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En Trinidad y Tobago, tradicionales personajes del carnaval ofrecen cura sexual a mujeres

Categorías: Caribe, Trinidad y Tobago, Arte y cultura, LGBTQI+, Medios ciudadanos, Mujer y género, Carnaval en Trinidad y Tobago

La sexóloga Onika Henry (en el centro) rodeada por mujeres caracterizadas como Jab Molassie, personajes del carnaval. Fotografía cortesía de Henry (usada con su autorización).

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En un esfuerzo para detener el avance de la COVID-19, Trinidad y Tobago cerró sus fronteras [2] la medianoche del 17 de marzo de 2020, pero hacía apenas tres semanas que el carnaval recordaba tiempos de más libertad. La celebración anual del Carnaval de Trinidad y Tobago, que culmina cada año con un pasacalles el lunes y el martes anteriores al Miércoles de Ceniza, es una tradición muy arraigada que permite a los participantes conectar con su historia, su cultura y con ellos mismos.

En un artículo para Caribbean Beat [3], Attillah Springer describe las Revueltas de Canboulay [4] —ahora recreadas cada año como Kambule [5]— como el germen de J'Ouvert [6], ritual traducido libremente como «el comienzo del día», que anuncia el inicio oficial del Carnaval. Springer escribe:

[…We] know the idea that Canboulay is a French Creole version of cannes brulées — the burning of the canes. But we also know that the scholarship of historian Maureen Warner-Lewis cites kambule as a Kikongo word meaning ‘procession.’ We reflect on the conflation of the two terms: the idea of the burned cane as a symbol of plantation life and death, and the idea of the early morning procession that became J’Ouvert, in which the ex-enslaved would recount the horrors of that time, while protesting against current injustices. And still in the midst of all that shrieking pain and profanity, they would find time for ritual.

Sabemos que Canboulay es una versión en francés criollo de cannes brulées (cañas quemadas), pero también sabemos que la historiadora Maureen Warner-Lewis cita en sus estudios «kambule» como una palabra del kikongo que significa ‘procesión’. Podemos reflexionar sobre la combinación de las dos palabras: la idea de la caña quemada como símbolo de la vida y la muerte en las plantaciones y la idea de la procesión de madrugada que se convirtió en J’Ouvert, en la que los antiguos esclavos relataban los horrores de aquel tiempo a la vez que protestaban contra las injusticias del momento. Y aun en medio de esos gritos de dolor y blasfemias, sacaban tiempo para el ritual.

Esta idea de ritual y expresión personal fascina a la sexóloga [7] Onika Henry [8], que lleva tiempo observando cómo las mujeres pueden expresar y explorar su sexualidad a través de los tradicionales personajes enmascarados del carnaval. Como sexóloga titulada y profesional de las artes teatrales, el carnaval era la intersección natural de sus dos áreas de conocimiento. Ha estudiado, observado e incluso dado una Charla TEDxPuertodeEspaña [9] sobre la reivindicación de la identidad sexual a través del carnaval.

Henry comenzó a explorar el carnaval como forma de curacion cuando oyó hablar de una mujer que usaba el personaje de Jab Molassie [10], también conocido como Molasses o Tar Devil [11], como medio para expresar el cúmulo de emociones que sentía tras haber sido víctima de violencia sexual. Este es un tema que la sexóloga continúa explorando.

Jab Molassies, uno de los personajes más intimidantes del carnaval con su afilado tridente y sus movimientos llenos de fuerza, le otorgaba «un espacio», como lo denomina Henry, «para liberar el trauma de su cuerpo, pero también para moverse como le diera la gana».

En una conversación telefónica con Global Voices, Henry señaló que esta forma de curación no se limita a personajes específicos: «El ser humano y el sexo son muy complejos, así que cualquiera puede encontrar la curación a través de un personaje que le diga algo». El popular Midnight Robber (ladrón de medianoche) [12], por ejemplo, podría ofrecer a la gente un espacio seguro en el que examinar su lado más masculino.

En el otro extremo del espectro se encuentra Dame Lorraine [13]. En un principio pensado para burlarse de las esposas de los dueños de las plantaciones, el disfraz exagera visiblemente el concepto físico de la feminidad mediante enormes pechos y amplias nalgas. Según Henry, este personaje también se puede usar de diferentes maneras, incluida la exploración de roles de género. Es interesante cómo los hombres también suelen representar este personaje, lo que les permite experimentar no solo cómo ven el mundo las mujeres, sino también cómo el mundo las ve a ellas.

