África pierde, ellos ganan: Cómo se benefician Estados Unidos y Reino Unido de la fuga de cerebros médicos

Médico examina a un niño en el campo de desplazados internos de Kalma, Nyala, sur de Darfur. Imagen de Naciones Unidas, 6 de diciembre de 2010 (CC BY-NC-ND 2.0).

África soporta más del 24 % de la carga global de enfermedades, pero cuenta con solo 3 % de trabajadores en el rubro de salud para atender a los enfermos. A pesar de ser un problema continuo, la reciente pandemia COVID-19 expuso aún más la insuficiente asistencia médica del continente. La falta de acceso a pruebas, la escasez o falta de ventiladores y otros equipos médicos obstaculizaron los esfuerzos para salvar vidas durante el pico del brote. El número exacto de trabajadores de la salud de nacionalidad africana infectados con COVID-19 desde el inicio de la pandemia es difícil de calcular. Pero a julio de 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) reporta la cifra en más de 10 000 lo que agravó los desafíos de la escasez de personal médico de primera línea.

Un factor importante de esta escasez de profesionales de la salud ha sido el aumento de  fuga de cerebros médicos, pues los profesionales de la salud africanos emigran en masa a países desarrollados, como Estados Unidos, Reino Unido y Canadá.

¿A qué se debe esto y qué se puede hacer al respecto?

Insuficiencia médica africana

Según lo recomendado por la OMS, la proporción ideal de médicos por población es de un médico por mil personas. Pero en realidad, África tiene una proporción baja, de un doctor por 5000 pacientes. Para 2035 este déficit se estima alcance los 4.3 millones de médicos.

Reino Unido, con una población de 68 millones de personas, tiene a más de 370 000 médicos, mientras que Nigeria, con una población de 221 millones de personas, tiene menos de 75 000 doctores, según la OMS. Muchos de los doctores que trabajan en Reino Unido son de Nigeria y ahí el número de médico nigerianos ha estado aumentando.  Por ejemplo, a partir de 2006, había 2692 doctores en la fuerza laboral médica del Reino Unido y para 2018 el número aumentó a 5250. Para ese año y según un informe, el Reino Unido estaba contratando al menos 12 nuevos doctores nigerianos cada semana.

En 2016, el expresidente de la Asociación Médica de Nigeria dijo que un estimado de 8000 doctores nigerianos ejercen en Estados Unidos. Un estudio de 2015 reveló que el 86 % de los graduados médicos internacionales educados en África de la fuerza laboral de Estados Unidos provenían de cuatro países: Egipto, Nigeria, Sudáfrica y Ghana. Además de los médicos, otros grupos ocupacionales de la asistencia médica de Estados Unidos también están compuestos por un alto porcentaje de africanos. Por ejemplo, el 24 % de sus enfermeras registradas, el 20 % de los asistentes de enfermería y el 16 % de los asistentes de cuidado personal son de África.

Canadá también tiene un historial de aumentar su fuerza laboral médica con doctores entrenados en África. Para 2019, el número total de doctores capacitados en el extranjero era del 22 %, incluidos los de África. Otros países, como Australia, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, han sustentado su relativamente alta proporción de doctores por población con graduados médicos de países africanos.

Mejores condiciones

La fuerza impulsora del éxodo masivo es la búsqueda de pastos más verdes. «Dejé Nigeria porque quería ganar más dinero, aprender cosas nuevas y ejercer en mejores condiciones», dijo a Africa Renewal un médico nigeriano que ejercía en Estados Unidos en 2016. Bajos salarios, escasez de oportunidades laborales, infraestructura deficiente y un futuro desesperanzador para sus hijos son algunos de los factores responsables de la emigración masiva de trabajadores de la salud africanos.

Es un problema de larga data que consecuencias médicas y financieras. A pesar de tener solo el 16 % de la población mundial, África representa menos del 1 % del gasto total en salud mundial. Y en términos per cápita, el resto del mundo gasta diez veces más en atención médica que África. La grave disparidad de fondos tiene gran impacto tanto en su personal médico como en sus instalaciones.

En promedio, los cirujanos en Nueva Jersey, Estados Unidos, ganan al año 216 000 dólares estadounidenses, mientras que sus contrapartes en Zambia ganan 24 000 dólares y los médicos de Kenia ganan un promedio de 6000 dólares al año.

Hay 0,3 camas de hospital por cada mil personas en Etiopía en comparación con Alemania con ocho por cada mil personas. Ha habido casos de médicos de Zimbabue que operaron con las manos descubiertas por falta de guantes. En el pico de COVID-19 en 2020, la República Centroafricana, país de aproximadamente cinco millones de personas, tenía solo tres ventiladores. Para que Nigeria cubra su brecha de infraestructura de atención médica, se requiere una inversión de 82 000 millones de dólares en bienes inmuebles médicos y 386 000 camas adicionales para alcanzar el promedio global de 2.7 camas por cada mil personas.

Todo esto explica por qué más trabajadores de la salud africanos se desplazan en masa fuera del continente. Al ser inmigrantes de alto valor en sus países de destino, tienen acceso a varias vías de inmigración que conducen a la residencia permanente. Esto incluye licencia indefinida para permanecer en Reino Unido y la tarjeta verde por empleo en Estados Unidos que luego puede conducir a la ciudadanía por naturalización.

Costo de la fuga de cerebros médicos

Médico atiende a pacientes en clínica de Mukono, Uganda. Imagen de Arne Hoel/Banco Mundial, 12 de marzo de 2003 (CC BY-NC-ND 2.0).

Muchas economías desarrolladas han ahorrado millones de dólares, a costas de África, por la fuga de cerebros. Un estudio de 2011 de Edward J. Mills, profesor de salud pública en la Universidad de Ottawa en Canadá, y otros investigadores en nueve países de África Subsahariana mostraron que el gastó para subsidiar la educación de un médico es entre 21 000 y 58 7000 dólares estadounidenses.

Por lo tanto, perder miles de médicos en otros países después de graduarse hace que cada uno de estos países africanos tenga una gran pérdida financiera. Se calculó que la pérdida total de rentabilidad asciende a miles de millones de dólares. Se informó que Reino Unido fue el mayor beneficiario, con 2700 millones de dólares, seguido de Estados Unidos con 846 millones de dólares, según el informe del profesor Mills y otros.

En 2010, la Asamblea Mundial de la Salud adoptó un código de prácticas sobre la contratación internacional de profesionales de la salud, que recomienda que los países ricos presten asistencia financiera a los países de procedencia que enfrentan escasez de trabajadores de la salud. Ese mismo año, Estados Unidos, a través de su Iniciativa de Asociación de Educación Médica, invirtió 130 millones de dólares para apoyar escuelas de medicina en 12 países subsaharianos.

Algunas publicaciones han cuestionado el motivo de la fuga de cerebros de África por parte de los países ricos, y se han preguntado si eso debería considerarse un delito. El Código de la Asamblea Mundial de la Salud de 2010 también intentó detener el flujo de migración de talentos, pero no ha producido mejoras tangibles, ya que cada día más trabajadores de la salud africanos hacen cola para unirse a sus colegas en el mundo desarrollado.

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