
Captura del video ‘Guerra en Sudán recrudece y las Fuerzas de Apoyo Rápido intensifican sus ataques; varias mujeres y niños mueren en ataques con drones’, publicado en YouTube por el usuario WION. Uso legítimo.
Escrito por Meera Selva
Nota editorial: una versión anterior de este artículo se retiró por razones de seguridad. Esta versión actualizada se publicó el 28 de octubre de 2025.
Ahora más que nunca debemos hablar sobre la importancia del periodismo, pero no como un ideal abstracto o como una lucha de la industria por sobrevivir. El periodismo es una fuerza vital que conecta a las personas con la información que necesitan.
Proteger al periodismo no es solo cuidar las salas de redacción. Es proteger el derecho de los ciudadanos a acceder a información útil y verídica; esto representa las bases de cualquier sociedad sana.
Se trata, literalmente, de salvar vidas.
Si se prohíbe continua y deliberadamente que los ciudadanos accedan a la información que necesitan, se originan otras violaciones de derechos humanos.
En el contexto de devastadora guerra de Sudán, la escena emergente de un periodismo prometedor se está desmantelando y usando como arma. Los periodistas que informaban con mucha energía sobre los movimientos políticos que sacudieron el antiguo orden han creado un rubro vibrante y diversa. Pero, con el inicio del conflicto en 2023, este espacio de información se convirtió en un campo de batalla paralelo en el que las partes en conflicto desinforman con facilidad y suprimen al periodismo rutinariamente.
Además, el acceso a la información no es igualitario: mujeres, personas desplazadas, personas con discapacidad y comunidades rurales quedan fuera de la información por la poca conectividad y la infraestructura destruida. El control militar sobre los espacios en línea restringe más el acceso.
El frágil entorno informativo de Sudán refleja el peligro que enfrentan los periodistas y la resiliencia de las iniciativas que buscan sostener la información independiente.
Un informe publicado recientemente por Internews registró el entorno de medios de Sudán y reveló las grandes dificultades que enfrenta el sector. Pero también mostró el trabajo increíble y fundamental que hacen los periodistas sudaneses en el terreno para nosotros.
Ataques sistemáticos a los medios
Tanto las Fuerzas de Apoyo Rápido como las Fuerzas Armadas de Sudán destruyeron la infraestructura de los medios, lo que ha dejado a los periodistas sin sustento. Muchos medios se autocensuran, en especial al informar sobre corrupción y las agencias de seguridad. Otros tuvieron que aliarse con grupos armados para poder subsistir.
La vigilancia, el acoso cibernético y las detenciones arbitrarias en virtud de leyes de ciberdelincuencia son comunes. El resultado es un vacío, pues periodistas muy capacitados han tenido que huir lo que ha impuesto que personas con menos experiencia hayan asumido sus funciones.
Las partes en conflicto también mantienen sofisticadas operaciones con los medios, financiadas con las ganancias de la minería de oro. Ciertamente, la guerra comenzó y sigue sosteniéndose gracias a la información manipulada con falsas promesas de una victoria rápida y narrativas continuas de movilización que impiden la paz.
Esto nos indica por qué la neutralidad no es una opción. Cuando la propaganda es el motor de la guerra, no enfrentarla significa convertirse en cómplice de su difusión. Es fundamental comprender cómo se utiliza la información como arma en Sudán, ya que las mismas tácticas se usan cada vez más en conflictos globales para manipular la opinión pública y obstruir la paz.
Los medios en Sudán se quedan vacíos, lo que no es solo una tragedia local: permite a los caudillos de guerra operar en las sombras, sin control alguno. Sin un testimonio preciso, la comunidad internacional no puede brindar el apoyo preciso que los sudaneses necesitan urgentemente para sobrevivir a este conflicto.
Evolución en el consumo de medios
A medida que los medios tradicionales se ven desmantelados, el público sudanés recurre a fuentes alternativas. Pero esto tiene sus propios riesgos.
La actitud pública revela una profunda desconfianza hacia los medios tradicionales. Muchos sudaneses recurren ahora a redes personales, influenciadores de redes sociales y periodistas ciudadanos, a quienes suelen considerar fuentes más creíbles que los canales oficiales. La confianza en los medios locales sudaneses se ha deteriorado significativamente: su audiencia demuestra una clara preferencia por los medios internacionales, especialmente de la zona del Golfo.
A pesar de sus abiertas alianzas con las facciones del conflicto, el público sudanés consume mucho esos canales. Esto resalta la escasez de alternativas independientes y la demanda urgente de información fiable.
