Colombianos envían cartas de amor a guerrilleros para darles la bienvenida de vuelta a la sociedad

Foto: Valentina Monsalve. Se reproduce con autorización.

El siguiente artículo en una versión editada de «Cartas de amor a los guerrilleros», que se publicó originalmente en Tea After Twelve. Se reproduce aquí en el marco de un convenio con Global Voices.

¿Por qué enviamos cartas de amor a las personas que conocemos? ¿No es más importante demostrar cariño por quienes se sienten rechazados? Esta reflexión persiguió a los jóvenes activistas colombianos Leonardo Párraga de la Fundación BogotArt y a Cristian Palacios, de la Young Youth Foundation y les sirvió de inspiración para la crear Cartas por la Reconciliación, campaña que incentiva a los jóvenes a enviar cartas a los guerrilleros.

En Colombia, tuvo lugar recientemente un acontecimiento histórico importante y ellos querían colaborar: después de años de negociaciones, el Gobierno colombiano llegó a un acuerdo de paz con las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), que puso fin al conflicto armado más largo de América Latina.

Tal fue la relevancia de este acontecimiento en la comunidad internacional que le mereció el Premio Nobel de la Paz al presidente José Manuel Santos por su trabajo. Sin embargo, queda por recorrer un largo camino para alcanzar la reconciliación verdadera y la paz. Los guerrilleros son personas que vivieron en campos ilegales durante años, expuestos a la retórica de la guerra y que convivieron con las armas }durante todo el tiempo; ahora, deberán integrarse de alguna forma a la vida civil. Y la sociedad colombiana, acostumbrada a convivir con un miedo constante y, en algunos casos, con un odio profundo por los guerrilleros, tendrá que aceptarlos nuevamente en la comunidad y brindarles su apoyo para que den comienzo a sus nuevas vidas.

Leonardo y Cristian estaban convencidos de que la juventud colombiana tenía que unirse para brindar su ayuda en el proceso de reintegración. Y lo han logrado: hasta el momento, miles de jóvenes han escrito cartas, cartas de amor, para los exguerrilleros, dándoles la bienvenida otra vez a la sociedad. El objetivo es escribir 6 900 mensajes, uno para cada exguerrillero, y entregárselas personalmente.

Cómo el día de San Valentín inspiró la campaña

La idea de fundar Cartas de Reconciliación nació en la Cumbre Mundial de Premios Nobel de la Paz, que tuvo lugar en Bogotá en febrero de 2017. Allí, Leonardo y Cristian tuvieron la oportunidad de hablar por un momento con el Premio Nobel de la Paz Kailash Satyarthi. El Premio Nobel mencionó que escribimos toneladas de cartas de amor a los que amamos en el día de San Valentín, y que olvidamos a las personas más necesitadas. Su plan este año, agregó, era compartir el amor con quienes más lo necesitaban.

Leonardo y Cristian adaptaron la idea al contexto colombiano y se les ocurrió la idea de enviar cartas de esperanza y apoyo a los excombatientes de la FARC que en este momento luchan por encontrar su lugar y establecer una nueva forma de vivir. «Las cartas les demostrarán que la sociedad colombiana está lista para cambiar el discurso de una narrativa de guerra a una historia colectiva de paz», explicaron.

Hasta el momento, la campaña cuenta con más de 2 000 mensajes y ya se entregaron las primeras 765 cartas. La iniciativa está presente en todas las ciudades más grandes de Colombia, incluyendo Cali, Manizales, Medellín, Barranquilla y Bogotá.

«Nunca me imaginé que alguien tuviera la intención de perdonarme»

Las primeras 500 cartas fueron entregadas el 19 de marzo en uno de los campamentos de la ONU en la zona de Caldono-Cauca. Un grupo de 40 estudiantes de la Universidad Javeriana Cali, dos funcionarios de la alcaldía de Cali y Leonardo en representación de la Fundación BogotArt, viajaron al campamento para entregar en mano las cartas.

Los miembros de la FARC se pusieron en fila de la misma manera en que lo hacían para recibir órdenes de sus líderes. Esta vez, lo hicieron para recibir cartas de apoyo de personas de todo el país. Fue un momento muy emocionante y conmovedor para todos los involucrados. «Es increíble la cantidad de sentimientos que puedes sentir en unas pocas horas, desde el miedo hasta la felicidad, y todo lo que existe en el medio», afirmó más tarde Manuela Jiménez Avila, una estudiante de ciencias políticas.

Sandra Parra, funcionaria de la gobernación del Valle del Cauca, relató esta experiencia inolvidable:

After we delivered the letters, an ex-combatant showed me around in the guerrilla camp. When I looked at one of the ‘cambuches’ (basically a shack the guerrilla members are living in), I saw a guerrilla member writing something. I was afraid to enter because there was an MGL grenade launcher resting on the bed by his side like a lethal sleeping beauty. I spoke to him anyway, and asked ‘Hello, what are you doing?’ He replied, ‘I am answering a letter that someone wrote to me; it is very beautiful and hopeful. Nobody has ever written something so beautiful to me in my life, so that is why I am responding.’ Tears began running down my face. I hugged him tightly and sat down next to the grenade launcher. Perhaps it was tired of war too, of being his faithful companion for years, and wanted to help him write the letter. He told me more about his life, that he had never expected more from life than war, and that joining the FARC was the only way to keep him and his six brothers from starving. ‘I never thought there was anyone willing to forgive me for my mistakes, but now I know that there is a society waiting for us with open arms. So far, I have only known how to care for and hold weapons. But for peace, I can learn to do many things and work with dignity.

