La protesta de la campaña «Diferentes pero Iguales» sobre las políticas de Sri Lanka

Different Yet Equal Protest

Protesta «Diferentes pero Iguales»

Este artículo fue escrito por Raisa Wickrematunge y se publicó primero en Groundviews, la premiada web de periodismo ciudadano de Sri Lanka. Publicamos aquí una versión editada como parte de un acuerdo para compartir contenidos.

Eran las cuatro y media de la tarde cuando un grupo pequeño de gente con paraguas blancos rompió la relativa calma que reinaba en la esquina de Bauddhaloka Mawatha, cerca de Independence Arcade. Eran los manifestantes de Different Yet Equal (Diferentes pero Iguales), una campaña lanzada en Facebook con el objetivo de celebrar pacíficamente una vigilia para defender una Sri Lanka plural y unida del odio provocado por las divisiones.

A medida que la multitud se acercaba lentamente, los manifestantes se alineaban en el arcén con pancartas que condenaban el racismo y decían «Todos tenemos la misma sangre».

La última palabra la tienen el amor libre de condiciones y la verdad no amenazada por las armas.

Querían transmitir un mensaje de rechazo hacia los stickers que adornan estos días muchos bici-taxis de todo el país con la palabra Sinha-le, que en cingalés significa «la sangre del león», una referencia al león ancestral con el que los budistas cingaleses dicen estar identificados. Si bien es verdad que el grupo no ha empleado hasta ahora la violencia, este eslogan apareció pintado con espray sobre las paredes de las casas musulmanas a principios de año (ver el artículo de Global Voices).

Mientras los manifestantes explicaban los motivos de la convocatoria, de pronto la vigilia fue interrumpida por unos alborotadores que afirmaban ser monjes budistas del movimiento «Sinha-le», mostrando su contrariedad por la apropiación del término, que dicen ser suyo. «Este es el país budista de Ceilán», coreaban a una. El grupo también transportaba una falsa bandera de Sri Lanka en la que no figuraban las barras representativas de las minorías del país.

The ‘Sinha-le’ image.

La falsa bandera.

Un puñado de manifestantes, entre el que se cuenta el anterior teniente alcalde de Colombo, Azath Salley, decidió salirles al paso y hablar con ellos. La protesta se intensificó hasta transformarse en un juego de intercambio de gritos donde este grupo decía haber ayudado a levantar el país y expresaba su temor de que los budistas cingaleses fueran superados por las minorías étnicas. Rehusaron irse de allí ayudados por el grito «¡que se vayan, este es nuestro país!».

La indolencia de la policía

A medida que el caos aumentaba, la policía se vio obligada a actuar. Un agente que dirigía el tráfico a pocos metros fue abordado directamente por los manifestantes con el ruego de intervenir, pero el oficial estaba más pendiente de evitar los embotellamientos y por lo visto no prestaba ninguna atención a los monjes.

Cuando los manifestantes objetaron que la bandera que llevaba el grupo cingalés era falsa, la respuesta a su pregunta de si era la bandera nacional fue: «Claro que sí, repasen si no los libros de historia». El artículo 6 de la Constitución de Sri Lanka identifica claramente la bandera oficial del país con la que lleva un león.

Finalmente, la policía intentó rebajar la tensión y pidió a los manifestantes que no interrumpieran el tráfico. Estos fueron rápidamente a sentarse en el arcén, pero el grupo de alborotadores no cejaba en su empeño de provocar a la gente y entonces un agente sacó a uno de la multitud y se lo llevó. El resto se quedó hasta que la vigilia acabó.

La vigilia puso de manifiesto la inseguridad que aún respiran muchos budistas cingaleses, a pesar de ser la comunidad más grande del país. El altercado también pareció salir según lo planeado. Los medios se centraron en el alboroto causado sin hacer apenas referencia a la vigilia. Los mensajes lanzados por los monjes budistas (y no los de los manifestantes) llenaron los titulares.

Los organizadores podrían haberse preparado para tales altercados, dado que en el 2013 sucedieron otros similares durante la vigilia celebrada con velas en el exterior del Centro Cultural Budista en Sambuddatva Jayantha Mawatha. El portal de noticias Groundviews cubrió detalladamente el evento.

Casi todos los manifestantes se vieron implicados en los enfrentamientos verbales, ofendidos por la retórica xenófoba de los alborotadores que, al parecer, era exactamente lo que buscaban, haciendo decantar la balanza a su favor y que las noticias dirigieran el foco de atención sobre ellos. Al margen de la aparición de las pegatinas «Le» y la formación de partidos como el Sinhale Jathika Balamuluwa, hasta este mes los activistas radicales no habían atraído tanto la atención sobre sí.

El incidente fue realmente tenso, pero hubo un momento en que para sofocar los gritos de la facción pro cingalesa los manifestantes cantaron «Lowe Sama».

manifestantes intentando acallar otras voces con una canción.

Durante un rato la canción hizo su efecto, y los alborotadores, confundidos, al poco dejaron de cantar.

A continuación unos audioclips en los que se aprecian los comentarios de los manifestantes explicando por qué decidieron celebrar la vigilia:

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