El COVID-19 ha acelerado la digitalización, ¿se conectará Túnez?

Ayuntamiento de Túnez. Foto de Wikipedia, dominio público.

Visto de lejos, Túnez cuenta con todas las condiciones favorables para la digitalización, incluido el acceso efectivo y asequible a internet y una población mayoritariamente joven y muy interconectada. Y aun así, la nación sigue rezagada en la digitalización de todos sus servicios, tanto públicos como privados, por décadas de corrupción e inacción gubernamental.

Cuando el COVID-19 llegó a Túnez en marzo de 2020, el Gobierno impuso un confinamiento estricto, que reveló una economía frágil y, en gran medida, tradicional. Pero entonces vino una vertiginosa de oleada de innovaciones, desde la telemedicina y el teletrabajo hasta el entretenimiento y la educación en línea. Los empleados empezaron a trabajar a distancia, y el Gobierno comenzó a usar tecnología robótica y digital.

De esta manera, el COVID-19 aceleró la digitalización en Túnez como ningún gobierno anterior pudo lograr, y el país ganó más ímpetu digital en un solo mes que en las décadas anteriores.

Para Karim Koundi, director del Comité Conjunto de la Sociedad Pública, Privada y Civil para la Digitalización, la crisis pandémica ha derivado en el equivalente a la «caída del Muro de Berlín» entre la administración y la industria digital tunecina.

¿Podrá la pandemia del COVID-19 seguir actuando como catalizador en la agilización de su economía y servicios en línea?

Planes ambiciosos… aplazados

La digitalización, el proceso de recopilar, almacenar y difundir información en línea, permite más transparencia y políticas basadas en datos empíricos, esenciales para buena gobernabilidad. Como indicó el ex primer ministro Youssef Chahed en 2019: «La digitalización es el mejor arma para luchar contra la corrupción», que es el consenso internacional.

En 2018, el Gobierno fundó el Consejo Nacional Estratégico para la Economía Digital (CNCEM) con el ambicioso plan «Túnez Digital 2018» para crear un ecosistema digital propicio. Con un presupuesto general asignado de 867 millones de dólares estadounidenses, el plan de digitalización preveía la creación de más de 100 000 puestos de trabajo. Pero los planes se han aplicado con lentitud o aplazado totalmente. «Túnez Digital 2018″ pasó a ser «Túnez Digital 2020» antes de posponerse una vez más a 2025.

Mohamed Fadhel Kraiem, ministro tunecino de Tecnología, Comunicación y Transformación Digital, admitió en mayo, durante el confinamiento, que «casi la mitad de los proyectos del plan estratégico ‘Túnez Digital 2020′ no han visto aún la luz», y cambió el programa al nuevo «Túnez Digital 2025«.

Una serie de contratiempos

Túnez estaba entre los primeros en promover la tecnología en la región, y el objetivo de digitalizar la nación no era nada nuevo. Sus planes de digitalización se remontan a 1999, cuando se creó la Comisión Nacional de Comercio Electrónico para supervisar el desarrollo del sector.

En 2005, Túnez celebró la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información (CMSI), que buscaba eliminar la brecha digital que separaba a los países ricos y pobres. Como resultado, se aprobaron proyectos pioneros como el Compromiso de Túnez, la Agenda de Túnez para la Sociedad de la Información y la creación del Foro para la Gobernabilidad de Internet.

Pero estos magníficos anuncios no fueron seguidos de acciones concretas, y los planes tardaron años en materializarse. En 2012 se formó un grupo de trabajo público-privado para revitalizar el sector y elaborar una hoja de ruta de la digitalización, pero estos planes continúan demornado, a pesar de la moderna infraestructura de fibra óptica de Túnez.

La digitalización tardía es síntoma de un estancamiento político en Túnez, donde las autoridades son pioneras en la adopción de una legislación progresista, pero tienen dificultades con su aplicación. Las decisiones políticas que toman arriba suelen permanecer invisibles sobre el terreno, lo que causa frustración y descontento.

