su contraparte femenina, el ritual de vestimenta del hombre sigue una secuencia definida, cada elemento del traje tiene una función práctica y significado simbólico.
Empieza con los “poturi” de lana azul oscuro, pantalones tradicionales que se aseguran a lo largo de las pantorrillas con botones de alambre para un ajuste ceñido. Más allá de un detalle técnico, este ajuste firme asegura estabilidad durante el movimiento, sobre todo con danzas y ceremonias rituales.

Ajuste de los tradicional pantalones de lana «poturi», parte del traje ceremonial aleví para hombres, con corte trenzado y botones de alambre. Foto de Diana Nikolova, usada con autorización.
Gochev toma un cinturón de lana tejido a mano, por lo general en tonos rojizos con hilos blancos, y lo envuelve sobre su elegante camisa, que mantiene su espalda baja abrigada, y a la vez asegura las partes superior e inferior del traje. Simbólicamente, representa madurez y masculinidad.

Envolver un cinturón tejido de lana sobre una camisa ceremonial aleví con mangas es parte del traje tradicional para hombres. Foto de Diana Nikolova, usada con autorización.
Luego se pone un fez en la cabeza, envuelto con un colorido “sarık”, una tira de tela larga y estrecha. La envoltura se hace a mano, por lo general frente a un espejo, y requiere cuidadosa precisión, pues la forma y firmeza de la envoltura refleja respeto por la ocasión.

Amarrar el «sarık» frente al espejo es el detalle final para completar el traje ceremonial de hombre aleví. Foto de Diana Nikolova, usada con autorización.

Gochev y su madre con traje ceremonial aleví para el ritual de Hıdrellez, en el patio antes del inicio de la celebración. Foto de Diana Nikolova, usada con autorización.
Objetos de destino
Según Gochev, la víspera de la fiesta, la muchachas ponen nişan (pequeños artículos personales) en una olla de cobre, tradicionalmente destinado a sus prometidos o parientes hombres. Este ritual está considerado la parte más importante de la celebración de Hıdrellez. Al alba, mientras se retira cada artículo, se canta un cuarteto que se cree tiene significado simbólico o profético.

Durante el ritual Hıdrellez, una mujer aleví mayor levanta un nişan mientras pide a su dueño que lo identifique, mientras la muchacha se sienta cubierta con un velo rojo. Foto de Diana Nikolova, usada con autorización.
La ceremonia empieza con una mujer mayor que recita «Kasida para el ruiseñor«, que dije el tono espiritual para el día.
En Mădrevo y Sevar, la celebración incorpora canciones, danzas y el intercambio de nişan, que también son símbolos de unidad y esperanza.

El ritual empieza con una mujer aleví mayor que canta un himno devocional que evoca la imagen del ruiseñor. Foto de Diana Nikolova, usada con autorización.
Tradición que se mantiene viva

Mujeres alevíes en traje de danza tradicional en un círculo durante el ritual de Hıdrellez, acompañadas de canciones para la ocasión. Foto de Diana Nikolova, usada con autorización.
Como una de las últimas portadoras de las tradiciones alevíes en la aldea de Mădrevo, Kamber Gochev está dispuesta a contar historias de festividades, costumbres y música, que echan un vistazo a una cultura viva que continúa resistiéndose a desaparecer.
“Hay otras grandes festividades de los alevíes», explica Gochev. “Primero, está Kırklar o Nevruz, que se celebra la noche del 21 al 22 de marzo. Conmemora el nacimiento de Alí, y su boda con Fatima, hija del profeta Mahoma. La celebración tiene numerosos símbolos culturales y religiosos, muchos de los cuales se originan en antiguos ritos de Mesopotamia que se integraron luego a la tradición islámica”. Los rituales para esta ocasión se hacen en casa de la “boba” (anciana), y sigue una secuencia estricta y establecida.
Otra gran celebración es Köfür, que coincide con la Pascua cristiana. “Ese día”, continúa Gochev, “se encienden pequeñas pilas de paja en siete lugares, y la gente les salta encima, un simbólico acto de limpieza de pecados”.
La festividad más popular es Hıdrellez, que se celebra dos días [6 y 7 de mayo], pero ahora solo es el 6 de mayo. “Conmemora el encuentro de los santos Hızır y Ilyas”, dice Gochev. “Sus raíces son paganas, una celebración de renovación de la primavera y el renacimiento de la naturaleza”.
También hay un día de duelo, revela Gochev: “Aşure Bayramı, también conocido como Matem Bayramı, que honra el martirio de Hussein, hijo de Ali, en Karbala”.
Sensación de lugar y cultura
En cuanto a lugares sagrados, Gochev señala al valle conocido como Düldül izi, “lugar con formaciones rocosas que se cree son huellas de los cascos de caballos de Demir Baba o de Hazreti Ali”, donde la gente va a realizar rituales con agua para salud y sanación. Personalmente, él cree que las huellas son de Hazreti Ali, “pues su caballo se llamaba Düldül, mientras el caballo de Demir Baba se llama Alaca”.
El color tiene una parte simbólica en los rituales comunitarios, explica Gochev: “El rojo representa vitalidad y juventud. El azul es para protección. El amarillo sirve como color de acento, y el blanco simboliza una transición a una nueva etapa de la vida”.

Mujeres alevíes en danza de círculo ritual en el final de la ceremonia de Hıdrellez. Foto de Diana Nikolova, usada con autorización.
La música también tiene un rol central en la vida aleví: “A través de la música, nos conectamos espiritualmente como comunidad. Está presente en rituales, la vida diaria y los momentos festivos”. Los instrumentos tradicionales incluyen el “bozuk” (tipo de “saz” o laúd de cuello largo); el “darabuka” o “lyub” (tambor de mano con forma de copa); el «zilli maşa” o “def” (pandereta). El acordeón y el clarinete se empezaron a usar después.
Naturalmente, donde hay música hay danza, y la danza más característica de la comunidad es la “semah”, que Gochev describe como un “círculo descalzo sagrado que simboliza unidad y conexión entre los humanos y el universo”.
Una rica colección de tradiciones, cada una refleja cómo la comunidad aleví de Mădrevo sigue preservando su identidad a través del ritual, memoria y transmisión intergeneracional.