Como los personajes de carnaval suelen ir enmascarados, con la cara pintada o cubierta de barro o disfrazados, los participantes en la fiesta pueden meterse completamente en la piel de los personajes elegidos a la vez que mantienen su anonimato. En las sociedades caribeñas, la sexualidad femenina es un tema que por lo general se trata en privado, lo que no deja de resultar irónico dado que durante el carnaval la mayoría se enorgullece de poder presumir de cuerpo. Al mismo tiempo, sin embargo, la sexualidad es un tema complejo, intrincado, personal y en gran medida vinculado con las convenciones sociales.

En Trinidad y Tobago, la falta de programas de educación sexual [14] en los colegios contribuye probablemente a que haya malentendidos sobre el cuerpo y la actitud hacia el sexo en su conjunto. La religión es otro factor a tener en cuenta, ya que muchas de las instituciones religiosas del país se limitan a apostar por la abstinencia. Henry, sin embargo, confía en que el carnaval puede ayudar al país a desarrollar una relación sana con la sexualidad y la sensualidad. Al igual que ocurre con el carnaval, esto implica volver a las raíces del país.

Henry habla de estudios que demuestran que los primeros pobladores de Trinidad y Tobago, así como ocurria en África e India, tenían sistemas menos rígidos y binarios en cuanto a la vida [15], el sexo, el género [16], y el trabajo [17]; creencias que cambiaron drásticamente tras la colonización [18], cuando el eurocentrismo fue impuesto a la población indígena, más tarde esclavos y trabajadores contratados.

La colonización hizo lo posible por reprimir la mayoría de esas tradiciones y creencias, pero el carnaval, baluarte de mascaradas y expresión personal, consiguió superar los retos con creatividad. Henry explicó:

[It] became a way of [our ancestors] keeping their beliefs and allowing them to embody those practices without being disciplined for it.

Se convirtió en la forma de nuestros antepasados de mantener sus creencias y poder llevar a cabo esas prácticas sin ser castigados por ello.

Las restricciones sobre la población colonizada también incluían expectativas en torno al comportamiento de la mujer. Mientras estas han ido evolucionado de forma natural, Trinidad y Tobago aún hoy en día tiene «reglas y roles», como describe Henry. El carnaval, no obstante, es una forma de que las mujeres desafíen esas expectativas.

¿Podría explicar eso la popularidad de los disfraces atrevidos? Henry cree que es solo un punto de vista a través del cual discutir sobre el carnaval y la participación de las mujeres:

In my opinion, because women — for so many centuries — have been told what to wear, or told if they show too much skin that they are ‘less than,’ Carnival is a way for them to reject that and say, ‘No! I can wear what I want, be who I want and still be valuable.’

En mi opinión, durante muchos siglos a las mujeres se les ha dicho la ropa que tienen que llevar y si muestran demasiado entonces se las hace de menos. Por eso el carnaval es una forma que tienen de rechazar eso y decir: «¡No! Puedo ponerme le ropa que quiera, ser quien quiera y aun así ser valiosa».

Son las mujeres las que tienen el poder de escoger sus disfraces de carnaval, añade. Ellas deciden cómo quieren que les quede el disfraz.

Near-nakedness is a costume in and of itself; [it] becomes the costume. Accepting and loving the body and saying, ‘This is what I look like and that doesn't mean I don't deserve pleasure or that somehow, I should be denied the right to move how I want and express myself how I want for these two days out of the 365 days of the year.’

La casi desnudez es un disfraz en sí y de sí misma. Se convierte en el disfraz. Aceptar y amar el propio cuerpo y decir: «Así es como soy y eso no quiere decir que no merezca sentir placer o que de alguna manera me debieran negar el derecho a moverme y expresarme como quiera durante estos dos días, de los 365 que tiene el año».

Según Henry, las mujeres pueden aprender de estos elementos esenciales de la tradición del carnaval y ponerlos en práctica en su día a día creando espacios en los que ser ellas mismas y desafiar los tabús.

Conseguir tal espacio es tan fácil como recrear el «espacio seguro» que ofrece el carnaval para la expresión de la sexualidad femenina y el placer. La clave, sin embargo, está en no entrar inmediatamente en situaciones sexuales:

Rather, make your daily walk one that is pleasure-based, one that accepts the body in whatever state it is.

En lugar de eso, haz que tu día a día esté basado en el placer, que acepte el cuerpo en cualquier estado.

Esto se puede hacer de las maneras más simples: disfrutando de la textura y el sabor de una onza de chocolate o comprando ropa cuya tela sea agradable al tacto, por ejemplo.

En cuanto a los tabús, Henry dice que es labor del carnaval. Desafiar las jerarquías [19] y las convenciones sociales, las opiniones sobre el sexo, el género o cualquier otro aspecto constreñido por las normas religiosas o sociales es una forma de usar el espíritu del carnaval para enfrentarse a las cosas de otro modo. Aplicar estos elementos del carnaval a la vida cotidiana es, según Henry, «una forma de liberarnos a diferentes niveles».