¿Qué alimenta el sentir contra China en Uzbekistán?  

A farmer picking cotton in Tashkent Uzbekistan. Local authorities have not been able to entirely tamp down fears around Chinese companies taking local land.

Agricultor recolecta algodón en Taskent, Uzbekistán. Las autoridades locales no han podido erradicar los miedos en torno a las compañías chinas que toman tierra local (licencia CC BY-SA 3.0, a través de Wikimedia Commons).

Este artículo se presentó en el marco de la convocatoria Justicia Climática de Global Voices, que reúne a periodistas de países de habla china y de la mayoría global para investigar los efectos de los proyectos de desarrollo chinos en el extranjero. Más historias aquí.

En la primera mitad de 2025, el contenido contra China estalló en redes sociales uzbekas. Según las afirmaciones, ciudadanos y compañías chinos estaban comprando tierra y obteniendo licencias mineras para extraer oro, con lo que estarían tomando el control de Uzbekistán.

Fueron los primeros casos de la gran escala del sentir antichino en Uzbekistán. Plantearon preguntas sobre su origen inquietudes sobre el futuro del compromiso bilateral, que promete crecer en los años que vienen.

En respuesta, el Gobierno uzbeko intentó calmar a la población, y explicó que el compromiso con China beneficia a Uzbekistán. Explicó que el incremento en los reclamos se debía a campañas de desinformación de terceros desde el extranjero.

Sin embargo, dada la gran reacción pública a los anuncios antichinos en redes sociales, si estos incidentes fueron verdaderamente manipulaciones extranjeras o genuino descontento local generado durante años, queda una interrogante abierta que merece una mirada más cercana.

“Uzbekistán vendido a China”

A screenshot of Fazliddin Shahobiddin's YouTube video “Uzbekistan is sold to China.“

Captura de pantalla del video en YouTube de Fazliddin Shahobiddin, “ Uzbekistán fue vendida a China“. Uso legítimo.

El inicio de la campaña contra China se puede rastrear a un video de YouTube titulado “Uzbekistán vendido a China” (Xitoyga Sotilgan O'zbekiston) del 23 de febrero de 2025. En ese video, el eximán, uzbeko Fazliddin Shahobiddin lamenta que los negocios con nombres chinos, escritos con caracteres chinos, estén apareciendo en el país rápidamente, mientras que las tiendas con nombres árabes e islámicos están obligadas a adoptar nombres uzbekos.

Agrega que las compañías chinas están comprando propiedad, tierra, y licencias de minería de oro. Hay una advertencia sobre la creciente deuda externa que Taskent tiene con Pekín, que Shahobiddin destaca viene con una condición que aprueba políticas dirigidas a la población musulmana. Aunque organizaciones de derechos humanos coinciden que Uzbekistán está renunciando a sus promesas de libertad religiosa, no hay informes que vinculen esta política con China, y mucha de esa represión precede a significativas inversiones chinas.

El 5 de marzo, el canal de YouTube Demokrat Uz publicó el video «El conflicto chino en Uzbekistán: Los chinos no solo están viniendo, se están estableciendo«. El video sostiene que ciudadanos chinos compraron propiedad en el país, incluidos los principales mercados de la capital, Taskent: Askiya y Abu Sahiy. Agrega que la llamada “toma de control” queda en evidencia por su presencia en los makhallas, barrios residenciales que típicamente habitan solo uzbekos.

Screenshot from Hasan Mamasaidov's Telegram channel. Fair use.

Captura de pantalla del canal de Telegram de Hasan Mamasaidov. Uso legítimo..

Además, el empresario local Hasan Mamasaidov publicó un video en muchas plataformas, incluido un canal de Telegram con más de 870,000 seguidores, en el que sostiene que los anuncios en chino están preparando subconscientemente a los uzbekos para una eventual toma de control de China, “que tendrá lugar sin usar la fuerza”.

Extractos de estos y otros videos que sostienen que las protestas contra China que hay en el país se propagaron rápidamente en redes sociales.

