
En su estudio, Tamara Finlay, animadora de cuadro por cuadro, conecta con su niño interno. Foto cortesía de Gold House Media, 2024.
Tamara Finlay transforma meditaciones intimas sobre la memoria, herencia y vínculos generacionales en animaciones cuadro por cuadro. Creció con sus abuelos ucranianos en Dearborn, Michigan, ciudad definida por la labor de inmigrantes, y su obra es una carta de amor cinemática a la historias personales y comunitarias. Sus animaciones están impregnadas de temas de infancia, extranjeros e hibridación cultural, mezclan folclore con autobiografía para crear mundos emocionalmente resonantes arraigados en la familia, lugar y personajes que a menudo viven al margen.
Su medio elegido, la animación cuadro por cuadro, es una de las formas de cine más antiguas y táctiles, que se remontan a comienzos del siglo XX. La propia Finlay construye cada elemento: esculpe figuras, diseña conjuntos, interpreta las voces de los personajes, y compone la música de sus animaciones. “La lentitud es parte del objetivo”, y explica que “me da tiempo para analizar las historias, procesarlas y traducirlas”. La naturaleza intensamente física y laboriosa del medio refleja sus temas de memorias fragmentadas, neurodivergencia y verdad emocional, que exigen una paciencia que Finlay afronta con resistencia, creatividad y flexibilidad.
A Finlay la criaron por inmigrantes ucranianos de la posguerra, y sus tempranas experiencias con la disonancia cultural y la narrativa familiar marcaron su camino. Aunque apartada del mundo artístico, cursó una licenciatura en lenguas eslavas y una especialización no oficial en bellas artes en el Brooklyn College, y fusionó finalmente estas pasiones con la animación. En 2024, recibió la prestigiosa beca Kresge Artist Fellowship en animación.

Imágenes de la visita de Tamara Finlay a sus abuelos ucranianos. Foto cortesía de Gold House Media, 2024.
La obra de Finlay es más que estética: es un acto necesario y resonante de preservación y empatía. A través de un proceso meticuloso y sensibilidad narrativa, hace visibles historias no contadas, y ofrece al público no solo arte, sino comprensión. En un mundo fragmentado, sus animaciones funcionan como puentes: respuestas poéticas y deliberadas a la desconexión y la pérdida.
En una entrevista con Global Voices, Finlay habló sobre vivir fuera del país, folclore, maternidad, usar animación cuadro por cuadro para replantear la memoria, y cómo es que contar historias puede convertirse en una forma de curación.
Omid Memarian (OM): Al crecer en Dearborn con legado ucraniana, ¿cómo influyó la historia de tu familia en tu visión artística?
Tamara Finlay (TF): Dearborn was a microcosm of the American immigrant experience, shaped by the automotive industry. My grandfather was an upholsterer at Ford, and many of our neighbors had come to the U.S. after hardship. Most families on our block had someone who worked on the line: immigrants from Lebanon, Italy, Poland, and Ukraine. Each household brought a cultural inheritance: language, food, music, and faith. You could walk a few houses down and feel transported to another country.
That coexistence, maintaining cultural roots while adapting to a new world, is central to my work. I explore not just my Ukrainian heritage but our community's shared rituals, relationships, and miscommunications. My work is a love letter to my own family and our neighborhood family.
The war in Ukraine led to a new wave of displacement. I worked for a time in Ukrainian refugee resettlement. It was striking how closely their stories echoed those of my grandparents: war, displacement, grief, and the quiet strength required to start over in an unfamiliar place. That experience deeply shaped how I approach storytelling. It reminded me that what we call “heritage” often begins in rupture and resilience. These stories feel more urgent than ever. They’re not just about preserving memory, they’re about creating understanding across generations and borders, and making space for others to feel seen in stories of survival, adaptation, and hope.
