¿Por qué en el sur de Punyab, Pakistán, siguen casando a niñas menores de 15 años?

Screenshot via YouTube video of Unicef Pakistan. Fair use.

Captura de pantalla del video de YouTube de UNICEF Pakistán. Uso legítimo.

En una entrevista realizada de junio de 2025, conocemos la historia de Zunaira, de 14 años, del pueblo de Behal, distrito de Layyah, al sur de Punyab, Pakistán. Zunaira cuenta que soñaba con ser profesora de ciencias, pero ese sueño fue truncado cuando su familia la casó con un hombre que le doblaba su edad. Su madre lloraba en silencio mientras le decía dulcemente: «No tenemos otra opción».

La historia de Zunaira no es única; es una tragedia recurrente. En todo Pakistán, las leyes prometen protección. Sin embargo, en la práctica, la débil implementación de la ley, la presión social y la falta de documentación de edad confiable hacen que las leyes sigan siendo más fuertes en el papel que en los patios rurales.

En mayo de 2025, el Parlamento de Pakistán aprobó la ley de restricción del matrimonio infantil, que establece que la edad mínima para contraer matrimonio para todos los géneros es de 18 años. Esta ley aprueba sanciones de multas y penas de prisión para quienes contraigan o celebren matrimonios entre menores de edad, y faculta a las autoridades locales a impedir tales uniones antes de que se formalicen.

No obstante, la postura de partidos políticos en este sentido sigue dividida. Tras la aprobación de la ley de restricción del matrimonio infantil, el Partido Popular de Pakistán (PPP) celebró el histórico hito. Por el contrario, Jamiat Ulema-e-Islam-Fazl (JUI-F) se opuso completamente a la ley. Maulana Fazlur Rehman declaró que la legislación «pisoteaba y era contraria al Corán y la Sunna», y anunció protestas a nivel nacional para «dar a conocer» lo que él percibía como amenazas a la identidad islámica.

El primer intento legislativo de frenar el matrimonio infantil en el subcontinente indio fue la ley de restricción de matrimonio infantil de 1929, que establecía edad mínima para casarse era de 14 años para las mujeres y 18 años para los hombres. Después de su independencia, Pakistán conservó esta ley con ligeras modificaciones. En 1961, la ordenanza sobre leyes de familias musulmanas reforzó las restricciones, pero la implementación siguió siendo débil. Más tarde, tras la aprobación de la enmienda 18 en 2010 y la subsecuente transferencia de competencias, las provincias aprobaron sus propias leyes. La provincia de Sinh elevó la edad mínima para las mujeres a 18 años en 2013, mientras que Punyab, Jaiber Pajtunjuá y Baluchistán siguen conservando en gran medida los 16 años como edad mínima para las mujeres.

Por qué importa

UNICEF informa que el 29% de niñas de Pakistán están casadas antes de los 18 años, y el 4% antes de los 15. Save the Children también ha documentado una correlación alarmante con desastres climáticos, ya que en Pakistán hubo un aumento del 18% en matrimonios infantiles después de las devastadoras inundaciones de 2022.

El precio se mide en futuros perdidos, salud destrozada y derechos negados. Las niñas que se casan antes de los 18 años tienen un 60% más de probabilidades de abandonar la escuela, de acuerdo con UNESCO. En varios distritos rurales, apenas el 13% de niñas siguen matriculadas en décimo grado. Una vez casadas, el uniforme escolar se ve sustituido por tareas domésticas, los libros de texto por utensilios de cocina, y los patios de recreo por los confines del patio de su casa.

Los riesgos no terminan ahí. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) muestran que niñas menores de 18 años tienen entre dos a cinco veces más probabilidades de morir por causas relacionadas con el embarazo que mujeres entre 20 y 29 años. En los distritos marginados al sur de Punyab, el embarazo prematuro es una de las principales causas de mortalidad entre madres jóvenes.

Varias de estas niñas se casan sin tener siquiera los conocimientos más básicos sobre salud reproductiva. Según un estudio de Real Medicine Foundation en 2017, 79% de las adolescentes pakistaníes no tienen educación sobre salud menstrual, lo que las hace vulnerables al estigma, infecciones y complicaciones de salud de por vida.

De acuerdo con el Índice de Género de los ODS 2024, Pakistán ocupa el puesto 137 de 139 países, con una de las puntuaciones más bajas en materia de igualdad de género. Tras puertas cerradas, el matrimonio a una edad temprana suele dar lugar a violencia. El UNFPA mencionó que una de cada tres niñas casadas en el sur de Asia sufre abuso doméstico o sexual. Aisladas de sus amigos, sin apoyo legal, y dependientes de las familias de sus maridos, estas niñas viven en silencio.

Pakistán es uno de los países más afectados por el cambio climático. Inundaciones recurrentes y otros desastres, naturales y provocados, están agravando el problema de matrimonio infantil. Tras las inundaciones de 2022, la desesperación económica empujó a familias en algunas zonas de Sindh a casar a sus hijas a edades tempranas. Los informes de medios y las ONG describen que los matrimonios infantiles, a veces arreglados a cambio de dinero o de dotes reducidas, se han convertido en una estrategia de sobrevivencia para familias que han perdido casas, cultivos y medios de subsistencia. Esto provocó un aumento de matrimonios de niñas entre 14 y 17 años.

