Memoria que se esfuma: Placas en homenaje a víctimas de la época soviética desaparecen en Rusia entre la guerra y la represión

Foto de una de las placas, tomada con autorización del sitio web de «Última dirección«

A principios de septiembre, 34 placas que conmemoran a víctimas de la represión de Stalin desaparecieron de las paredes de un edificio de apartamentos en San Petersburgo (Av. Lesnoy, 61), según informa Kommersant, periódico que aún funciona legalmente en Rusia. Dos meses antes, el mismo medio contó que Moscú estaba perdiendo la memoria de quienes fueron reprimidos masivamente de la misma forma. En algunos casos se desconoce a quién culpar. Según el canal de Telegram SOTA, en el caso más reciente, la decisión la tomó una cooperativa inmobiliaria.

Screenshot of the Telegram Channel Sota. Fair use.

Habitantes de la «Casa de Especialistas» de San Petersburgo (Av. Lesnoy, 61), de donde desaparecieron ayer 34 placas de «Última dirección», dijeron a Sota que lo hizo la empresa gestora. Esta empresa no ha comentado aún sus acciones.

Algunos usuarios de X (antes Twitter) reaccionaron con indignación a la noticia:

34 placas del proyecto «Última dirección» con nombres de reprimidos durante la época soviética desaparecieron de la Casa de Especialistas de la calle Lesnoy en San Petersburgo.
¡Evgeny @evgenyrekhter!
¡Qué está pasando? ¿¡Eh!?

En medio de la agresiva invasión de Ucrania, que derriba ciudades enteras y mata gente todos los días, no parece muy importante que desaparezcan placas en homenaje a soviéticos que perdieron la vida en gulags o en las prisiones del Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos, conocido como NKVD. Rusia comenzó su persecución de quienes descubren la verdad sobre el régimen de Stalin mucho antes de la guerra a gran escala, aunque hasta ahora, las pequeñas placas —de solo 10 x 19 cm— de las paredes de edificios de apartamentos corrientes habían conseguido evitar el férreo control del régimen de Putin.

Luchar contra el olvido

Global Voices preguntó a Evgenia Kulakova, coordinadora en San Petersburgo del proyecto «Última dirección» —organización que se ocupa de las placas conmemorativas— si esta es la primera desaparición de estas placas y qué podría significar.

Unfortunately, stories of removed plaques draw more journalists’ attention than their instalment. This is quite understandable, and mainly good. Every time a plaque is vanished, we see a wave of indignation and support, showing that people and [our] society need this project. The ‘Last Address’ has been active in Saint Petersburg from Spring 2015. Since then, 434 plaques have been installed on 243 buildings. To us, they are not just plates. It is 434 names and fates, biographies, each described in articles on the ‘Last address’ website. Each of these plaques was installed because someone requested so. We don’t come up with names ourselves. We answer requests received through our website. Mostly, they come from relatives of the deceased. However, there are many requests from those who are not related to victims, like ‘neighbours,’ people who just live now in the same house or apartment, as well as researchers, or biographers.

Lamentablemente, las historias de placas que desaparecen llaman más la atención de los periodistas que cuando se instalan. Es bastante comprensible, y en general eso es bueno. Cada vez que se esfuma una placa vemos una ola de indignación y apoyo, lo que muestra que la gente y nuestra sociedad necesitan este proyecto. «Última dirección» lleva activa en San Petersburgo desde la primera mitad de 2015, y desde entonces se han instalado 434 placas en 243 edificios. Para nosotros no son solo placas. Son 434 nombres y destinos, biografías, cada una descrita en artículos que pueden leerse en el sitio web «Última dirección». Cada una de estas placas se instaló porque alguien lo pidió, los nombres no se nos ocurren a nosotros. Respondemos a las solicitudes recibidas en nuestro sitio web. La mayoría proceden de familiares del fallecido, pero hay muchas solicitudes de personas que no están relacionadas con las víctimas, como «vecinos», gente que ahora vive en la misma casa o apartamento, además de investigadores o biógrafos.

