Marruecos: «Todavía vivo en casa de mis padres», dice una mujer de 40 años

Según un reciente censo, los solteros representan el 39 por ciento de la población marroquí adulta, una de las tasas más altas en la región árabe. Es más probable que los hombres sean solteros, pero la soltería femenina sigue siendo alta, pues llega a un asombroso 33.3%. La gente especula acerca de las razones detrás de la discriminación que enfrentan las mujeres y recientes sondeos (ver el Informe de la ONU de 2005 sobre Desarrollo Humano Árabe) han concluido que aunque la creencia religiosa podría explicar algunas de las limitaciones que enfrentan las mujeres, es más probable que esas prácticas tengan explicación en dificultades económicas, falta de educación, ausencia de democracia y conservadurismo. Ciertamente, Marruecos es una sociedad abrumadoramente conservadora: una encuesta reciente [fr] mostró que casi uno de cada dos marroquíes creen que el recientemente reformado Código de Familia, elogiado internacionalmente por su esquema liberal, ha ido muy lejos en conceder más derechos a las mujeres.

Sin título, de albe! en Flickr

Samira es una blogger marroquí. Se describe como una «chica vieja, de 40 años, desempleada y que sigue viviendo en la casa de sus padres». Samira comparte abiertamente sus experiencias cotidianas en su blog de reciente creación, Marocanication [fr]. Escribe:

Vivir en casa de tus padres a los 40 años puede parecer sin importancia, incluso evidente en nuestra sociedad y naturalmente fatal cuando se ha nacido en el sexo débil. Pues en Marruecos, en tanto no estés casada, te tratan como joven, irresponsable y potencial fuente de problemas, ¡Bien, veamos!
En un sentido, no es para asombrarse. Una sociedad con la sexualidad reprimida no puede más que asociar libertad con exceso. Hace tiempo me pregunté, supongo que como todo el mundo, por qué razón los hombres escapaban a esas restricciones. Pasé por todo un análisis sin sentido que a la larga abandoné en un tazón de hrira (sopa marroquí) un día de mucha depresión. Pero de eso hablaré en otro artículo.

Samira se pregunta cómo podría decirle a sus padres que quiere un vida propia y que quiere irse:

En este momento pienso en la libertad de vivir sola, en la aldea. Pasé la noche imaginando la escena en que les diría que me voy a vivir sola. Mi madre me mirará con desdén como si hubiera dicho una enésima tontería que no hará más que reforzar la falta de cariño que me tiene.
Porque la falta de cariño es casi inseparable de la posición de solterona: solterona es ciertamente una invención femenina, ¡solamente una mujer puede y sabe ofender a otra mujer!

Hay un terrible estigma ligado a mujeres no casadas, explica Samira:

Ni siquiera se considera una maldición sino una incompetencia, un fracaso, una incapacidad de atraer, de seducir, de provocar a un hombre para que haga su vida contigo. Aun cuando seas tú quien rechace al hombre, siempre serás la bestia que espera un amo. Y terminas por convertirte en una vieja bestia errante porque nadie adopta perros viejos.

La falta de apoyo financiero es crítica:

Solterona que no trabaja, es el colmo. Sin embargo, tengo una formación literaria bastante buena. No sé, puedo redactar tonterías a lo largo de una jornada, por ejemplo… o escribir en un máquina… o preparar cafés. Mi desempleo no me ayuda. No solamente no tengo casa, igualmente, no tengo ingresos. Hago todo en las casas de mis padres, mis tíos y tías y de mi hermano. [Mi hermana] Jamila no para de protestar contra la tiranía general y contra mi explotación, pero yo no hablo.

Samira tiene planes:

Cuando les diga que me voy, van a hacer un escándalo, que la ingratitud, ¡que la vergüezna! Una «chica» solamente vive sola porque quiere juguetear… si no tienen esta idea retoricda, piensan que la chica es indigna por dejar a sus viejos padres después de todo lo que han hecho por ella. Harán de todo por ahorcar la idea en su origen, sin saber que ella ya tomó dimensiones adultas. No puedo anunciarles sin antes haber encontrado dónde anidar.
[…]
Encontraré el dinero para alquilarme 8m³ en algún sitio. Y me iré.
Hablo en futuro, para mantener viva esta esperanza, la última puerta de salida posible.

Ciertamente, Samira no es la única en su situación y son más las voces, en su mayoría de la sociedad civil, las que están haciendo un llamado a más solidaridad, igualdad y justicia social.

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