México: Comunidades se organizan para frenar el despojo y privatización del río Grande en Oaxaca

Ilustración de Global Voices, ilustrando al río Grande y una excavadora. La foto del fondo es de: Página Facebook del municipio San Pedro de Chicozapotes, usada con su permiso.

Este artículo hace parte de la serie Environmental Defenders, organizada por Latin America Bureau y Global Voices. This piece, translated for LAB by Lizzy Sanders, is co-published with our partner Global Voices as part of the Environmental Defenders series.

Cuicatlán, Oaxaca. – El río Grande, ubicado en el pueblo Cuicateco de Oaxaca, al sur de México, es uno de los caudales que se suma a la extracción de más de 50.000 millones de toneladas de arena anualmente en el mundo, sin que haya una vigilancia adecuada de las autoridades mexicanas sobre el impacto medioambiental y donde solo las familias son testigos a más de una década de la extracción. La arena es el recurso más utilizado mundialmente, después del agua.

A la altura del pueblo de San Pedro Chicozapotes, hay un gigantesco árbol amate, de al menos unos 25 metros de alto caído sobre el caudal de más de 300 metros de ancho. A un lado, donde sólo hay arena y grava, una retroexcavadora extrae arena y grava sin parar todos los días, llena un volteo y luego otro. “Estas máquinas no paran de trabajar, ahora están apurados para sacar la arena y poder almacenarlo, así ya tendrán para los meses de lluvia, luego que para de llover, regresan nuevamente al río”, dice con enojo el defensor local, don Ismael.

Ismael es un nombre ficticio para resguardar sus datos personales por protección a su integridad y el miedo a las represalias que puedan generarse en San Pedro Chicozapotes. Oaxaca es el estado más letal para los defensores del medio ambiente según el Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA). Ismael es un hombre de 51 años de edad, originario de Chicozapotes, una pequeña comunidad del pueblo cuicateco y afromexicano, situado al norte, a una distancia de 3.4 kilómetros del municipio de San Juan Bautista Cuicatlán.

Don Ismael narra que, de pequeño, junto a otros niños iban a bañarse en distintas partes del río Grande, además de recoger quelites (hierbas comestibles), o peces en algunas zonas del río, también jugaban y caminaban sobre la arena. Explica que desde pequeño el río es parte de su hogar, al igual que el de las familias de una docena de comunidades que comparten territorio con el gran río.

Backhoes extracting sand from the Río Grande in Oaxaca. Photo: Juana García, used with her permission.

Entre los recuerdos de Ismael también resalta el poder nadar sobre todo el río sin pensar en el riesgo que implica, porque en ese entonces, no había extracción que generará zonas de riesgo. “Sabíamos dónde estaban las honduras naturales, sin corriente, entonces entrábamos sin preocuparnos, pero ahora no es seguro y eso ha provocado el saqueo de arena o grava. Además, el río está más contaminado, deforestado, hay zonas que están totalmente sin árboles, ni plantas que usualmente veíamos hace unos 10 años. Antes, cualquier lugar era bonito para tirarse entre estos árboles, ahora solo se puede observar los montones de piedras”, indica, señalando los tramos del río con montones de piedra donde va picando la retroexcavadora.

La arena es un material esencial para el desarrollo económico dado su papel en la construcción de viviendas y otra infraestructura, “pero su extracción de lugares en los que desempeña un papel activo, como los ríos y los ecosistemas costeros o marinos, puede provocar la erosión, la salinización de los acuíferos, la pérdida de protección contra las mareas de tempestad y el deterioro de la biodiversidad”, citó un informe de 2022 del Programa de la ONU para el Medio Ambiente (PNUMA).

Y es que el río, poco a poco, ha cambiado su fuerza. Ahora, narran los lugareños que cuando baja el río se lleva todo lo que hay, y va deslavando a las orillas, haciendo caer árboles, destruyendo la flora, debido a que las zonas donde había arena ya no lo hay, según han documentado los propios lugareños.

La abogada y activista ambiental Liudmila Oropeza Fuentes, originaria de la región Cuicateca, también explica que la zona donde se extrae la arena se ha convertido en un espacio privado. “Era paso libre donde todo mundo podía llegar y disfrutar del río, caminar toda esa aérea hacía Cuicatlán, sin embargo, ahora ya no, porque ya prácticamente está cercado y vigilado”.