Voluntarios de Última dirección comprueban las placas dos veces al año, y desde el comienzo del proyecto en San Petersburgo, solo han desaparecido 45 placas, dice Kulakova. Después de que se retiraran las placas de la avenida Lesnoy 61, el número creció hasta 79 placas en 26 edificios.

«¿Es mucho o no?» cuestiona la coordinadora, y lo considera un resultado no muy malo para los ocho años que el proyecto lleva en la ciudad. Además, algunas de las placas se retiraron temporalmente por obras de renovación o reconstrucción. Si las placas desaparecieron por las quejas de alguien, los activistas hacen todo lo posible por recuperarlas. Por desgracia, no pueden hacer gran cosa, porque no existen regulaciones que los ayuden. «La decisión sobre la instalación de las placas deben tomarla los propietarios del inmueble. En el caso de Av, Lesnoy 61, esperamos recolocar las placas después de que se solucionen algunos problemas legales. No vemos una resistencia organizada de los funcionarios de San Petersburgo ante nuestro proyecto, más bien nos ignoran».

Por otro lado, todas las placas son importantes, dice Kulakova.

79 names of people who were already once victims of state terror, whose names and circumstances of death were not allowed to be know or discussed for decades even to their relatives. Many of the relatives of those whose plaques have been lost are having hard feelings about it, especially the close descendants: children and grandchildren who themselves are already far from being young. Of course, we want our plaques to hang on the houses, so that no one takes them down or even tried to do so. But, even if the plaque is gone, whether temporarily or permanently, the memory of the person cannot be erased. This memory is still alive in families who take their history responsibly.

Son 79 nombres de personas que ya habían sido víctimas en su momento del terrorismo estatal, cuyos nombres no se permitió conocer durante décadas ni debatir las circunstancias de su muerte, ni entre sus familiares. Muchos de los familiares de las víctimas cuyas placas habían desaparecido se sienten muy dolidos por ese hecho, sobre todo los descendientes directos, hijos y nietos, ellos mismos ya lejos de ser jóvenes. Por supuesto, queremos que nuestras placas sigan en las casas, que nadie las retire, que ni siquiera lo intente. Pero incluso con la placa desaparecida, temporal o permanentemente, el recuerdo de la persona no puede borrarse. Este recuerdo sigue vivo en las familias que se toman su historia con responsabilidad.

Y es más, la historia de la víctima va más allá de la familia. Cada instalación es un hecho del que informan los medios. Cada nombre, con su historia y documentos relacionados, está seguro en el sitio web de Última dirección.

El equipo de Última dirección sigue trabajando, promete Kulakova. Los activistas aceptan solicitudes, negocian la colocación con los lugareños y propietarios de los edificios, publican biografías en el sitio web, y finalmente instalan las placas.
Según este sitio web, hay más de 1280 placas en 65 ciudades y poblaciones rusas, y quedan 2735 peticiones pendientes. Ya existen proyectos similares en Ucrania, Georgia, Moldavia, Alemania, Francia y República Checa, y se inaugurarán pronto en Armenia, Rumanía y Kirguistán.

La labor de Última Dirección es una importante parte de la sociedad civil rusa que aún da esperanzas a muchas personas dentro del país o en el exilio. Después de más de 600 días de guerra total entre Rusia y Ucrania, mucha gente ha encontrado consuelo en pequeñas acciones positivas de este tipo, pero no puede evitar sentir dolor tras otro ataque mortal en Ucrania o la represión de iniciativas no gubernamentales en Rusia. Quienes siguen con atención las persecuciones deben tener la fuerte impresión de que la historia se repite. Las noticias sobre placas desaparecidas se mezclan con los arrestos casi semanales por posturas contra el régimen o la guerra, y la gente se pregunta cuándo se instalará la primera placa con fecha demasiado reciente y nombre demasiado conocido.

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