En 2011, la juventud salió a la calle con protestas que exigían reformas inmediatas y estructurales, pero hizo oídos sordos a estas demandas y, casi una década después, la situación se mantiene sin cambios para muchos e incluso peor para algunos.

«Desde la revolución, no tenemos libertad ni dignidad», dijo Sofiene Jbeli, joven ingeniero informático desempleado, en un artículo de Le Point.

El desempleo juvenil ha subido a un 36 %, y la corrupción también está en aumento. La economía sigue estando sustentada trabajos intensivos como la agricultura y la manufactura, junto a una hinchada burocracia gubernamental que, en 2018, dio empleo a casi 800 000 personas, lo cual implica un 46 % del presupuesto nacional.

«Se ha aplaudido a Túnez por su transición pacífica y por no caer en la guerra civil como sus vecinos en la región», afirmó Mohamed Khalifa, ingeniero tunecino retirado que habló con Global Voices:

The dark side of the acclaimed consensus politics, between secular and Islamist, is that it has merely postponed rather than resolved deep-rooted issues. Donors’ money has flooded the push for institutional reforms that failed to materialize in the life of the population. It has rewarded the status-quo. Since then we are stagnating.

El lado oscuro de la aclamada política consensual, entre laica e islámica, es que meramente ha pospuesto problemas muy arraigados en lugar de resolverlos. El dinero de los donantes ha inundado el impulso de las reformas institucionales que no pudieron materializarse en la vida de la población. Ha recompensado al statu quo. Desde entonces estamos estancados.

Túnez paga un alto precio por su estancamiento. Los estudios han estimado que la compleja burocracia y la intensa normativa le ha costado a las empresas alrededor de un 13 % en rentas públicas y corrupción incentivada.

«Desafortunadamente, hoy existe una fuerte resistencia al cambio digital y a las reformas en general, que emana de varios círculos en la administración, el mundo de los negocios, las instituciones estatales, etcétera», declaró Amine ben Gamra, contador público tunecino en Tunisie Numerique. «El objetivo es mantener sus puestos, disfrutar y beneficiarse de la corrupción sin preocuparse de las repercusiones negativas en el país».

El éxodo juvenil conduce a fuga de cerebros

En el umbral de Europa, Túnez cuenta con una población joven e instruida. Cada año emergen más de 12 000 ingenieros informáticos de una población total de 11 millones de personas.

Pero ante la falta de perspectivas reales, los jóvenes graduados salen del país. Anualmente se van más de 3000 ingenieros informáticos. Aunque los salarios pueden llegar a ser 2,5 veces más altos en el extranjero, el dinero no es la única razón para la fuga de cerebros, como explica Nadhir, programador tunecino que vive en Francia, en un artículo de Jeune Afrique:

If the departure of IT professionals is massive, it echoes the desire to leave that is widespread among young people. What motivates the departures is mainly disappointment and pessimism about the future.

Si la salida de profesionales informáticos es masiva, repite el deseo de marcharse tan extendido entre los jóvenes. Lo que motiva las salidas es principalmente la desilusión y el pesimismo sobre el futuro.

Mientras tanto, más de 12 000 puestos de ingeniería informática permanecen vacíos en Túnez. Este éxodo en masa se ha sumado a la desaceleración del desarrollo económico y la digitalización del país.

Pero en mitad de la crisis del COVID-19, los políticos se han apresurado a sacar provecho de las ganancias rápidas y hacer nuevas promesas.

Mohamed Fadhel Kraiem, ministro de Tecnologías de la Comunicación y Transformación Digital, prometió en Twitter:

Mohamed Fadhel Kraiem: La fase posterior al COVID-19 estará marcada por la aceleración de la digitalización del país.

Pero con la poca confianza en los políticos y una larga historia de promesas incumplidas, los tunecinos no están convencidos aún.

Lo que está claro es que, ante la ausencia de una cura o vacuna, es probable que la era del distanciamiento social y las restricciones de libertad y movimiento se mantenga. Y así, existe una creciente presión en los Gobiernos de todo el mundo, incluido Túnez, para que se adapten al nuevo paradigma y creen un ambiente propicio tardío.

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