Tamara Finlay (TF): Dearborn fue un microcosmos de la experiencia de los inmigrantes estadounidenses, moldeada por la industria automotriz. Mi abuelo era tapicero en Ford, y muchos de nuestros vecinos habían llegado a Estados Unidos después de pasar dificultades. En la mayoría de las familias de nuestra cuadra había alguien que trabajaba en la línea de producción: inmigrantes del Líbano, Italia, Polonia y Ucrania. Cada hogar traía una herencia cultural: idioma, gastronomía, música y fe. Podías caminar unas cuantas casas más allá y sentirte transportado a otro país.
Esa coexistencia, mantener las raíces culturales mientras nos adaptamos a un nuevo mundo, es central en mi trabajo. Exploro no solo mi herencia ucraniana, también los rituales, las relaciones y los malentendidos que compartimos con nuestra comunidad. Mi obra es una carta de amor a mi propia familia y a la familia de nuestro barrio.
La guerra en Ucrania provocó una nueva ola de desplazamientos. Trabajé un tiempo en el reasentamiento de refugiados ucranianos. Fue sorprendente lo mucho que sus historias se parecían a las de mis abuelos: guerra, desplazamiento, dolor y la silenciosa fortaleza necesaria para empezar de nuevo en un lugar desconocido. Esa experiencia moldeó profundamente mi forma de abordar la narrativa, todo esto me recordó que lo que llamamos «herencia» a menudo nace de la ruptura y la resiliencia. Estas historias son más urgentes que nunca. No se trata solo de preservar la memoria, se trata de crear entendimiento entre generaciones y fronteras, y de hacer espacio para que otros se sientan vistos en historias de sobrevivencia, adaptación y esperanza.
OM: Estudiaste una licenciatura en lenguas eslavas y casi terminaste una especialización en Bellas Artes. ¿Cómo influyó esta combinación de disciplinas en tu narrativa?
TF: Being close to my grandparents, I believed that to truly know someone, you need to understand the language they speak most freely. Learning Ukrainian allowed me to experience their stories more intimately.
Also, as a neurodivergent person, I’ve always looked for more profound ways to feel understood — and to understand others. Language became a kind of “special interest” for me. I absorbed it passionately.
Art was something I always gravitated toward, but my family, wanting to spare me the “starving artist” struggle, discouraged it professionally. I kept creating almost secretly. That blend of language and visual expression became the foundation for my animation practice.
TF: Al ser tan cercana a mis abuelos, creía que para conocer de verdad a alguien es necesario comprender su idioma con mayor fluidez. Aprender ucraniano me permitió vivir sus historias con mayor profundidad.
Además, como persona neurodivergente, siempre he buscado maneras más profundas de sentirme comprendida y de comprender a los demás. El lenguaje se convirtió en una especie de «interés especial» para mí. Lo absorbí con pasión.
El arte siempre fue algo que me atrajo, pero mi familia, por querer ahorrarme la lucha de ser una artista con hambre, me desalentó profesionalmente, por lo que seguí creando casi en secreto. Esa mezcla de lenguaje y expresión visual se convirtió en la base de mi práctica de animación.

La artista se prepara para entrar en la cabaña de Baba Yaga. Foto cortesía de Gold House Media, 2024.
OM: El cuadro por cuadro es una labor exhaustiva. ¿Qué te atrae de esta técnica?
TF: It mirrors how memory works for me — fragmented, tactile, emotional. The slowness gives me time to sit with the stories, to process and translate them. And because it’s so hands-on, it allows for a level of intimacy that feels sacred.
TF: Refleja cómo funciona la memoria para mí: fragmentada, táctil y emocional. La lentitud me da tiempo para asimilar las historias, procesarlas y traducirlas, además al ser tan práctica, permite un nivel de intimidad que se siente sagrado.
OM: En 2022 te diagnosticaron TDAH. ¿Cómo ha influido eso en tu proceso creativo?
TF: The diagnosis helped me reframe my past, from academic struggles to burnout cycles. It also clarified why animation feels so natural. The tactile repetition, hyperfocus, intuitive structure – it all aligns with how my brain works.
