Ha sido una dura estación seca [eng] en Trinidad y Tobago, con alta incidencia de incendios forestales [en] que han dejado sus huellas de laderas marchitas por todo el país.
Todavía, las joyas de la estación seca, los lapachos, rosados y amarillos, continúan brillando, ofreciendo una última explosión de esplendor mientras el país entero espera con ansias la llegada de las lluvias- y con ellas, el renacimiento de las montañas verdes – con la esperanza de que no sean tan fuertes como para causar la clase de inundaciones que paralizaron el país en el pasado.
En Trinidad y Tobago, el momento de la floración de los lapachos tiene tanta importancia cultural como la floración de los cerezos en Japón. Los residentes a menudo se dirigen al Queen's Park Savannah en Puerto España a hacer picnics bajo los árboles, desplegando los manteles sobre una alfombra de flores caídas.
En Pascua, es tradición salir a volar cometas: el paisaje de cantidades de coloridas cometas bailando contra un fondo de lapachos es tan típico de Trinidad como los equipos de criquet jugando partidos amistosos de fin de semana, alentados aparentemente por el balanceo de las ramas de lapacho.
Los lapachos florecen en las laderas por todo el país, en zonas rurales y urbanas. La fotografía de abajo, un lapacho amarillo que alberga una familia de bromelias, fue tomada en Matelot, una población de la costa noreste de Trinidad.
El imponente espectáculo de los lapachos en flor es un recordatorio anual de esperanza y renovación, lo más cercano a la primavera en el Caribe.