Los pódcasts, las transmisiones en vivo y el reportaje ciudadano dominan el espacio informativo. Las cuentas de las Fuerzas de Apoyo Rápido y las Fuerzas Aéreas de Sudán difunden ágilmente deepfakes, reportajes reciclados, testimonios falsos de víctimas e imágenes gráficas en línea. A menudo, estas publicaciones incitan a la violencia radicalizada, particularmente contra las comunidades darfuri y nuba.
Para las audiencias sudaneses, esta distorsión de la información fomenta violencia real, profundiza la desconfianza entre las comunidades, y hace casi imposible llegar a un acuerdo sobre la base de una realidad compartida. Sin alternativas creíbles, los ciudadanos se vuelven vulnerables a la manipulación que empeora el conflicto y el tejido social.
Periodismo en el exilio e iniciativas de bases
La guerra en Sudán no solo desplazó a millones, también destruyó todo el ecosistema informativo del país. Más de mil periodistas perdieron sus trabajos y tuvieron que huir a Uganda, Kenia y Egipto. Quienes deciden quedarse enfrentan grandes riesgos al difundir noticias, incluidos lugares de lucha, como Darfur y los montes Nuba, en la región de Kordofán del Sur. Al lado de los periodistas que están en el país, las organizaciones de medios exiliadas trabajan colaborativamente para mantener con vida la historia de Sudán, pero su sobrevivencia es precaria por el limitado financiamiento y el aumento de la presión.
Este asunto no solo es importante para Sudán. Los vacíos de información permiten que no se registren las atrocidades, y se difunde la desinformación por todo el mundo a través de las redes sociales. Cuando se silencia a los reporteros sudaneses, otros, muchas veces con sus propias agendas políticas, intervienen para escribir sus propias narrativas. Campañas como #KeepEyesOnSudan [atentos con Sudán] irrumpen en este silencio y se aseguran de que la guerra no se olvide.
Si estas iniciativas no reciben apoyo, se corre el riesgo de enfrentar daños mayores. Los Gobiernos, las ONG y las audiencias globales deben reconocer a los medios sudaneses por lo que son: resistencia, sobrevivencia y la última salvaguardia contra la invisibilidad total de la guerra.
Más allá de las instituciones: Fortalecer los ecosistemas
La crisis de información en Sudán refleja una realidad global: donde las comunidades están bajo presión, es mucho más necesaria la información fiable. Pero las discusiones sobre los medios suelen centrarse en las instituciones y no en las personas.
Es por esto que el apoyo a los medios debe ir más allá de ayudar a los periodistas. Fortalecer ecosistemas completos, incluidos medios, plataformas y líderes comunitarios permite que la información sea fiable y resiliente. Los modelos tradicionales de organización podrían ya no ser adecuados; se necesitan planteamientos más diversos y colaborativos. Para los ciudadanos de Sudán, esto significa que pueden acceder a información confiable en momentos en que desinformar cuesta vidas.
Por lo tanto, los actores internacionales de desarrollo de medios y las ONG deben actuar como intermediarios entre el periodismo de base y los donantes institucionales para garantizar un apoyo sostenido más allá de la respuesta inmediata a la crisis.
Invertir en ecosistemas de comunicación sólidos no es un lujo, es una necesidad. Es un requisito para mantener la paz y la justicia.
¿Por qué es importante?
La libertad de prensa no se puede separar del derecho de los ciudadanos al acceso a la información. Cuando se silencia a los periodistas, la comunidad sufre. Cuando los medios locales desaparecen, los ciudadanos comunes navegan en la desinformación. No es caridad defender al periodismo. Es un compromiso con el cuidado de la salud, la seguridad y la dignidad de todo aquel que necesite información verdadera.
Los desafíos son enormes, pero la situación en Sudán, y en muchos otros lugares del mundo, nos recuerda de la necesidad de acceder a información verdadera. Las personas aún acuden al periodismo, incluso en las situaciones más extremas. Nuestro trabajo es asegurar que lo encuentren.
Es por esto que los responsables de tomar decisiones y los líderes de medios deben seguir comprometidos con estar presentes hasta en los lugares que muchas veces se pasan por alto. En Sudán y el mundo, el periodismo no es una simple profesión. Es una línea de vida que debemos cuidar. Si la información es el oxígeno de la democracia, entonces, asegurar el acceso a noticias verdaderas y útiles es una de las tareas más urgentes de nuestros tiempos.