It’s also why I’m drawn to offbeat, misunderstood characters. I’m finally creating with and for people like me.
TF: El diagnóstico me ayudó a replantear mi pasado, desde las dificultades académicas hasta los ciclos de agotamiento. También me aclaró por qué la animación se siente tan natural. La repetición táctil, la hiperconcentración y la estructura intuitiva encajan a la perfección con el funcionamiento de mi cerebro.
También por eso me atraen los personajes poco convencionales e incomprendidos. Por fin estoy creando con y para gente como yo.
OM: En “Pure Magic,” usas a Baba Yaga e historias similares. ¿De qué manera las referencias culturales enriquecen tu trabajo?
TF: They ground the work in real experience and shared memory. Baba Yaga isn’t just a mythical witch; she’s a stand-in for strong, complex older women like my grandmother, also called Baba. When I was a kid, she’d dress up as Baba Yaga to entertain, and sometimes terrify me. She had a dramatic flair, and those moments left a mark.
Blending folklore with family lets me explore emotions that feel both specific and universal. These references give my characters a heartbeat and my stories, roots.
TF: La obra se basa en la experiencia real y la memoria compartida. Baba Yaga no es solo una bruja mítica; es un sustituto de mujeres mayores, fuertes y complejas, tal como mi abuela, también llamada Baba. De niña, se disfrazaba de Baba Yaga para entretenerme, y a veces para aterrorizarme, ella tenía un don para el drama, y esos momentos me marcaron.
Combinar el folclore con la familia me permite explorar emociones que se sienten a la vez específicas y universales. Estas referencias dan a mis personajes un latido y a mis historias, raíces.
OM: Tu obra suele explorar la memoria y la sanación. ¿Cómo ayuda la animación a procesar la experiencia personal?
TF: Animation lets me re-enter moments from the past, not to recreate them, but to reframe them. It’s a deliberate act of witnessing. By building these tiny worlds, I gain perspective and a kind of closure. I don’t just depict memories, I re-evaluate and reshape them.
TF: La animación me permite revivir momentos del pasado, no para recrearlos, sino para replantearlos. Es un acto deliberado de observación. Al construir estos pequeños mundos, adquiero perspectiva y una especie de cierre. No solo represento recuerdos, sino que los reevalúo y los reformulo.

Tamara Finlay anima su propia infancia. Foto cortesía de Gold House Media, 2024.
OM: Fuiste vocalista principal de tres bandas. ¿Cómo se relaciona la música con tu animación?
TF: Voice and sound are integral. I come from a line of very vocal performers: actors, opera singers. I voice all my characters, often layering in music I’ve composed or collaborated on. Sometimes music leads the whole animation. It’s another language I use.
That said, social anxiety and sensory overwhelm led me to step back from live performance. I never knew if I’d be “on,” and that unpredictability became daunting. During the pandemic, I turned to animation and realized it let me perform more sustainably. I could still tell stories and embody characters, but without being perceived in real time.
TF: La voz y el sonido son fundamentales. Vengo de una familia de artistas muy vocales: actores y cantantes de ópera, esto me sirvió para poder dar voz a todos mis personajes, a menudo con música que he compuesto o en la que he colaborado. A veces, la música guía toda la animación, se convierte en un lenguaje utilizable.
Dicho esto, la ansiedad social y la sobrecarga sensorial me llevaron a alejarme de las actuaciones en vivo. Nunca sabía si estaría a la altura, y esa imprevisibilidad se volvió abrumadora. Durante la pandemia, recurrí a la animación y me di cuenta de que me permitía actuar de forma más sostenible. Todavía podía contar historias y encarnar personajes, pero sin que se me perciba en tiempo real.
OM: ¿Qué partes son las más difíciles de la animación cuadro por cuadro y cómo las gestionas?