Negar rumores y afirmaciones

Estas campañas no son de buen agüero para el Gobierno uzbeko, pues prioriza la cooperación con China, el mayor socio e inversionista de Uzbekistán. En 2024, el número de negocios uzbeko-chinos subió un 43.6% y llegó a 3357, que consolidó firmemente a China como su socio más cercano.

Su cooperación bilateral despegó en 2016, cuando el actual presidente Shavkat Mirziyoyev llegó al poder y abrió al país a la inversión extranjera después de décadas de relativo aislamiento. Hoy en día, la cooperación chino-uzbeka comprende energía, minería, energía renovable, transporte, agricultura, y muchos otros rubros.

Presidente uzbeko, Shavkat Mirziyoyev, estrecha la manos con el presidente chino, Xi Jinping, en setiembre del 2025. Imagen de la Embajada de la República Popular China. Uso legítimo.

De este modo, las autoridades se apresuraron a contrarrestar los mensajes antichinos propagados en las redes sociales. El 24 de febrero, el Centro para el Uso del Subsuelo de Uzbekistán negó rumores de que las compañías chinas habían comprado 31 depósitos de oro a través de subastas en la provincia norcentral de Navoi. Destacó que las compañías ganadoras eran total o mayoritariamente propiedad de ciudadanos uzbekos.

El 10 de marzo, la Agencia Catastral de Uzbekistán salió al frente a desmentir rumores y aclaró que los extranjeros, incluidos chinos, no podían comprar tierra ni propiedad uzbeka; solo podían alquilarla.

Finalmente, Bekzod Khidoyatov, portavoz del Gobierno uzbeko, dio una entrevista sobre la materia y señaló que el sentir anti China apareció como “una campaña de manipulación controlada por terceros”:

Призываем наших граждан не верить провокациям.

Китай является историческим и стратегическим партнёром Узбекистана, который уважает нашу территориальную целостность и суверенитет, что подтверждено отдельным соглашением. Таким образом, нет оснований для паники.

Urgimos a nuestros ciudadanos a no caer en provocaciones.

China es un socio histórico y estratégico de Uzbekistán, que respeta nuestra integridad territorial y soberanía, lo que queda confirmado por un tratado. De este modo, no hay razón para el pánico.

Hay algo de verdad en las palabras de Khidoyatov sobre el origen extranjero del sentir antichino y su naturaleza manipuladora.

Shahobiddin, que ha publicado otros videos que critican a las autoridades uzbekas, parece estar en Turquía, según la descripción de su canal de YouTube. No es sorpresa, puesto que en Turquía han vivido opositores uzbekos exiliados desde hace décadas. Mientras tanto, el canal de YouTube de Demokrat UZ está catalogado como si trasmitiera desde Rusia. Criticar a las autoridades es en gran medida imposible para los medios locales en Uzbekistán por las estrictas leyes de censura y falta de libertad de medios, por lo que cualquier contenido crítico probablemente viene de fuera del país.

Además, el medio local Gazeta.uz encontró que los videos de presuntas protestas contra China eran falsos. Las protestas representadas fueron en el extranjero o eran celebraciones de Año Nuevo en la ciudad oriental de Namangan.

Separar hechos de la ficción

La opinión de expertos en la materia converge parcialmente con la asesoría del Gobierno. Yuriy Sarukhanyan, especialista en relaciones internacionales establecido en Taskent, dijo que no hay sinofobia agresiva en Uzbekistán. En una entrevista con Global Voices, Sarukhanyan explicó que a China se le percibe como un “panda inofensivo” y no como una amenaza.

Un experto sobre China, establecido en Uzbekistán y que prefiere permanecer anónimo, contó que la mayoría en Uzbekistán mantuvo puntos de vista neutrales sobre China. En una entrevista con Global Voices, indicó: “Alrededor del 60% de la gente era neutral respecto a China. El 20% tiene una percepción positiva, y el restante 20% tiene una percepción negativa”.

Al mismo tiempo, descartar el sentir antichino y decir que es mentira y manipulación es simplificar la compleja y cambiante percepción de China en Uzbekistán.

Según Yunis Sharifli, becario no residente del proyecto China Global South, la percepción pública de China en Uzbekistán se ha convertido en menos favorable a través de los años: ha caído de más del 70% en 2017 a 44% en 2023, según encuestas de Central Asia Barometer.

