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Día mundial del refugiado: el miedo al arresto fuerza al exilio a los periodistas

Categorías: Azerbaiyán, Burundi, Gambia, Turquía, Censura, Derechos humanos, Libertad de expresión, Medios ciudadanos, Migración e inmigración, Refugiados, GV Advox
Sanna Camara with his wife and daughters. Photo courtesy of Sanna Camara via CPJ.

El periodista exiliado gambiano Sanna Camara con su mujer e hijos. Foto cortesía de Sanna Camara via CPJ.

Escrito por Nicole Schilit [1], colaboradora senior en el área de asistencia a periodistas del Comité para la Protección de Periodistas (CPJ en inglés). Este artículo se publica como parte de un acuerdo entre Global Voices Advox y el CPJ. Apareció originalmente en el blog de CPJ [2].

En agosto de 2014, dos periodistas que vivían a más de 6400 km uno de otro se escurrieron por una frontera en busca de refugio: uno con su mujer y tres hijos, el otro solo. Idrak Abbasob, de Azerbaiyán, y Sanna Camara, de Gambia, por su trabajo como periodistas estuvieron expuestos a penas de prisión. Ninguno de los dos ha podido volver a casa.

Sus historias, junto con las de Bob Rugurika, editor de una radio de Burundi, y Sevgi Akarçeşme, una editora de Turquía, reflejan las experiencias que afrontan muchos periodistas forzados al exilio cada año tras ser perseguidos por su labor. Cada uno de estos cuatro periodistas con los que habló CPJ antes del Día Mundial del Refugiado, han tenido que tomar la dura decisión entre el exilio o la prisión.

Azerbaiyán: ‘No sabía a quién dirigirme’

Idrak Abbasov, un reportero veterano de Azerbaiyán, dijo que ya había sido amenazado anteriormente por sus reportajes, pero cuando un colega le advirtió en agosto de 2014 de que podría ser arrestado, decidió que era hora de llevar a su mujer y a sus tres hijos pequeños a un lugar más seguro. Explicó que, para evitar llamar la atención, abandonaron su hogar en la capital, Bakú, con poco equipaje.

La semana antes de que Abbasov dejara el país, el departamento del fiscal general había llevado a cabo una redada [3] en las oficinas del Instituto para la Seguridad y la Libertad de los Reporteros, un grupo de prensa libre con base en Bakú donde él trabajaba, confiscaron [4] ordenadores y equipamiento como parte de una campaña represión contra la sociedad civil en Azerbaiyán.

No era la primera vez que Abbasov, que también trabajó para el periódico independiente Zerkalo, había sido un objetivo por culpa de su trabajo. CPJ documentó [5] en 2012 cómo fue hospitalizado tras ser golpeado mientras cubría los desahucios forzosos durante las preparaciones para el Festival de Eurovisión, del cual Bakú era anfitrión ese año. A pesar de haber sufrido una contusión, costillas y dientes rotos, daños en su riñón, y de haber necesitado de cirugía ocular, Abbasov continuó trabajando como periodista.

Idrak Abbasov pictured with his wife and three children. The Azerbaijani journalist is living in exile in Norway after being warned he would be imprisoned for his work. Photo courtesy of Idrak Abbasov via CPJ.

Idrak Abbasov con su mujer y tres hijos. El periodista azerbaiyano vive en el exilio en Noruega. Foto cortesía de  Idrak Abbasov via CPJ.

Abbasov dijo que, para evitar alertar a las autoridades de su decisión de irse, les dijo a sus amigos y colegas que iba a llevar a su familia a Turquía para que su hijo recibiera cuidados médicos. El 19 de agosto, Abbasov condujo a su mujer e hijos hasta las afueras de Bakú, donde dejaron el coche. La familia viajó a través de la frontera con Georgia y usaron nombres falsos para registrarse en un hotel en Rustavi, donde que alojaron durante dos días.

«Nadie nos esperaba en Georgia, no sabía qué hacer, a quién dirigirme,» dijo. Abbasov cuenta que para explicar la ausencia de equipaje, él y su mujer les dijeron al personal del hostel que estaban de vacaciones y que sus amigos tenían sus pertenencias. Para entonces, la cuenta bancaria del periodista había sido congelada y oficiales vestidos de civil habían visitado su casa y la casa de su suegro, buscándole. Parientes de Abbasov de Azerbaiyán le informaron que la policía había detenido a su cuñado durante cuatro días, interrogándole sobre el paradero del periodista.