TF: Stamina—emotional, physical, and creative—is the biggest challenge. Hundreds of hours go into just a few minutes of footage. Add executive dysfunction, emotional dysregulation, and burnout to the mix, and it gets even tougher.
I’ve learned to work with my neurodivergence instead of against it: flexible routines, permission to be imperfect, knowing when to pause.
Motherhood adds another layer. My son is three, and the “mom guilt” is real. Most of my animation work happens after “mom office hours,” when he’s asleep or at school. But I’ve started involving him: showing him how stop motion works, playing with sound equipment together. It helps us connect and keeps me grounded, even when the work feels overwhelming.
TF: La resistencia emocional, física y creativa es el mayor desafío. Se invierten cientos de horas en tan solo unos minutos de metraje. Súmale la disfunción ejecutiva, desregulación emocional y agotamiento, y la situación se vuelve aún más difícil.
He aprendido a trabajar con mi neurodivergencia y no en sy contra: rutinas flexibles, permiso para ser imperfecta, saber cuándo hacer una pausa, etc.
La maternidad añade otra dimensión, tengo un hijo que tiene tres años y la culpa de madre es real. La mayor parte de mi trabajo de animación ocurre después del «horario de oficina de mamá», cuando está durmiendo o en la escuela. Pero he empezado a involucrarlo: le mostramos cómo funciona la animación cuadro por cuadro, y jugamos juntos con el equipo de sonido. Nos ayuda a conectar y me mantiene con los pies en la tierra, incluso cuando el trabajo me resulta abrumador.

La artista ajusta una marioneta de su infancia. Foto cortesía de Gold House Media, 2024.
OM: Después de “Pure Magic,” ¿qué historias te entusiasma explorar a continuación?
TF: True to my neurodivergent nature, I have a lot of irons in the fire. I’m conceptualizing a collaborative series with other neurodivergent artists that explores what it feels like to be neurodivergent from the inside, sensorially and emotionally.
I’ve just released the pilot for “Baba Yaga’s Bestiary,” a playful, irreverent look at Ukrainian mythological figures. It’s currently featured in Kresge’s “Counter Spells” online exhibition.
I’m also developing a sitcom-style animated series based on my grandmother and the immigrant community she lived in. It layers humor with intergenerational trauma, resilience, and tenderness.
One project especially close to my heart is about my grandfather, who had Alzheimer’s. It explores memory as something mutable and shared, how it fragments, shifts, and connects us across time.
TF: Fiel a mi naturaleza neurodivergente, tengo muchos proyectos en marcha. Estoy conceptualizando una serie colaborativa con otros artistas neurodivergentes que explora cómo se siente ser neurodivergente desde dentro, sensorial y emocionalmente.
Acabo de publicar el piloto de «Bestiario de Baba Yaga», una mirada lúdica e irreverente a las figuras mitológicas ucranianas. Actualmente aparece en «Contrahechizos» exhibición en línea de Kresge.
También estoy desarrollando una serie animada de comedia basada en mi abuela y la comunidad inmigrante en la que vivió. Combina humor con trauma intergeneracional, resiliencia y ternura.
Un proyecto que me llega especialmente al corazón es el de mi abuelo, que padecía alzhéimer. Esta historia explora la memoria como algo mutable y compartido, cómo se fragmenta, se transforma y nos conecta a través del tiempo.
OM: ¿Qué consejo le darías a quienes tengan interés en dedicarse a la animación cuadro por cuadro, especialmente con una perspectiva en la narración cultural?
TF: Start small, stay personal, and don’t wait for permission. Your story matters, especially if it hasn’t been told before. Use what you have — cardboard, clay, your voice — and make something true. Don’t be too precious about the process. Just animate, and then do it again.
TF: Empieza poco a poco, sé personal y no esperes autorización, recuerda que tu historia importa, sobre todo si no se ha contado antes. Usa lo que tienes cartón, arcilla, tu voz y crea algo real. Trata de no ser demasiado pretencioso con el proceso, simplemente anima y vuelve a hacerlo.