Incluso cuando existen leyes, su implementación suele ser deficiente, particularmente cuando no hay pruebas de edad. Según UNICEF, solo el 42% de niños pakistaníes menores de cinco años tiene acta de nacimiento oficial. Sin documentación, una niña de 14 años puede ser declarada mayor de 18 años con una simple declaración verbal, lo que hace que las protecciones legales carezcan de sentido. Incluso cuando existen documentos, la tradición de celebrar matrimonios sin registro civil, a menudo conocido como shari nikah en Pakistán, ha permitido que los matrimonios infantiles se validen sin la supervisión del Estado.

Qué se puede hacer

Aún entre estos patrones, hay personas que resisten.

A girl in red veil signing marriage registration

Imagen de la autora.

En abril de 2025, en una entrevista en el distrito de Bhakkar de Punyab, Pakistán, Qamar Ahmed reflexionó sobre casar a su hija mayor a los 17 años:

«No estaba lista… Sufrió. No lo repetiré. Mi hija menor terminará la escuela. No habrá conversaciones sobre su matrimonio hasta que esté lista emocional y financieramente».

En mayo de 2025, en una visita escolar en el distrito de Layyah, una maestra de escuela pública contó que una de sus alumnas más brillantes de repente dejó de asistir a clase. La familia de la niña la estaba preparando para su matrimonio. En lugar de enfrentarlos, la maestra visitó su casa, junto con una trabajadora social, y convenció a los padres de retrasar la boda hasta que la niña hubiera terminado el año escolar. Ese pequeño retraso le dio un poco de esperanza.

«A veces, un poco de tiempo es todo lo que una niña necesita para probarse a sí misma», dijo la maestra.

En un sermón pronunciado un viernes en una mezquita cercana a la ciudad de Layyah, el imán Ali Noor enfrentó tradiciones dañinas: «El islam no apoya el matrimonio forzado o infantil. El nikah sin consentimiento no es válido. La educación es un derecho de todas las personas».

Sus palabras resonaron. Días más tarde, una madre se le acercó llorando.

«Usé sus palabras para impedir que mis suegros casaran a mi hija demasiado pronto».

Estos momentos son frágiles, como pequeñas lámparas que parpadean en el viento. Pero demuestran que el cambio no siempre llega a través de reformas radicales; puede empezar en salones de clases, en sermones o en conversaciones de cocina.

Sin embargo, por cada matrimonio retrasado, hay decenas que siguen adelante en silencio. La verdad es que las leyes de Pakistán cambian más rápido que sus comunidades. Sin una implementación consistente, un registro de nacimiento universal, conversaciones honestas sobre salud reproductiva y apoyo económico específico para familias vulnerables, la brecha entre políticas públicas y la práctica únicamente crecerá.

Un paso adelante

Un paso crítico para evitar el matrimonio infantil es establecer un sistema de registro de nacimientos digital y universal. En mayo de 2025, la Autoridad Nacional de Bases de Datos y Registro (NADRA, sus siglas en inglés) puso en marcha un sistema digital de registro de nacimientos y defunciones en hospitales de todo el país para modernizar y agilizar los registros. Si esta medida se extendiera a registros de matrimonios, podría impedir los matrimonios infantiles.

La negligencia de registradores de nikah también ha obtenido atención judicial. En 2024, el Tribunal Superior de Lahore dictaminó que «los registradores que incumplan las directrices para frenar el matrimonio infantil enfrentarán acciones legales». A nivel comunitario, el programa de formación de registradores sin fines de lucro de Organización Potwar para la Defensa del Desarrollo – PODA instó a los clérigos «a negarse a celebrar nikah para cualquier persona menor de 18 años que no disponga de documentos oficiales». Este es uno de los pasos más importantes para frenar la amenaza de los matrimonios infantiles.

Los incentivos económicos pueden ayudar a que las niñas sigan asistiendo a la escuela y retrasar matrimonios. Por ejemplo, el programa Transferencia monetaria condicionada para la educación secundaria de Ehsaas ofrece becas más elevadas para que las niñas continúen su escolarización. Este modelo podría ampliarse hasta el duodécimo grado para vincular directamente el apoyo financiero con la educación. Este modelo ofrece una vía financiera para reducir tasas de abandono escolar que indirectamente dan lugar a matrimonios infantiles.

La educación también tiene una función preventiva. Los grupos que trabajan en la reforma curricular sostienen que «no se puede proteger a las adolescentes de prácticas nocivas a menos que se les dé educación sobre salud y derechos adecuada a su edad». Integrar el conocimiento sobre salud reproductiva en las escuelas se considera cada vez más una garantía a largo plazo contra el matrimonio infantil.

La sociedad civil de Pakistán ha estado al frente de campañas para acabar con el matrimonio infantil, a menudo ha llenado los vacíos que deja la débil implementación de la ley.

El matrimonio infantil no es una «tradición» que deba preservarse, sino un fracaso sistémico. Un fracaso en materia de protección, educación y rendición de cuentas. Las niñas no deberían necesitar que las rescaten; deberían crecer con derechos, recursos y libertad para decidir su futuro. Hasta que ese día no llegue, la historia de Zunaira se seguirá repitiendo en los pueblos al sur de Punyab, y cada repetición será un recordatorio de que hay aún queda mucho por hacer.

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