Con la ayuda de CPJ y otros grupos de prensa libre, Abbasov y su familia dejaron Rustavi para ir a la capital de Georgia, Tblisi. Allí estaban más lejos de la frontera, pero Abbasov dijo que temía que los servicios secretos azerís aún pudieran alcanzarles. La familia cambió de residencia varias veces y apenas salían a la calle. Abbasov cuenta que era un verano caluroso y sus hijos querían salir fuera a jugar, pero no podía permitírselo.

En septiembre de 2014, la familia se trasladó a Chernihiv, en Ucrania, donde se quedaron en la Human Rights House, un refugio parte de una red más amplia de defensores y organizaciones por los derechos humanos. Tras dos meses, el periodista y su familia se mudaron a Vilnius, también dirigida por grupos por los derechos humanos.

En enero de 2015, Abbasov y su familia se mudaron a Noruega, tras ser aceptados por la Red Internacional de Ciudades Refugio y habérseles concedido un permiso de residencia de tres años. Él y su mujer han tenido a su cuarto hijo. Abbasov contó que sus hijos mayores estaban confusos cuando se fueron de su hogar, pero ahora se han establecido en Noruega y entienden que la familia no volverá a Azerbaiyán.

Gambia: ‘Mi hija me pregunta cuándo volveré a casa’

En junio de 2014, Sanna Camara fue arrestado por tercera vez por su trabajo como reportero. No pudiendo hacerlo libremente en su propio país, y temiendo ser detenido de nuevo, Camara nos contó que sabía no tener esperanzas de quedarse en Gambia. Camara explicó a CPJ que su último arresto fue el mismo día en el que escribió una historia sobre tráfico de personas que apareció en el periódico The Standard. Las autoridades le acusaron [6] de publicar noticias falsas y fue liberado bajo fianza con la condición de que se presentase en la central de policía en Bajul tres veces por semana.

Una semana antes de partir, Camara dijo que un contacto desde el departamento de policía le avisó que había suficientes pruebas para proceder con su caso. Ya que necesitaba permiso para viajar, incluso dentro de la misma Gambia, el periodista le dijo a la policía que pensaba visitar a sus padres a unos 290 km de la capital.

En lugar de visitar a su familia, Camara fue directamente a la frontera. Sabiendo que había menos guardias patrullando cuando hacía calor, esperó a que el sol llegase a su punto más alto antes de cruzar hacia Senegal, donde intentó registrarse como refugiado.

Cuando Camara llegó por primera vez a la capital de Senegal, Dakar, encontró un apartamento lo suficientemente grande para que su mujer y sus tres hijos, de entre dos y seis años, pudieran unirse a él. Pero, cuenta Camara, se dio cuenta de que no podría mantener a su familia en el exilio como lo había hecho en casa. El periodista podía vivir sin desayunar, pero no podía privar a su familia de tres comidas al día, dijo. Su mujer e hijos volvieron a Gambia tras pocas semanas y Camara se trasladó a una habitación individual, donde aún vive hoy en día. «Extraño a mis hijos. Cada vez que hablo con mi hija me pregunta cuándo volveré a casa,» dijo Camara.

Sanna Camara has been able to continue working as a reporter while in exile, and says he has been given more freedom to cover sensitive issues. Photo courtesy of Sanna Camara via CPJ.

Sanna Camara ha podido continuar trabajando como reportero en el exilio, y dice que se le ha dado más libertad para cubrir temas sensibles. Foto cortesía de Sanna Camara vía CPJ.

En marzo de 2015, Senegal rechazó la solicitud de Camara por el estatus de refugiado. No se le dio razón alguna. Camara dijo que también se habían rechazado las solicitudes de varios periodistas gambianos que habían huido a Dakar antes que él. En este momento está apelando contra la decisión.

