El autor de Global Voices Owen Guo pasó el domingo —día de su 28° cumpleaños— escribiendo un artículo sobre un documental, estrenado horas antes, que denuncia la espantosa contaminación de China. Cuando la historia de Owen se publicó en Global Voices, 30 millones de personas habían visto ya la película. Durante una sesión de chat que mantuvimos después, me dijo: «De verdad me alegro de haber pasado mi cumpleaños haciendo algo útil como esto», haciéndose eco del impulso que ha mantenido a la comunidad de Global Voices viva y pujante durante 10 años.
Deberían leer la historia de Owen, es excelente. Y eso es lo que debió pensar un periodista del diario The Guardian, ya que copió y pegó una considerable parte de su texto y la publicó a su nombre al día siguiente. Si elige una frase del artículo de Owen y la introduce en un motor de búsqueda, lo más probable es que entre los resultados aparezca el artículo del Guardian, hasta ese punto llega la semejanza. El escritor había copiado literalmente más de cuatro párrafos de Owen, manteniendo la esencia del texto.
El artículo de The Guardian no mencionaba ni a Owen ni a Global Voices.
Detectamos los párrafos plagiados 48 horas después de que se publicara el artículo de The Guardian. Nos pusimos en contacto con el autor y con el defensor de los lectores del diario. El autor se disculpó por correo electrónico, al igual que alguien de la oficina del defensor. Unas horas después añadieron el nombre del autor, citando a Owen varias veces, además de añadir una corrección al final del texto. También publicaron una nota en las dos versiones, web y papel, de su columna de fe de erratas.
Pero Owen, que comenzó a trabajar como periodista hace cuatro años, sigue sintiéndose engañado.
The Guardian no solo robo su autoría, el incidente también le dejó la impresión de haber sido traicionado por una profesión por la que siente un profundo respeto.
Nuestra comunidad también se siente engañada.
No es la primera vez que un reputado medio tradicional ha plagiado información textual de nuestra web y la ha presentado como propia, y sabemos que no será la última. Y esto sucede a pesar de nuestra liberal licencia y política de atribución Creative Commons, que permite a cualquiera publicar nuestro contenido de forma gratuita siempre que lo atribuya a quien corresponde.
Los periodistas que plagian nuestro trabajo se aprovechan quizás de que seamos un medio de comunicación pequeño. Como señaló un colega, ¿cómo es que The Guardian no copió los párrafos de un artículo del New York Times sobre el documental que se publicó en línea poco después de la historia de Owen?
Nos preguntamos cómo podemos resolver este problema más allá de de este caso puntual, pues la ética periodística siempre está amenazada, y no solo en la Red. Pero seguimos creyendo que es una cuestión que merece la pena contestar: aparte de la reacción y la rectificación, ¿cuál es la solución? ¿Qué podemos hacer para lograr que el sector periodístico adopte valores más elevados?