«Manda desnudos» por internet y defiende el derecho al consentimiento

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Imagen de la campaña de Coding Rights Brasil. Reproducida bajo Licencia CC-BY-SA 3.0 BR.

María V. se peleó con su compañero hace un mes. Y cuando creía que el duelo por la ruptura había concluido, una noticia la sacudió como una bomba. “Te vi en el grupo de Whatsapp de los chicos de fútbol ¡tenías mucho calor :D!!”, envió su amigo Juan con una captura de pantalla de una foto íntima que ella se había tomado para su ex, bajo promesa de confidencialidad absoluta. Un escalofrío recorrió la espina de María. La foto había sido filtrada a un grupo y celebrada entre mensajes instantáneos ajenos.

El caso de María V. es uno de tantos que nos obligan a preguntarnos acerca de la cultura del consentimiento. Evidenciamos una necesidad urgente de educarnos en el respeto por la intimidad de los y las demás. Ciertos usos de las tecnologías marcan el fenómeno del sexting en crecimiento y como una tendencia inevitable. A las personas nos gusta sensualizar delante de una cámara ¿por qué deberíamos sancionarlo? Tenemos derecho a tomarnos fotos y compartirlas. Sin embargo las condiciones o “contratos virtuales” que establecemos con las otras personas con las que compartimos ese material no siempre están claros.

Teniendo en cuenta estas nuevas formas de violencia pero también de la expresión fotográfica como una “resistencia placentera contra el machismo, el conservadurismo y la heternormatividad”, la organización Coding Rights presentó un instructivo para mandar fotos sin ropa de manera segura y divertida. El fanzine Manda Nudes, realza el anonimato como un acto de disidencia política, y lo recomienda para el ángulo de las fotos (aconseja no mostrar el rostro ni tatuajes ni marcas de nacimiento si no se tiene demasiada confianza en el destinatario). Obscuracam y Wickr son entre varias apps de mensajes que permiten criptografiar los chats y pixelar las imágenes para los envíos. En cambio los sistemas de mensajería de Whatsapp, Telegram, Tinder y Facebook son descartados.

El “porno de la venganza” se popularizó con una etiqueta errónea: existe un debate sobre el uso del término «porno» para describir este acto. No se trata de pornografía, que supone el consentimiento de actores y actrices en el filme, y además el término erotiza un acto violento. Liso y llano: lo llamamos divulgación de imágenes sin consentimiento.

Desde Brasil un grupo de estudiantes creó un sitio con ese nombre en portugués en el aborda la problemática desde el ángulo legal y cómo protegerse. Las preguntas resuenan: ¿Qué pasa con nuestros datos? ¿Cuál es nuestro concepto de lo público en internet? y ¿Qué sucede cuando posteamos algo en línea? ¿Hay iguales derechos y responsabilidades que cuando colgamos un cartel en la calle?

Sin consentimiento, hay abuso

En el reciente Foro de Gobernanza de Internet en João Pessoa, Brasil, la violencia contra las mujeres en internet fue uno de los debates que más atención atrajo. En el marco de las discusiones que convocan a representantes de gobiernos, sociedad civil, academia y empresas, panelistas profundizaron en torno al concepto del “consentimiento” en el mundo digital.

Para entender el consentimiento en el marco de estos debates, debemos identificar que para utilizar dispositivos, aplicaciones, servicios y demás facilidades para navegar en internet establecemos una relación de intercambio, lo que se nos pide a cambio son nuestros preciados datos personales.

Cada vez que usamos un servicio en internet se nos presentan Términos y Condiciones que pocas veces leemos (muchas veces son páginas extensas, descripciones pesadas y poco accesible a la rapidez con la que solemos navegar). Sin embargo se trata del visto bueno que damos, casi a ciegas o sin evaluar con toda la información posible la relación costo-beneficio, a las empresas y las instituciones que se quedarán con nuestra información personal. Todo que ver con nuestro derecho a la privacidad ya que en muchos casos estos contratos no necesariamente favorecen nuestros intereses.

Apps, el foco de los 16 días de activismo

En la campaña de 16 días de activismo para erradicar la violencia hacia las mujeres, Dominemos la Tecnología abrirá un espacio de intercambio de estrategias para erradicar la violencia de género en linea. En esta ocasión, las apps tendrán un lugar central en el debate.

Las lideres de la campaña hablan del tema de desarrolladores y desarrolladoras que diseñan aplicaciones de seguridad «sin consultar a las mujeres que experimentaron violencia en línea,» un tema bastante común en la industria de la tecnología, todavía dominada por los hombres. “Surgen soluciones basadas en inquietudes específicas de un lugar del mundo, lo que constituye un rechazo a la diversidad de experiencias de las mujeres”, describe la consigna, y solicita un análisis critico por parte de las usuarias. Entre tantas aplicaciones de seguridad ¿cómo saber cuál elegir? ¡A probarlas ya!

Como usuarias de internet necesitamos lograr un equilibrio entre normas y regulaciones, para resguardar la libertad de expresión. El uso crítico de las tecnologías nos tiene que ayudar a dar forma a las herramientas que usamos y los ambientes que navegamos. Si decimos a todo que sí sin analizar los términos de servicio, criticarlos, y solicitar actualización, seguiremos siendo objetos de consumo. Pero esta vez en la web. Reclamemos reglas claras para poder autogestionar nuestras vidas en internet.

Defender una internet libre implica debatir si entregamos con pleno consentimiento nuestros datos personales a empresas e instituciones públicas. Se trata, nada menos, que de nuestras biografías, mensajes privados, fotos o videos íntimos y de saber qué pasará con ellos. Es necesario encontrar estrategias de cuidado de la privacidad para seguir expresando aquello tantas veces censurado: nuestra libre expresión sexual.

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