Después de entregar las cartas, un excombatiente me mostró el campamento de la guerrilla. Al mirar a uno de los «cambuches» (básicamente, una choza en la que viven los miembros de la guerrilla), vi que uno escribía algo. Tenía miedo de entrar porque sobre la cama, a su lado, había un lanzada de granadas MGL, como si se tratase de una bella durmiente letal. Le hablé, de todas formas, y le pregunté: «Hola, ¿qué está haciendo?». Me respondió: «Estoy respondiendo a una carta que alguien me escribió; es muy linda y esperanzadora. Nadie jamás me ha escrito algo tan hermoso en mi vida, por eso le estoy respondiendo». Las lágrimas le recorrían la cara, lo abracé con firmeza y me senté al lado del lanzador de granadas. Tal vez el lanzador también estaba cansado de la guerra, de ser el fiel compañero del guerrillero durante años, y yo quería ayudarlo a escribir la carta. Me contó más sobre su vida, que nunca había aspirado a otra cosa que a la guerra y que unirse a las FARC fue la única forma en que pudo evitar que él y sus seis hermanos murieran de hambre. «Nunca me imaginé que alguien tuviera la intención de perdonarme por mis errores, pero ahora sé que existe una sociedad que nos espera con los brazos abiertos. Hasta el momento, solo supe cómo cuidar y abrazar las armas. Pero, en vistas a la paz, puedo aprender a hacer muchas cosas y trabajar con dignidad».

Escuchando las voces ignoradas en el pasado

Para dar inicio a la actividad, los estudiantes y algunos líderes de las FARC se sentaron para un debate. Los estudiantes crecieron con la guerra, cuando las FARC eran ya una organización clandestina. Por lo tanto, los líderes les explicaron la historia de la organización, sus ideales y sus opiniones respecto al proceso de paz: «Después de años y años en los que vimos cómo las injusticias sociales por parte del estado afectaron a todo el pueblo colombiano, creemos que esta es una oportunidad para dirigirnos a un partido político que nos permita transformar al país en una sociedad más equitativa. Vale la pena superar todos los obstáculos en pos de un objetivo de esta magnitud», afirmó uno de ellos.

Manuela no salía de su asombro:

Hearing the reality of those voices who have never had a voice or a vote, and realizing that those that I often considered monsters, and even came to hate, were also actually human beings with beautiful feelings that were distorted by the environment in which they had to live and by the conditions that created them. That was deeply painful. The reality of the country hurts, but it is comforting to realize that all human beings, including those who have killed so many and caused so much damage, have something to teach us, plus a smile and a hug to give away.

Al escuchar las realidades de estas voces que nunca antes tuvieron voz o voto, y al darme cuenta de que quienes consideré monstruos con frecuencia, y a los que inclusive odié, eran también seres humanos con sentimientos hermosos que se distorsionaron por el contexto en el que tuvieron que vivir y por las condiciones que los originaron. Fue sumamente doloroso. La realidad del país duele, pero es un alivio darse cuenta de que todos los seres humanos, hasta los que han matado a tantos y han causado tanto daño, tienen algo que enseñarnos, además de entregar una sonrisa y un abrazo.

Muchos excombatientes respondieron a las cartas. Gustavo Gonzáles, comandante del campamento en Caldono-Cauca, por ejemplo, le escribió estas líneas al arzobispo de Cali, Darío de Jesús Monsalve:

Colombians had been led to believe that peace would arrive with disarmament. This is not the case. While we have inequality, hunger, and a lack of education, health, and job opportunities, there will always be someone who is ready to take up arms, to revolt and protest to reclaim their rights, and that is completely valid (…) Nowadays, in the FARC we are betting on peace, on politics without weapons. That is why we call on all the defenders of peace – regardless of race, religion or ideology – to rise above those who dream of a country at war. We give you our word, contribution, and sacrifice because we know first hand that nothing is easy, that there are many challenges for those of us who defend life as the cornerstone of existence. We will experience many obstacles, but we will succeed together.

A los colombianos nos hicieron creer que la paz llegaría con el desarme. Este no es el caso. Mientras sigamos teniendo desigualdad, hambre y falta de educación, salud y oportunidades laborales, siempre existirá alguien listo para tomar las armas, rebelarse y protestar en reclamo de sus derechos, y eso es algo completamente válido (…). Hoy en día, las FARC estamos apostando a la paz, a la política sin armas. Es por eso que convocamos a los defensores de la paz, sin importar su raza, religión o ideología, a que se alcen por encima de los que sueñan con un país en guerra. Le damos nuestra palabra, contribución y sacrificio porque sabemos de primera mano que nada es fácil, que existen muchos desafíos para los que defendemos a la vida como la piedra fundamental de la existencia. Vamos a tener que enfrentarnos a muchos obstáculos, pero juntos triunfaremos.

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