Desde 2017, el Gobierno de China aumentó sus ataques sistemáticos contra ciudadanos de minorías que viven en la provincia de Sinkiang, en el oeste del país. Sinkiang, que es la denominación china (新疆 que significa Nueva Frontera, los uigures la conocen como Región Uigur o tierras uigures). alberga grupos mayoritariamente musulmanes que incluyen a 11 millones de uigures y números menores de kazajos, kirguisos, tártaros, hui y otros. El discurso tradicional chino los describe como ‘separatistas de la patrias o simplemente ‘terroristas’ –que incluyen declaraciones y medios gubernamentales– los pueblos de la región se han visto privados de los derechos humanos más básicos, incluidas libertad de religión, de movimiento y de comunicación en su lengua natal.
La persecución estatal ha tomado diferentes formas: prisión –-a menudo con fuertes sentencias de más de 10 años-– y encarcelamiento en campos de internamiento que, según fuentes expertas, pueden contener más de un millón de minorías mayormente musulmanas.
Dado el hermetismo de los campos de internamiento, que China insiste en presentar como ‘centros de capacitación vocacional’, y la falta de información de las prisiones del país, es imposible decir cuántas personas han muerto encarceladas, a menudo sin saber de qué se les acusa. Los informes de prensa sugieren que la cifra podría ser de cientos o posiblemente miles. Para los parientes de los detenidos, fuera y dentro de China, el dolor de no saber nada sobre el bienestar de sus seres queridos es implacable y no disminuye con el paso de los meses y los años.
Hay más información detallada en la base de datos de víctimas de Sinkiang.
Global Voices ha informado con frecuencia al respecto y sigue actualizando su cobertura con historias, ensayos, testimonios y entrevistas:
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