La prohibición al burkini es superficial

This mosaic at the ancient Roman villa Romana del Casale (286–305 AD) in Sicily contains one of the earliest known illustrations of a bikini. PHOTO: Public domain

Este mosaico de la antigua villa romana de Romana del Casale (286–305 AC) en Sicilia contiene una las primeras ilustraciones conocidas de un bikini. Foto: Dominio público

En medio de toda la controversia por la ahora derogada prohibición francesa de usar «ropa demasiado religiosa», una vez más nos estamos enfocando en el lado equivocado de la historia: el efecto, no la causa. Y creo que la «causa» va más allá de la religión o la cultura. Con algunas diferencias, es algo que es común entre países y culturas y ha venido sucediendo por siglos.

La prohibición se amplificó gracias a las ahora infames imágenes virales de un oficial de policía que fuerza a una mujer a quitarse una parte de su burkini en una playa en Niza, Francia. De esta forma, de nuevo pero esta vez a punta de pistola, se les dice a las mujeres lo que deben hacer para no provocar rechazo, reduciendo nuestro rol social a la ropa que usamos o no usamos.

¿Qué tal si en lugar de tratar de imponer códigos de vestimenta a las mujeres, tratáramos de criar niños y hombres que nos respeten sin importar nuestra forma, color o ropa? ¿Qué tal si toda la energía gastada en hacer cumplir prohibiciones, o en discutir si un velo es un símbolo aceptable de devoción o un escote es provocativo, fuese en su lugar usada en prevenir y castigar el acoso sexual en las calles?

¿Qué tal si en vez de juzgar a una mujer como «modesta», «respetable» o «puta» según su ropa, comenzáramos a medir el carácter basados en acciones e ideas expresadas? ¿Qué tal si dejáramos de indignarnos al ver una mujer amamantando en público? ¿Qué tal si Facebook deja de poner recuadros negros sobre nuestros pechos? ¿Qué tal si rechazáramos en vez el constante uso de las mujeres como objetos en la publicidad y revistas de moda?


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¿Qué tal si todos los esfuerzos auspiciados por los gobiernos en demostrar su «compromiso» con los derechos de las mujeres fuesen puestos en buen – y genuino – uso en la prevención de la violencia doméstica?

Tal vez si las calles fueran más seguras para que las mujeres caminaran, no sentiríamos la necesidad – o seríamos forzadas en algunos casos – de cubrirnos. Tal vez si las calles fuesen más seguras, las mujeres podrían tomar decisiones sobre su vestimenta por si mismas y sin influencia, y a nadie le importaría.

Tal vez si no pusiéramos tanta atención a los símbolos y la ropa, podríamos empezar a trabajar en alcanzar una genuina coexistencia.

También es triste y preocupante ver a todos los lados de la discusión usar la cultura, tradición y, por supuesto, la religión como chivos expiatorios, cuando el asunto real tiene que ver con el deseo profundamente arraigado de prácticamente todas las sociedades de controlar a la mujer. Las nociones patriarcales de lo que es y no aceptable están tan insertas en nuestras psiques que las mujeres llegamos al punto de incluso creer – y hasta defender – la idea de que estamos ejerciendo nuestro derecho a elegir. ¿Pero de verdad lo estamos haciendo?

Afortunadamente, no vivo en un país donde necesite estar preocupada de que un policía me persiga para multarme por no verme suficientemente devota o que me desnude en el nombre de la liberación. Pero si pienso dos veces lo que uso cuando debo andar en transporte público o caminar frente a una construcción, porque la probabilidad de que sea acosada se incrementa si tomo cierto tipo de decisiones. Así que puedo empatizar con la búsqueda o intención de tornarse algo invisible para evitar consecuencias indeseables. Y aunque no soy musulmana – o religiosa del todo –  apoyo completamente a mis hermanas en velo.

La publicación en Facebook de Demonio Blanco resume el problema, llamándolo purplewashing:

Purplewashing es una expresión que refiere al uso del feminismo como excusa para actitudes intolerables, como la islamofobia.
Si te preocupa más que una deportista juegue con velo a que el resto lo hagan en bikinis minúsculos o a que los fotoperiodistas usen este tipo de encuadres, es muy posible que sea purplewashing.
Si odias el reguetón porque es machista pero no a Los Planetas, es posible que sea purplewashing.
Mujeres con velo, en bikini, que hacen punk o que perrean: somos todas hermanas y cada una se sacude el patriarcado como le da la gana.
Si realmente te preocupa mucho la opresión que sufrimos, echa un cable parando a tus colegas cuando nos tratan como a objetos en un bar o cuando hacen chistes de violaciones. No vale ver sólo la paja en el ojo ajeno.
— Vega Pérez-Chirinos Churruca.

¿Qué usaríamos si no hubiese reglas religiosas, o si no necesitáramos preocuparnos de miradas incómodas, de la violencia o de estigmas? ¿Qué decisiones tomaríamos si no fuésemos criadas para ser tan conscientes de nuestros cuerpos y sus efectos secundarios?

Al enfocarnos en la prohibición del burkini y no en la sistemática violación de los derechos de las mujeres que esconde la historia de un traje de baño, estamos haciendo algo realmente significativo?

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