CPJ ha observado que la mayoría de los miembros de medios de comunicación forzados al exilio no son capaces de continuar con su trabajo periodístico, pero Camara escribe a tiempo parcial para sitios web de noticias gambianos y en mayo comenzó a escribir para un servicio global independiente de noticias, Democracy Watch News. También informa sobre política, derechos humanos, y temas sobre la libertad de expresión en su blog, GambiaBeat [7]. Contó a CPJ:

In Senegal I have a lot of freedom to investigate human trafficking. I have interviewed over a dozen human trafficking victims. I would not be able to do this work in Gambia. I would not have the security to do this….It's not the best, but it is more secure than in Gambia.

En Senegal tengo mucha libertad para investigar sobre el tráfico de personas. He entrevistado a más de una docena de víctimas de trata. No podría hacer este trabajo en Gambia. No tendría la seguridad para hacerlo… no es la mejor situación, pero es más seguro que en Gambia.

Burundi: ‘Me paralizaba la idea del exilio’

En mayo de 2015, el periodista radial Bob Rugurika se vio forzado a abandonar Burundi por tercera vez desde 2010 por amenazas por su trabajo como reportero. Rugurika dijo que las primeras dos veces que se marchó, en ambos casos fue por sus investigaciones sobre el asesinato del defensor de los derechos humanos Ernest Manirumva, se sintió lo suficientemente seguro como para volver a casa después de un tiempo, incluso aunque él y su mujer habían recibido amenazas de muerte.

Su deseo de contribuir positivamente a la sociedad en Burundi siempre le trajo de vuelta. «Tenía un sentimiento de indignación, de culpa, a veces, como si nosotros (los periodistas) no fuéramos capaces de evitar esta situación de guerra en la que Burundi estaba inmerso. Me destrozaba el sentimiento de desesperación y el deseo de querer seguir luchando por encima de todo,» dijo.

El último vuelo de Rugurika sobre la frontera fue diferente.

En enero de 2015, CPJ informó sobre cómo este director de la estación privada de Burundi, Radio Publique Africaine, había sido acusado [8] de complicidad en asesinato y violación de la solidaridad pública, después de que la estación emitiese una entrevista en la que un invitado decía estar implicado en el asesinato de tres monjas italianas. Durante la emisión, el invitado implicó a varios oficiales de inteligencia y policía en los asesinatos. No aportó ninguna prueba.

Radio director Bob Rugurika says he doesn't know when it will be safe for him to return to his home country, Burundi. Photo courtesy of Rugurika via CPJ.

El director de radio Bob Rugurika dice que no sabe cuándo será seguro para él volver a su país, Burundi. Foto cortesía de Rugurika vía CPJ.

Tras negarse a decir dónde se encontraba el invitado, Rugurika fue arrestado el 19 de enero de 2015 y retenido durante un mes. El periodista contó a CPJ que estaba acostumbrado a recibir amenazas pero que, cuando fue liberado bajo condicional en febrero, las amenazas se intensificaron y su casa fue atacada, forzándole a esconderse. Rugurika explicó que, tras dos meses, esconder su vida se había vuelto insoportable y se dio cuenta de que tenía que abandonar Burundi.

El 8 de mayo de 2015, mientras ocurrían violentas manifestaciones en la capital, Bumjumbura, en respuesta a la propuesta del presidente Pierre Nkurunziza de presentarse a un tercer mandato, Rugurika se preparaba para irse. Desde el inicio de los disturbios ese año, unidos a la represión gubernamental sobre la prensa independiente, CPJ había sabido de más de 100 periodistas que habían huido de Burundi.

«Tenía un sentimiento de indignación, de culpa, a veces, como si nosotros [los periodistas] no fuéramos capaces de evitar esta situación de guerra en la que se sumergía Burundi. Me destrozaba el sentimiento de desesperación y el deseo de querer seguir luchando por encima de todo.»

En el caso de Rugurika, los fiscales le prohibieron viajar, así que mantuvo sus planes en secreto. Rugurika contó que, bajo el pretexto de estar trabajando en una historia, arregló con un conductor de su estación de radio para que le llevase cerca de la frontera con Ruanda. El periodista le dijo al conductor que tenía que encontrarse con su fuente en un lugar discreto y después uso una motocicleta para viajar a una zona de la frontera que no está muy patrullada.

Rugurika pudo cruzar hacia Ruanda, donde alguien le esperaba para llevarle a la capital, Kigali. Desde allí, Rugurika viajó a Nairobi, Kenia, pero más tarde regresó a Kigali para estar con otros periodistas que habían huido a Ruanda, alegando que es el país más seguro de la región.