¡La naturaleza no es una fuente de recursos, es el principio de la vida!

El pasado 05 de abril del 2025, en San Pedro Chicozapotes, autoridades comunales, ejidales (el ejido es una forma comunitaria de administrar las tierras), representantes comunitarios y pobladores sostuvieron el primer Foro en Defensa y Conservación del Río Grande para reiterar su rechazo a la extracción de arena y grava, que cumple más de una década. 

En este Foro, aprovecharon para resaltar su lucha a través de la organización comunitaria, aunque la abogada Liudmila Oropeza reconoce que no es fácil, debido a que los particulares que explotan el río tienen influencias y poder, tanto con el gobierno del estado de Oaxaca como el gobierno federal, así como con en el sector empresarial.

En el mismo Foro y en otras pequeñas reuniones, algunos vecinos y autoridades comunitarias han iniciado los trabajos de organización para formar un frente de defensa. Han acordado realizar visitas a distintos pueblos que están sobre la ribera del río, también a las que están en la zona alta, para concientizarlos sobre lo que implica la extracción de la arena, la contaminación y la importancia del agua y del río. “Creen que también en algún momento les afectará no sólo la extracción de arena, sino también la deforestación, la sequía, y otras situaciones que nos atraviesa”, abona la activista Liudmila.

Aunque los pobladores y familias de Chicozapotes han sido conscientes de que solo la organización comunitaria podrá detener el saqueo de sus recursos naturales, también temen hablar de manera abierta por las represalias que puedan sufrir.

Los pobladores aseguran que desde siempre han rechazado la extracción de sus recursos, pero fue en 2019 que las autoridades agrarias decidieron denunciar el saqueo desmedido de la arena, piedras y grava.

 “El río siempre ha sido parte de nuestras vidas, de nuestros abuelos y nos duele mucho verlo así. El saqueo no solo representa un peligro para nuestras vidas, sino, también de todo lo que habita en ella, las plantas, los animales, antes había más lugares donde uno podía ver los peces”, expone don Ismael.

Es medio día y hemos caminado al menos un kilómetro a orillas y, en medio del Río Grande, don Ismael sigue narrando con coraje sobre cómo ha ido avanzando el saqueo sobre el caudal, con la mano señala los montones de arena y piedra a lo lejos. En el recorrido fuimos recogiendo quelites para la familia de don Ismael. En algunos tramos localizamos a un par de toros bajo la sombra de los sauces.

Si bien no hay un nombre que represente la defensa, la posición es clara. “No vamos a dejar que sigan sustrayendo nuestros recursos, poco a poco estaremos conversando con más comunidades y vecinos para que esta lucha tenga cara”, dice Liudmila. 

Explotación desmedida del río 

La explotación del río Grande no sólo ha sido en San Pedro Chicozapotes, sino, a lo largo de su extensión. Los lugareños recuerdan que la extracción comenzó desde antes del 2010. En esas fechas, cualquier persona trataba de aprovechar la arena para pequeñas construcciones, entonces no había problema, porque no implicaba una extracción desmedida. Pero a partir del 2015, la familia Concha Ojeda inició una actividad empresarial a gran escala.

Aunque la extracción de la arena es permitida, no está regulada la cantidad de sustracción. “La arena y la grava son uno de los mayores recursos extraídos por volumen, posiblemente uno de los más rentables del comercio ilegal, y al mismo tiempo uno de los menos regulados”, menciona el banco internacional BBVA en su apartado de sostenibilidad en 2022, como parte del informe del Observatorio Global de la Arena.

Arena y grava acumuladas tras la extracción en esta zona ahora privada. Foto: Juana García, usada con su permiso.

En 2018 las autoridades agrarias  de esta comunidad, pobladores que administran la tierra y su uso, comenzaron a indagar quiénes eran los responsables del saqueo de arena y grava. Para ello, acudieron a distintas dependencias de gobierno que corresponden vigilar los recursos naturales, esto los llevó a Elpidio Desiderio Concha Arellano.

En Chicozapotes, el empresario, político y ex funcionario Elpidio Desiderio Concha Arellano ha sido señalado de explotar de manera excesiva distintas zonas del río. “De todos los años que ha explotado el río, no ha acercado ningún apoyo al pueblo, solo ha sido en su beneficio”, dicen los ejidatarios.

