A diferencia de su vecina occidental, Guatemala, con aproximadamente 40% de su población descendiente de indígenas, El Salvador tiene una población indígena más pequeña. Los datos oficiales gubernamentales ubican la población indígena en aproximadamente 1%. Sin embargo, debido a que el Censo de 2007 no contabilizó de forma precisa la etnicidad, otros estudios realizados demostraron que el porcentaje real puede estar entre 2,5% y 10% [en].
Algunos podrían decir que la razón por la que la población indígena salvadoreña ha disminuido en número, se deba tal vez a los eventos de 1932, donde aproximadamente 25.000 campesinos e indígenas fueron atacados y masacrados por el gobierno salvadoreño, siendo así una de las razones que contribuye con esta diferencia. Debido a esta violencia, miembros de estas comunidades indígenas a menudo eligen evitar hacer despliegues llamativos de su cultura y lengua nativas [en] como necesidad de supervivencia.
Ocho décadas después, una de estas comunidades indígenas, los Pipil, ahora ha visto que el número de hablantes nativos de la lengua pipil nahuat (escrito también como nawat) disminuye al mínimo de 200 hablantes. La UNESCO ha clasificado al idioma como en peligro crítico [en] con la posibilidad de extinción, lo que ha sucedido en países vecinos como Guatemala, Honduras y Panamá.
Sin embargo, en la comunidad de Santo Domingo de Guzmán en el departamento de Sonsonate al oeste de El Salvador, hay esfuerzos para desarrollar una nueva generación de jóvenes hablantes que construyan un puente con los veteranos, para que así puedan convertirse en la «generación de relevo».
A la cabeza de estos esfuerzos en esta comunidad ha estado un activista lingüístico llamado Carlos Enrique Cortéz, quien se ha mantenido activo durante el desarrollo de iniciativas de formación educativa en cooperación con la Universidad Don Bosco. Además de desarrollar este material pedagógico bilingüe, también ha ayudado a traducir textos importantes como la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas al pipil. Ya hay unos 3000 niños aprendiendo pipil, basados en estos esfuerzos de base.
Ahora, Cortéz tiene planes de expandir este trabajo al tomar ventaja de las herramientas de medios ciudadanos para llevar un elemento agregado de multimedios a estas labores de documentación y revitalización.
A través de una colaboración con el proyecto One Day on Earth [Un Día en la Tierra; en], Rising Voices recibió varias videocámaras para distribuirlas entre las iniciativas que buscaran utilizar las herramientas digitales para incluir a las comunidades subrepresentadas en la creación de nuevo contenido digital. Gracias a una nueva alianza con el Living Tongues Institute [Instituto de Lenguas Vivas; en], se ayudó a identificar a los activistas lingüísticos y sus comunidades que podrían tomar total ventaja de la disponibilidad de una videocámara. Uno de estos activistas seleccionados por Living Tongues es Cortéz, quien ha recibido una de estas cámaras para implementar el proyecto de difusión de medios ciudadanos.
Como parte del proyecto, Cortéz estará trabajando con cuatro estudiantes, que actualmente aprenden pipil, y utilizará dicha videocámara para comenzar a contruir una videoteca. Los videos producidos se enfocarán en la cultura pipil, como medicinas naturales, tradiciones, juegos tradicionales, prácticas agroculturales y canciones infantiles. Este contenido estará disponible para quienes quieran aprender el idioma, así como para documentar estas importantes piezas de la cultura pipil.
1 comentario