En una entrevista con Global Voices, Sharifli lo atribuyó al drástico crecimiento de la presencia china en Uzbekistán, que la población local puede sentir abrumadora y amenazante. “Hasta 2016, Uzbekistán tenía una perspectiva hacia el interior y una política exterior consciente de la soberanía, que desarrolló un acercamiento más cauteloso hacia nuevos actores entre la población”.

China ha emergido como el mayor nuevo actor e inversionista desde 2016.

Sharifli resaltó: “Existe susceptibilidad por el alquiler de tierras de China, emisión de deuda y minería de oro, que lleva a la conclusión de que algunos creen que más inversiones chinas erosionarán la soberanía de Uzbekistán y aumentarán la dependencia de China”.

No son solo los medios extranjeros y de oposición los que están alimentando el sentir antichino. Grabaron a un funcionario local de Samarkanda que amenazaba con entregar la tierra de los agricultores locales a los chinos si no eran mas productivos. Lo mas probable es que esto se dijera para motivar a los agricultores a trabajar duro, pero generó inquietud a nivel nacional.

Las inquietudes sobre la apropiación de tierras también son alimentadas por incidentes reales. En abril de 2025, Radio Ozodlik, rama uzbeka de RFE/RL, publicó una investigación sobre la transferencia de tierras agrícolas a empresarios chinos en dos provincias.

En Andiján oriental, entre 2024 y 2025, se informó que a los agricultores los obligaron a entregar sus parcelas de tierra (4000 hectáreas en total) a las autoridades, que después las entregaron a compañías chinas. En ese mismo periodo, en la suroriental Qashqararyo, las autoridades transfirieron 21,300 hectáreas a empresas chinas.

Sorpresivamente, el Gobierno no dio explicación alguna al respecto, ni siquiera porque la transferencia de tierra afectó a cientos de agricultores y seguramente creó sentir antichino, al menos a nivel provincial.

Tan cerca como “labios y dientes”

Los medios estatales chinos generalmente no abordan directamente la oposición a los proyectos chinos en Uzbekistán y otros lugares. Sin embargo, los medios afiliados al Estado dirigieron la llamada campaña de desinformación, y la enmarcaron como una consecuencia de la lucha de empresas locales por competir con negocios chinos. A Uzbekistán se le presenta como una economía cerrada, que no está acostumbrada a comprometerse con inversionistas extranjeros ni competencia internacional.

Las narrativas oficiales chinas hicieron referencia a la cooperación entre China and Uzbekistán. Por ejemplo, el Diario del Pueblo, medio financiado por el Estado, informó en 2023 que la relación entre China y Uzbekistán es tan cercana como “labios y dientes” (唇与齿) y “manos y pies” (手与足).

Aunque las autoridades chinas no reconocen el sentir antichino en Asia central, toman medidas para dirigirlo. Por ejemplo, en los vecinos Kirguistán y Kazajistán, donde los lugareños han organizado docenas de protestas contra China, China trabajó para mejorar su imagen pública en los últimos tres años.

Kazakh police clash with activists protesting rising Chinese influence in 2021.

La Policía kazaja enfrenta a activistas que protestan la creciente influencia china en 2021. Captura de pantalla de YouTube. Uso autorizado.

Sharifli lo explicó con la nueva estrategia de relaciones públicas de China, que enfatiza sus inversiones en energías renovables, vehículos eléctricos, agricultura, y digitalización, en lugar de hablar sobre la extracción de recursos naturales y otras empresas que degradan el ambiente.

“Como resultado, la gente vio que China no solo está tomando sus recursos, sino que también crea valor para comunidades locales”. destacó. Prevé que China usará la misma estrategia en Uzbekistán y mejorará su imagen, para lo que destacará proyectos que lleven valor a locales a nivel popular.

En general, el sentir anti China en Uzbekistán parece estar en ascenso, pero no ha alcanzado el nivel de una explícita y agresiva sinofobia. Mejorar la imagen de China requerirá esfuerzos multifacéticos desde China y del Gobierno anfitrión por igual.

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