
Captura de pantalla de un video publicado en YouTube por Al Jazeera en árabe que muestra la caravana Al Soumoud . Uso legítimo.
Mientras la crisis humanitaria en Gaza se intensifica —impulsada por que los expertos de Naciones Unidas califican como una hambruna hecha por el hombre causada por el bloqueo de Israel—, movimientos solidarios a lo largo de África del norte han intentado llevar ayuda y crear consciencia. Egipto, que comparte una frontera sellada con Gaza, ha sido fuertemente criticado por reprimir el apoyo popular, aplicar estrictos controles fronterizos y reprimir activistas que buscan desafiar el bloqueo.
No hay lugar para la solidaridad
La caravana Al Soumoud del norte de África, compuesta por activistas, abogados, profesionales de la salud y civiles, partió desde Túnez el 9 de junio, con el objetivo de llegar a Gaza a través de Libia y el cruce de Rafah en Egipto. La caravana está formada por alrededor de 1500 participantes, y representa una gran iniciativa para romper el bloqueo liderado por Israel y protestar contra el devastador impacto de la hambruna sobre dos millones de gazatíes.
Las autoridades egipcias, sin embargo, han aplicado rigurosas reglas. El ministro de Asuntos Exteriores emitió un comunicado que exige como requisito que cualquier delegación extrajera obtenga permiso y aprobación mediante las embajadas o el Ministerio de Exterior, y advierte que «no se considerarán solicitudes… fuera del marco específico de las regulaciones provistas». El mensaje era claro: sin permiso expreso, la caravana no puede acercarse a la frontera de Rafah.
A pesar de la creciente atención internacional, Egipto presuntamente le negó la entrada a activistas internacionales y detuvo o deportó a quienes intentaban llegar a Gaza. Aunque los medios locales no han informado casos en detalle, organizaciones defensoras de los derechos describieron en detalle la política general.
Un informe de junio de 2025 de la Iniciativa Egipcia por Derechos Personales documentó la represión que tiene como objetivo la solidaridad con Palestina, y denunció arrestos continuos que abarcan a más de 150 simpatizantes, incluidos tres eran menores de 18 edad al momento del arresto. Según el reporte, desde el inicio de la guerra israelí sobre Gaza en octubre de 2023 y el presente genocidio contra los palestinos, las fuerzas de seguridad egipcias han arrestado a 186 personas, distribuidas a lo largo de 16 casos de Seguridad del Estado, todos acusados de «terrorismo», por intentar expresar de manera pacífica su apoyo hacia los palestinos en Gaza.
Justificaciones y rechazo en línea
Junto a la represión estatal, el ecosistema en redes sociales a favor del Gobierno de Egipto juega un papel fundamental en señalar a la solidaridad con Gaza como una amenaza para la seguridad nacional. Comentaristas y cuentas influyentes alineados con el Estado circulan narrativas que sugieren que las caravanas como la misión del norte de África ocultaban interferencia extranjera o iniciativas para desestabilizar el orden interno de Egipto. Algunos incluso aseguraron que estas acciones eran conspiraciones destinadas a «avergonzar» a Egipto a nivel internacional.
Estas explicaciones provocaron amplio rechazo en línea, sobre todo desde las organizaciones sociales egipcias y árabes. Este tira y afloja digital es el reflejo de tensiones más profundas dentro de la sociedad egipcia: entre un régimen obsesionado con el control y un pueblo cada vez más frustrado con su complicidad en injusticias regionales.
Los críticos argumentan que El Cairo es cómplice en la crisis humanitaria. Miles de camiones aún están varados en Rafah, a pesar de una escasez crítica de insumos básicos. Además, una investigación rastreó una red de especulación conectada a personas vinculadas al régimen, que supuestamente cobran a los palestinos sumas exorbitantes —miles de dólares— para salir de Gaza.
Asedio en aguas internacionales
En un esfuerzo paralelo para romper el bloqueo, la embarcación «Madleen«, que llevaba a 12 activistas internacionales, fue interceptada por las fuerzas navales israelíes el 4 de junio en aguas internacionales, mientras navegaba hacia Gaza. Los activistas fueron secuestrados, detenidos y llevados a prisiones israelíes, en un accionar ampliamente condenado por expertos en leyes internaciones y defensores de los derechos humanos como una violación de las leyes marítimas y humanitarias.
Entre los detenidos hay de alto perfil, como la activista climática sueca Greta Thunberg y Rima Hassan, integrante francesa del Parlamento europeo. El barco era parte de los intentos de la Coalición Freedom Flotilla de desafiar el asedio de Israel mediante desobediencia civil en el mar.
La interceptación y detención de funcionarios electos y defensores de derechos humanos atrajo críticas generalizadas, aunque no se implementó ninguna consecuencia diplomática todavía, lo que pone de manifiesto la emblemática inacción de la comunidad internacional y el doble rasero que sigue a las violaciones israelitas de las leyes internacionales.
Esta falta de acción hizo crecer a la noción de Israel como «paria» en la sociedad civil global. En noviembre de 2024, la Corte Penal Internacional emitió órdenes de arresto contra el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y el ministro de defensa Yoav Gallant, por cargos de crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad. Mientras tanto, la Corte Internacional de Justicia determinó que la situación en Gaza presenta un «caso plausible de genocidio», y obliga a los Estados a actuar para evitar futuras atrocidades.
Represión en nombre de la seguridad
El amplio patrón represivo de Egipto está bien documentado. Los detenidos destacados, como Alaa Abd El‑Fattah, detenido más allá de su condena y con el acceso consular denegado, resaltan la intolerancia del régimen al desacuerdo. Amnistía Internacional y Human Rights Watch han denunciado las medidas de Egipto en repetidas ocasiones como parte de una ola de represión que tiene como objetivo a activistas, periodistas, investigadores y abogados.
Las acciones de Egipto —cerrar fronteras, arrestos, deportaciones, especulaciones y negar esfuerzos de solidaridad— ponen claramente de manifiesto una clara política de contención. Bajo el pretexto de la seguridad nacional y la estabilidad diplomática, el régimen está impidiendo activamente los compromisos humanitarios y criminalizando la solidaridad, una postura que ha despertado disenso doméstico y condenas internacionales.
La supresión de la solidaridad palestina sirve un doble propósito para El Cairo: se alinea con el fuerte control interno del Gobierno y apoya su postura diplomática como un cauto mediador regional cuya estabilidad que los aliados occidentales consideran esencial.
Mientras la caravana del norte de África sigue su camino hacia la frontera de Egipto y Libia para llegar al cruce fronterizo de Rafah entre Gaza y Egipto, y los activistas enfrentan obstáculos en tierra y en el mar, la estrategia de Egipto continúa bajo atenta mirada. Activistas, organizaciones humanitarias y expertos legales urgen que se asumas responsabilidades, no solo por el bloqueo israelí, sino también por facilitadores regionales como Egipto.