Aunque es un periodista y podría haber estado preparándose para el Chogm– la reunión de los jefes de gobierno de la Mancomunidad Británica de Naciones que tuvo lugar recientemente en Kampala, por sus siglas en inglés – preparando su cámara, grabadora y libreta, así es como Ernest Bazayne se preparó para el Chogm:
Tengo:
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<!–[if !supportLists]–>o <!–[endif]–>Tiempo de emisión
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Estoy preparado para el CHOGM.
Claramente no todo el mundo estaba entusiasmado con el Chogm.
Chris Mason, de Caked in Red Clay, tiene un buen desglose del Chogm, pero aún más interesantes son las preguntas que hace:
Al salir del Parlamento, me puse a pensar en el montón de dinero invertido en arreglar el edificio del Parlamento para la visita de la Reina. La visita duró unos 20 minutos. Empezó a formarse una pauta. Montañas de dinero gastado en preparar un lugar para una visita de un personaje real o líder mundial durante las reuniones. Esas visitas duraban inevitablemente unos pocos minutos, quizás una hora, y luego la delegación continuaba adelante, dejando atrás el recién remozado lugar. Me pregunto cuánto tiempo van a durar las remodelaciones hasta que la pintura vuelva a desconcharse, las paredes empiecen a desmoronarse y los baches estén inevitablemente de vuelta.
Uganda invirtió montañas de dinero en acoger esta conferencia —unos $130 millones. Cuando te das cuenta de que la mayoría de los ugandeses viven por debajo del umbral de la pobreza; cuando el 3 por ciento de los ugandeses rurales tienen electricidad; cuando su sistema sanitario es completamente incapaz de servir a una población que crece rápidamente; y cuando millones de ciudadanos están saliendo de años pasados en campos a causa de los enfrentamientos de los rebeldes en el norte y otros millones más fueron desplazados por las inundaciones de septiembre… cuando te das cuenta de todas estas cosas, no puedes sino preguntarte: ¿los nuevos hoteles, las carreteras reparadas de manera temporal y los lugares turísticos remodelados van a ayudar a alguna de esta gente?
El nuevo blog Citizen Uganda también cuestiona algunas de las consecuencias del Chogm:
Los líderes ugandeses se felicitarán por haber acogido una cumbre exitosa, pero no deberían exagerar su legado para la nación. Mientras que la Reina se paseó por varios escenarios selectos del país, la mayoría de la atención mediática internacional estaba en otra parte: la crisis política en Paquistán; la próxima cumbre entre Israel y Palestina en Annapolis; y la aflicción por la caída del dólar americano.
Sin embargo, para Museveni, éste es un triunfo personal. Consiguió evitar que los manifestantes le quitaran el protagonismo —consiguieron ser noticia de cabecera de la BBC— suscitando serias preocupaciones sobre su historial en derechos humanos. También se mencionaron muy poco las embarrancadas negociaciones con el ERS (LRA en inglés) en el norte, o las tensiones del país con la R.D. del Congo.
Scarlett Lion (revelación, soy yo) también reprende al gobierno ugandés por algunas de sus decisiones:
Arrancaron las aceras y las calles para el Chogm para rehacer otras más bonitas. Pero como las obras no se han acabado, y la Reina y otros diplomáticos y visitantes han venido y se han marchado, se van a quedar medio-acabadas para siempre. El Chogm vino y se fue sin que el mundo se diera cuenta o sin la participación de la mayor parte de Uganda. La mayoría de los ugandeses no vieron a la Reina, hicieron públicas sus quejas, o ni siquiera aprendieron a desenredar el acrónimo.
Hannah, en View from Kololo, lo expresa muy sucintamente:
Antes de mudarme a Kampala en marzo jamás había oído hablar del CHOGM; en los últimos ocho meses, es de lo único que oigo hablar.
Nuevos hoteles se han construido por toda la ciudad (y nadie parece preguntar quien va a llenarlos cuando el CHOGM finalice).
Todo parecía más ordenado y en muchas maneras menos ugandés.
Ahora que el Chogm ha venido y se ha ido, será interesante ver qué papel va a jugar Uganda en el radar internacional, y también cómo Kampala va a cambiar sin una gran conferencia internacional amenazando en el horizonte.
Escrito por Glenna Gordon.