«Estos primeros seis meses han sido difíciles,» dijo. «Me paralizaba la idea del exilio. Es la primera vez que he decidido salir del país sin saber exactamente cuándo regresaré.»

Rugurika continúa trabajando como periodista y ha fundado Humura Burundi, un magazine en línea que provee noticias sobre Burundi.

Turquía: ‘Mi vida entera estaba en Estambul’

En el pasado año, CPJ ha documentado una escalada en la represión de Turquía sobre la prensa, con arrestos, intervenciones forzosas de medios de noticias y acciones legales. Una de las víctimas de esta campaña de represión es Sevgi Akarçeşme, editora en el Today's Zaman, que se vio forzada al exilio en marzo de 2016 por miedo al arresto.

En diciembre de 2015, Akarçeşme celebraba haber sido nombrada la primera mujer editora en jefe de Today's Zaman. Tres meses más tarde, el 4 de marzo, una corte de Estambul decretó [9] que oficiales de confianza del tribunal debían ponerse al mando del periódico de lengua inglesa, así como de su diario hermano, Zaman, después de que ambos fueran acusados de propaganda terrorista. En el momento en que la intervención tuvo lugar, había al menos 18 periodistas tras las rejas en Turquía, según muestra la investigación de CPJ.

Before fleeing, Sevgi Akarçeşme was editor-in-chief of Today's Zaman in Turkey. The news organization's takeover made international headlines.

Antes de su salida, Sevgi Akarçeşme era editora en jefe del Today's Zaman en Turquía. La intervención de la organización de noticias generó titulares a nivel internacional.

Akarçeşme explicó que tras la intervención y habiendo sido sentenciada a 17 meses de libertad condicional en diciembre de 2015 por haber insultado supuestamente al primer ministro en un tuit, le preocupaba que le prohibieran viajar o que la encarcelaran. Muchos colegas [10] habían sido sentenciados a prisión, incluido Ekrem Dumanlı, el editor en jefe de Zaman, en diciembre de 2014, y Bülent Keneş el antiguo editor en jefe [11] de Today's Zaman, en octubre de 2015. Dumanlı abandonó el país, y Keneş ha sido liberado a la espera de juicio, pero se le ha impedido viajar. Akarçeşme dijo que se sentía frustrada e impotente viendo a sus colegas ser arrestados arbitrariamente, «ya casi no tengo fe alguna en el sistema judicial en Turquía,», expresó.

Temiendo enfrentar el mismo destino, Akarçeşme dijo que decidió abandonar Turquía antes de que se le impusiese una prohibición de viajar. El 6 de marzo, compró un billete de avión, hizo las maletas y, tras pocas horas, ya estaba en un vuelo hacia Bruselas. Akarçeşme dijo sentirse como en una película y que no se sintió segura hasta que el avión despegó.

Staff of Today's Zaman prior to the takeover. Photo courtesy of Sevgi Akarçeşme via CPJ.

El equipo de Today's Zaman antes de la intervención. Foto cortesía de Sevgi Akarçeşme vía CPJ.

«Me ha cambiado. Toda esta experiencia me ha ido cambiando. Intento mirarla desde un punto de vista positivo. Yo sufro, pero crecemos cuando sufrimos,» dijo. «Secretamente, aún espero un milagro. Espero que ocurra un milagro y que pueda volver. Sin embargo, no parece muy posible en un futuro predecible.»

La periodista añadió:

I still don't know how long I will have to be away from my home country. It's kind of heartbreaking because, after all, it's my hometown, Istanbul. My whole family lives there. My whole life was in Istanbul. Even though I traveled a lot and I studied in the United States, being forced to leave your country is something else. It feels truly terrible. To leave your country with only two suitcases, not knowing what to do, not having a job, not having anyone next to you.

Aún no sé cuánto tiempo tendré que estar lejos de mi país. Es algo doloroso porque, después de todo, es mi ciudad natal, Estambul. Toda mi familia vive allí. Mi vida entera estaba en Estambul. Incluso aunque viajara mucho y estudiara en los Estados Unidos, ser forzada a dejar tu país es diferente. El sentimiento es realmente terrible. Abandonar tu país con sólo dos maletas, sin saber qué hacer, sin tener un trabajo, sin tener a nadie a tu lado.