Elpidio Desideri Concha Arellano es originario del municipio de San Juan Cuicatlán, en el estado de Oaxaca. Fue diputado federal 2009- 2012 por el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Luego acumuló varias posiciones de alta responsabilidad dentro del partido PRI y dentro del Gobierno.

Actualmente, su hija, Lizbeth Anaid Concha Ojeda, es diputada local y presidenta de la Comisión Permanente de Gobierno y Asuntos Agrarios de la Legislatura de Oaxaca. A lo cual se le adjudica a la familia tráfico de influencias para poder gestionar y validar los permisos de extracción de material pétreo de manera pronta tras las presiones de las autoridades y pobladores de Chicozapotes. También se le acusa de tráfico de influencias por su hijo, pues antes de que se le otorgará permisos de explotación del río a su hijo, que vencen en 2029, las autoridades señalan que Elpidio Desiderio, sin ninguna autorización de los organismos, comenzó a explotar el río desde antes del 2010. 

“Si ve usted esta parte son puras piedras, pero más al fondo está todo verde, así debería de estar todo el río” dice don Ismael. Y parece difícil de creer porque el caudal también es parte de la Reserva de la Biosfera Tehuacán-Cuicatlán, un Área Natural Protegida en México y Bien de Patrimonio Mundial desde 2018.

Nutrias y palo de agua, endémicas del Río Grande 

Es primavera, un día soleado con una temperatura de casi 40 grados centígrados, mientras caminamos para documentar la extracción de la arena. Por tramos, donde la maquinaria no interrumpe la fauna, ni la flora. Ahí, el arbusto Darwiniothamnus tenuifolius, conocido como palo de agua por los lugareños, florece entre otras especies. 

Según la revista Siembrame en tu Jardín de la Fundación Charles Darwin, es una

El Darwiniothamnus tenuifolius, especie casi amenazada, en las Galápagos. Foto: Will Pollard/iNaturalist (CC BY-NC)

especie casi amenazada que solo existe en las islas Galápagos del Ecuador. Sin embargo, en San Pedro Chicozapotes, el Palo de Agua siempre ha sido parte del río, junto a un par de quelites, sauces y otras plantas.  

Hábitat natural del palo de agua. Foto: Juana García, usada con su permiso.

“Antes en todo el río encontrábamos palo de agua, pero ahora, fíjese allá, ya no hay”, reitera Ismael. “La arena proporciona hábitats y zonas de cría para una gran diversidad de flora y fauna, y desempeña una función vital de apoyo a la biodiversidad”. Sin embargo, aún no hay quien esté documentando estas especies importantes.

A unos 30 kilómetros de San Pedro Chicozapotes, sobre la misma ribera del río Grande, se localiza el hábitat de la nutria neotropical de río, las tres únicas en México. En octubre de 2005, se confirmó la presencia de la especie mediante la recolecta de 21 heces y huellas. 

Mientras algunas zonas se vuelven más hondas, la corriente del caudal es más voraz, de seguir así, los daños podrían ser irreversibles, donde muchas especies que habitan en este río podrían agonizar por los daños. 

La nutria neotropical central, especie casi amenazada (Lontra longicaudis). Foto: Carlos Sánchez/iNaturalist (CC-BY-NC)

En tanto, los habitantes cuicatecos de Chicozapotes y otras comunidades que cohabitan con el río Grande esperan que pare la extracción, aunque la regulación se ve lejos y la lucha es cada día más difícil por las condiciones sociales, de violencia y criminalización hacía los defensores de territorio en México.

De acuerdo al CEMDA en su informe anual 2024, documentó el asesinato de 25 defensores del territorio en México, un incremento del 25% respecto a 2023. Además, documentaron al menos 20 eventos de criminalización durante 2024. 

Con 15 agresiones, Oaxaca es el estado con mayor número. “No nos queda de otra, más que seguir organizándonos, por el río”, resalta don Ismael.

Serie Defensores ambientales

Esta serie de artículos, hecha en colaboración con Latin America Bureau (LAB), destaca el trabajo de defensores ambientales en distintos países de América Latina y el Caribe, visibilizando tanto los riesgos que enfrentan como sus logros en la protección de sus hábitats y comunidades. [/gv_promo_card]

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